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ABC MADRID 24-08-2016 página 11
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 24 DE AGOSTO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 11 UNA RAYA EN EL AGUA VIDAS EJEMPLARES LUIS VENTOSO FESTIVAL DE LA INCOMPETENCIA Grandes éxitos de un Ayuntamiento populista de progreso V OY a contar una historia local, porque de lo particular se extraen enseñanzas universales. He pasado unos excelentes días chapoteando en el Atlántico en mi maravillosa ciudad natal, La Coruña (no, no llovía) Desde hace un año disfrutamos de la dicha de ser uno de los laboratorios de los Gobiernos municipales de progreso Manda en el Ayuntamiento perdón, concello una agrupación populista, A Marea, pilotada por desertores del BNG, partido nacionalista- comunista en caída libre, porque a diferencia de los catalanes, los sagaces gallegos pasan de las sectas del propio ombligo. Encubiertos bajo la marca de Marea quedaron de segundos en las municipales, pero el visionario estratega apellidado Sánchez les regaló el poder. La Marea está haciendo historia. Nunca he visto mi ciudad tan guarra, con tantas pintadas y roña en las aceras, y con los servicios públicos peor atendidos (por ejemplo, tuve que recorrer tres contenedores de reciclaje hasta encontrar uno que no rebosase) También puedo hacer un resumen sencillo de los proyectos nuevos de calado que han impulsado: ninguno. El festival de la incompetencia. Eso sí: son guays, van en camiseta, falan galego. Pero su gestión de la vida pública es como si pones a mi intrépido sobrino de ocho años a conducir un Ferrari. Heredaron del alcalde anterior la extraor- dinaria obra de peatonalización de La Marina y han necesitando meses y meses para reordenar fatal el tráfico. Abandono de las empresas, mugre en las calles, lacerante falta de ideas, resabios sectarios contra quienes piensan diferente feixistas fascistas) La calle Real, la vía comercial histórica de la ciudad, se ha convertido en la Pasarela Top Manta. Da igual. Visten camiseta y están revisando la guerra civil de hace 80 años, sin duda el asunto más urgente para los coruñeses del siglo XXI. Me cuentan conocidos en el Ayuntamiento que llegaron retirando asesores. Arribaba la nueva política. Pero ya han superado la cifra anterior. Los coruñeses, a los que adorna una ironía fina y revirada, los apodan Jane Austen, la novelista de Sentido y sensibilidad ¿La razón? Cada vez que son incapaces de solventar en plazo una gestión elemental, que es siempre, se acogen al siguiente mantra- excusa, que debe pronunciarse con voz queda y meditabunda: As cousas hai que facelas con sentidiño e sensibilidade Pero estoy siendo mendaz. Sí han hecho cosas. Se cargaron los toros nada más llegar (por españolistas) Han laminado el Festival de la Ópera de La Coruña, uno de los más antiguos de España (arte de señoritos) Han cambiando el nombre a las calles, tocándoles la zanfoña a vecinos como mi madre, que llevaban 40 años viviendo encantados, sin reparar en que su vecindario llevaba el nombre de un peligroso feixista Han iniciado un pleito psicodélico contra el arzobispado para hacerse con la titularidad de los atrios de dos iglesias románicas, que ya son de uso público, con lo que nada cambiará (pero un toque de anticlericalismo mola) A través de una concejala energúmena han puesto a parir a Ortega e Inditex, de cuya milagrosa empresa vive media ciudad. Pero tal vez lo más grave de todo es que han iniciado un revanchismo absurdo e imposible contra la burguesía liberal que supo hacer de la ciudad la mejor de Galicia, pionera incluso en la recuperación de la lengua gallega. No hay por donde cogerlos, y como coruñés bien que lo siento. La basura, amiguiños no es de derechas ni de izquierdas. Simplemente o se recoge o no. Pero ya sé lo que me van a contestar: Feixista IGNACIO CAMACHO LAS AFINIDADES NOMINALES Cuando los proyectos ideológicos se diluyen en la necesidad del poder, lo único importante de un pacto es su firma L JM NIETO Fe de ratas A política española ha llegado a un punto de desideologización y de ausencia de proyectos en que lo importante de un pacto no son sus estipulaciones sino su firma. Si Ciudadanos quisiera imponer al PP una subida de impuestos del 75 por ciento o el aborto obligatorio para los fetos con malformaciones, a gran parte de los votantes populares les parecería de perlas con tal de que los diputados de Rivera apoyen la investidura de Rajoy. La base electoral del centro derecha sólo desea un compromiso rápido entre dos partidos que considera compatibles de forma automática, del mismo modo que los simpatizantes de la izquierda verían con buenos ojos cualquier clase de alianza que desalojara al marianismo. La identidad sectaria de las siglas ha reducido el debate de ideas a una mera pugna de partidos y partidarios. Una confrontación en la que sólo interesa la ocupación del poder por el bando propio en nombre de unas supuestas afinidades biográficas o nominales. La sacralización del diálogo es la coartada de la renuncia a las convicciones. En febrero el PSOE se tragó la supresión de las Diputaciones bien es verdad que porque no pensaba llevarla a efecto en el improbable caso de que la intentona de Sánchez cuajara que desamparaba a media España rural. Ahora el PP está a punto de suscribir un documento que va a liquidar la presunción de inocencia de los políticos y a promover un sistema electoral capaz de consagrar la ingobernabilidad perpetua. Por fortuna los gurús económicos de C s son sensatos y proponen medidas razonables en materia fiscal y laboral; de lo contrario habría que hacer rogativas para que los socialistas mantengan su contumaz bloqueo. Es posible que los marianistas confíen en diluir poco a poco los aspectos más polémicos del convenio que acuciados por la necesidad están negociando a contramano de sus certezas. En especial esa reforma de las circunscripciones que necesitará la concurrencia de un PSOE al que tampoco conviene un exceso de proporcionalidad. En todo trato hay que hacer mutuas concesiones, pero aceptar la supresión del aforamiento deja a tiro de venganza personal a cualquier representante público, y el cese inmediato de los imputados tritura de facto las garantías constitucionales. Como se trata de asuntos blindados por el mantra de la regeneración y que afectan en exclusiva a la odiosa clase dirigente, la opinión pública permanece encogida de hombros ante la letra pequeña de la negociación: firmen pronto y déjense de tiquismiquis legalistas. Se diría que lo único que cuenta es el resultado, la foto de las manos enlazadas y una votación con suficiente masa crítica de escaños. A base de confundir la ideología con las preferencias emocionales, entre todos estamos a punto de vaciar de contenidos la política. Eso que en teoría consiste en forjar un proyecto para un país, no en transar el precio de gobernarlo.

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