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ABC MADRID 07-09-2016 página 55
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2016 abc. es deportes DEPORTES 55 RONALDINHO NASRI SCHWEINSTEIGER HART YAYA TOURÉ DECO ETO O El brasileño llevaba una vida desordenada y Guardiola prescindió de él nada más llegar al Barça Recién cedido al Sevilla, no contaba para el técnico, que negó que su sobrepeso fuera el motivo principal El caso del alemán obedece más a un tema de rendimiento que a su aura de estrella. Se fue al Manchester Líder indiscutible para la afición del City, el portero ha tenido que salir por sus carencias en el juego de pies El marfileño fue la primera figura del Manchester City campeón, pero su ocaso pedía a gritos una salida Salió junto a Ronaldinho. Guardiola argumentó que quería un vestuario fuerte El entrenador pidió su venta el primer día, pero no fue hasta el segundo año cuando se marchó Al técnico catalán no le tiembla el pulso a la hora de prescindir de grandes estrellas acomodadas ber entrado ya en el ocaso de sus carreras y ser un déficit competitivo para sus equipos. Una idea antes que nombres En su primera temporada en Can Barça Guardiola prescindió de una bestia como Yaya Touré, capital con Rijkaard, para dar el mando en la posición de 5 a un chaval del filial, de nombre Sergio y apellido Busquets. La decisión fue tildada de temeraria, pero el tiempo acabó dando la razón al catalán. Al término de su primer año, el de aquel imborrable sextete Guardiola había dejado clara su prioridad: no había futbolista por encima del grupo. En Múnich, el camino que dejaba atrás el equipo, diametral- GUARDIOLA El rechazo a las vacas sagradas ALEJANDRO DÍAZ- AGERO P ep Guardiola no es un técnico normal. Basta con echar un breve vistazo a su palmarés (seis ligas en siete temporadas, aderezadas con dos Champions League, cuatro copas nacionales o tres Supercopas de Europa) al inconfundible estilo que reviste a sus equipos, o tan solo a cómo vive cada uno de sus partidos desde la zona de banquillos. Guardiola es, en el mejor sentido de la palabra, un enfermo del fútbol. Por ello, vive y sueña con que sus jugadores sigan contra viento y marea la misma doctrina que él defiende con vehemencia. El catalán quiere soldados del entramado táctico en el que desarrolla ese característico juego de posición que articula cada una de sus obras, futbolistas que no duden de a qué deben agarrarse cuando las adversidades llegan en forma de resultado negativo. Solo así se entiende la metamorfosis que tantos deportistas que hacían gala de un marcado perfil antes de entrar en contacto con el hoy entrenador del Manchester City han sufrido en los últimos años. En base a esto, cuando Guardiola aterriza en un nuevo equipo analiza no solo las características de sus futbolistas, moldeables siempre y cuan- do haya voluntad, sino también los perfiles jerárquicos que imperan en la plantilla. Si el técnico se encuentra con jugadores excesivamente acomodados en su estatus de estrellas, que juegan prestando más atención a su dorsal que al interés del colectivo, no duda en trazar una línea roja que les separa de lo que será su equipo. Así desterró a vacas sagradas como Ronaldinho y Deco en su primer año en el Barcelona y a Eto o en el segundo. Luego mostró la puerta de salida a un mermado Schweinsteiger en Múnich y acaba de hacer lo propio con Hart, Nasri y Yaya Touré en Manchester. Podría meterse en el saco a Ibrahimovic, cuyo enfado con el entrenador por darle a Messi todos los galones terminó con el sueco fuera del Barça, pero el caso difiere de los expuestos por haber sido un fichaje del propio Guardiola. En definitiva, el preparador del City rehúye los futbolistas que viven de un estatus alcanzado en su pasado, pese a ha- Pep Guardiola, durante un partido con el Manchester City de esta temporada EFE mente opuesto durante la etapa de Heynckes, suponía una dificultad obvia. Xavi, Iniesta o Piqué no estarían en Baviera. En su lugar, Guardiola se encontraría un equipo en el que el doble pivote era la norma, con una tendencia clara al juego de centro y remate. El reto era inmenso, pero los futbolistas se creyeron a pies juntillas el nuevo testamento de su míster. Así se vio a Lahm, uno de los mejores laterales de la última década, ocupar la posición de medio centro con desparpajo, o a Alaba jugar como central, lateral e interior en un mismo partido. La entrega de los futbolistas al técnico fue tal que no había criba posible, más allá del bajón de nivel de Schweinsteiger. Ribéry, que no logró tener continuidad durante el trienio del español en Alemania, se refirió a él como charlatán en la más clara muestra del sentimiento que impera en el futbolista que no se entrega a las particularidades del técnico. Lo mismo que le ocurrió a Ibrahimovic durante su año en Barcelona. Guardiola no quiere jugadores al uso: necesita un séquito de fieles. Es normal que ahora, en Manchester, prescinda de Yaya Touré. El marfileño llevaba dos años viviendo de su poderío en las inmediaciones del área rival, mientras mostraba una indolencia cuestionable jugando como medio centro en un equipo que pretendía aspirar a cosas importantes en la Champions. Nasri, estrella en diferido que vive de los recuerdos que su talento guardó en forma de highlights de Youtube, volvió a la pretemporada pasado de peso y sin el hambre que la metodología de Guardiola requiere. Hart, portero que nunca llegó a ser el crack que apuntaba, carecía de un juego de pies pulido que permitiera a los citizens articular una salida de pelota en la que el guardameta fuera uno más. Para ello llegó Bravo, que disparará la calidad de esta fase del juego del City, y como consecuencia la del desempeño global del mismo. Lo único que interesa a un Guardiola que no entiende de estatus, egos o privilegios obtenidos en base a méritos del pasado.

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