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ABC MADRID 11-12-2016 página 12
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ABC MADRID 11-12-2016 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
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12 ENFOQUE DOMINGO, 11 DE DICIEMBRE DE 2016 abc. es ABC semana La foto de la AFP La batalla de Alepo Técnicas de derribo LUIS DEL VAL Confieso que en Alepo fui un hombre feliz. Ni había guerra ni se la esperaba, y la ciudad tenía ese bullicio de las sociedades mediterráneas, ese espíritu fenicio de comerciar en la calle hasta pasada la medianoche, y esa especie de convencimiento de que siempre vuelve a amanecer y de que no tendrá por qué ser un mal día. Hasta los ciegos que se arracimaban en la antigua leprosería parecían integrados en esa optimista agitación, sin peticiones de limosnas, ni súplicas lastimeras. Los burkas y la ropa convencional parecían formar parte del paisaje urbano, como si se hubiera llegado a una convivencia perfecta donde cada mujer optaba por el rigor o por un matiz de decadencia, sin rivalidades ni problemas. Solamente un día de bastante calor, el conserje del hotel sugirió a nuestra mujeres que lo que era inocente en la Turquía de entonces podía no serlo en Alepo, y les rogó que ocultaran un poco más sus maduras carnes. Por lo demás, sus más de dos millones de habitantes seguían construyendo la ciudad con una inmensa confianza en el futuro, y de las terrazas de las casas surgían los postes que sostendrían la próxima planta, porque las casas crecían a medida que crecía la familia. En el caótico orden circulatorio sólo vi un semáforo que procurábamos evitar, porque dentro del desorden había una cierta galantería, y atravesar una avenida inundada de automóviles era menos peligrosos que algunos de nuestros pasos de cebra. Y, ahora, cada vez que los duendes de la noticia traen una imagen de Alepo, parece que siento un latigazo por dentro, un malestar que te niegas a asimilar. Y me siento cómplice de esa destrucción, por muy poca que me corresponda, porque se ha llevado a cabo en un proceso bastante largo y nada secreto. El resultado es espeluznante. Parece como si las más eficaces empresas de demolición de Occidente se hubieran reunido para convertir una ciudad alegre y feliz en una escombrera, en un inmenso depósito de derribos. Peor aún: es la profanación del hombre en su guarida, un poco antes de que su casa sea su tumba y quede el más atroz y horrible de los cementerios. Es algo tan espeluznante como si en las inmensas chatarrerías de coches usados, eso que llamamos cementerios de automóviles, dentro de los vehículos hacinados hubiera cadáveres de conductores y pasajeros en descomposición. Porque, a partir de la Segunda Guerra Mundial, ya llegamos a la conclusión de que cuando se trata de obtener escombros o chatarra, los seres humanos van de regalo en el paquete. INTERNACIONAL Los desastres de la guerra Panorámica de uno de los barrios de la zona oriental de Alepo, tomada por las fuerzas gubernamentales sirias

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