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ABC MADRID 23-12-2016 página 16
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  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA VIERNES, 23 DE DICIEMBRE DE 2016 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU PP AUTÉNTICO Querrían que Aznar hiciera con la derecha lo que Podemos hizo con la izquierda AS especulaciones acerca de si Aznar fundará o no un PP Auténtico parecen responder más a un anhelo socialdemócrata que de camisas viejas decepcionadas por lo que Dionisio Ridruejo habría llamado el quietismo de Rajoy. El quietismo de una clase dirigente convencida de que a la gente hay que mantenerla sumergida en la pachorra como en el bromuro de los apetitos sexuales y sometida mediante la inoculación de miedo en dosis periódicas. Un país cuya única aspiración consentida, golosinas épicas del fútbol aparte cuánto rapsoda buscando los únicos Aquiles posibles en la unidad de destino del minuto 93 sea convertirnos todos en señores normales de Pontevedra que se dejan ordeñar por un Estado socialdemócrata en lo fiscal, conservador en lo costumbrista, liberal en lo retórico y de una ramplonería tecnocrática en general que paraliza a los dinámicos con laberintos burocráticos de los cuales éstos jamás sabrán salir. Los regeneradores y los constituyentes no serán sino osamentas expuestas al sol en el desierto marianista en el que entraron silbando himnos excursionistas. Con todo, si en los diarios de progreso fantasean con la posibilidad de que Aznar reaccione a esta tristeza fundando un PP Auténtico en el que vuelvan a escucharse discursos catalizadores de la voluntad es sólo porque en realidad querrían que Aznar hiciera con la derecha lo que Podemos hizo con la izquierda. Partirla por la mitad, discutirle el sentido patrimonial de un hábitat. Fragmentarla en dimensiones tribales donde la ambición de alcanzar mayorías de poder sea tan imposible como lo es ahora para el PSOE. Y los que en la derecha sueñan con Sarkozys que les encuadren las clases medias y las doten de sentido político no harían sino servir como herramientas a su pesar a esta venganza socialdemócrata por el robo de su siguiente generación por parte de Podemos: el rapto de los Sabinas. Es posible que los mandarines gauchistas hayan albergado alguna vez la esperanza de que esta función disolvente de la derecha la haría Vox. Pero Vox se hizo residual en un delirio autoparódico en el que tuvieron gente huyendo a crawl después de fracasar en el intento de recuperar Gibraltar: muy Sarkozy no quedaba todo eso. Basta leer algunas columnas de opinión para darse cuenta de que aquí existe ya cierta atmósfera regresiva y cerril para el surgimiento de un Farage o algo así que predique un Brexit español desde ámbitos contrarios a los leninistas que ya lo hacen. Pero quiero pensar que Aznar tampoco sería ese hombre: aunque Sarkozy lo haya hecho para competir con Le Pen, no imagino a Aznar defendiendo de pronto un antieuropeísmo supersticioso y una restauración mental de las fronteras nacionalistas. No lo veo como al hipster de la Alt- Right al que muchos esperan como a una mutación menos siniestra de ciertos espectros europeos, hecha ya la mutación guay del comunismo por la fratría de Iglesias. Por otra parte, quién coño sabrá qué quiere hacer Aznar con su vida. L MONTECASSINO HERMANN TERROR, POLICÍA Y CORRECCIÓN POLÍTICA Queda clara nuestra suerte con dos cuerpos de seguridad, Guardia Civil y Policía, de un nivel de eficacia soberbio AY que evitar a toda costa el ser sospechoso Esta frase no es un lema para terroristas yihadistas ni para jóvenes musulmanes radicalizados deseando serlo. Estos se mueven con enorme naturalidad y aplomo en una sociedad abierta como la alemana, con una población generosa y deseosa de hacer todo el bien posible para compensar un tremendo mal histórico perpetrado o tolerado por sus abuelos. Los que tienen que evitar a toda costa ser sospechosos son los policías. Y especialmente sus jefes, en contacto y dependencia directa con el poder político de las ciudades y los Estados federados. Los jefes de policía deben aplicar el máximo garantismo legal para los delincuentes. Tiene que hacer además gala de una actitud política libre de la mínima sospecha de prejuicios sociales, culturales, sexuales y, sobre todo, claro, raciales. Y demostrar ser militante en la actitud favorable a la integración de la inmigración y a las bondades de la multiculturalidad. Así las cosas, es obvio que ninguno de los jefes de la muy fragmentada policía alemana quiere tener fama de duro. Prefieren que se les escabullan sospechosos a tener cualquier conflicto evitable. Las organizaciones de apoyo a refugiados e inmigrantes ilegales conocen bien esta debilidad. Manejadas por grupos ideológicos, étnicos o mafiosos saben que con extender la fama de racista o ul- H traderechista de un mando policial acaban con él. La necesidad de no caer jamas en la sospecha de racismo y el miedo a ser tachados de nazis es lo que más ha politizado la policía desde los años setenta. Solo en total corrección política hay posibilidad de promoción. Por lo que hay tanta corrección como disposición a ocultar, ignorar o tergiversar todo lo que la contradiga. Solo algunos grupos en los sindicatos denuncian la situación de inferioridad y peligro real dado el desbordamiento desde 2015 que ha hecho ilusorio todo intento de controlar movimientos y resolver las expulsiones. Ni hay control ni hay medios para restablecerlo y todos los recién llegados lo saben. Los mismos motivos de no ser acusados de parecerse a la Gestapo ni a la Stasi hacen imposible colocar cámaras en las calles. La policía carece por ello con el instrumento más eficaz de vigilancia que por ejemplo en ciudades británicas es exhaustiva. No hay imágenes porque los políticos alemanes que en su día quisieron adaptarse a otros países fueron tachados por la prensa, por la izquierda y por los liberales de partidarios del estado policial. Alemania es el país más firmemente anclado en unos dogmas y certezas del Estado liberal de la segunda mitad del Siglo XX que hoy maniatan dramáticamente la capacidad de autodefensa de la sociedad. En todos los países europeos es difícil asumir cambios racionales por unos miedos lógicos y ante todo por la sentimentalización del mensaje de nuevas generaciones infantilizadas, ignorantes y sin percepción del riesgo. En Alemania pesa además el pasado y son fuertes esas corrientes partidarias de la destrucción de las sociedades abiertas que hay en toda Europa. El autoodio, la obsesión con acabar con la propia nación que hay en sectores de la izquierda en Alemania, solo se encuentra en España. Con todos nuestros problemas, en momentos tan duros como el actual queda muy clara nuestra inmensa suerte con dos cuerpos de seguridad, Guardia Civil y Policía, de un nivel de eficacia soberbio. Cuerpos que algunos intentan expulsar de partes de nuestra geografía o destruir. La única esperanza para la seguridad de Europa está en que las masivas y múltiples amenazas que se ciernen sobre nosotros nos hagan recuperar parte de la racionalidad y del amor a la verdad que el bienestar de las pasadas décadas ha destruido.

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