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ABC MADRID 21-08-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA DOMINGO, 21 DE AGOSTO DE 2016 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO LA LATA DE BONITO Allí estaba una metáfora perfecta de la crisis de valores H AY gente aficionada a cotejar los horarios de los trenes, o a coleccionar botijos, o incluso a las brasas de La Sexta. Mi afición friki radica en que me encantan los supermercados. Soy lo suficientemente viejo para pasmarme ante el hecho de que en cualquier súper de barrio de la España actual puedes encontrar cerveza mexicana y holandesa, yogures de más colores que las confluencias de Podemos, anaqueles de comida ñoño- ecológica, panes de molde de seis tipos, buen embutido y carne, pescado decente excelso comparado con el que se vende en Inglaterra y un arsenal de productos de limpieza que nos deja boquiabiertos a los de la era de la lejía Conejo y el correoso papel higiénico El Elefante. Donde ya goleamos a otros países es en la fruta y la verdura fresca, un alarde tan cotidiano que solo aprendemos a valorarlo cuando viajamos fuera. El festival de calidad de nuestros supermercados me congratula, porque supone un reflejo certero del impresionante salto de calidad de vida que ha dado España en sus fecundos años de democracia (hoy cuestionados por los paladines de la efebocracia, muchachos sin memoria, salvo para enredar con la Guerra Civil de sus bisabuelos, que carecen muchas veces de vida laboral y cultivan el desprecio hacia su propio país) Haciendo la compra en un establecimiento de una excelente cadena coruñesa, me sorprendió ver que una simple lata de bonito Palacio de Oriente, que costaba poco más de dos euros, estaba protegida dentro de una caja de plástico candada, como se hace con las cuchillas de afeitar. Al pagar, le expresé mi extrañeza al joven cajero ante tal alarde de protección. Uy, si supiera usted lo que roba la gente... me respondió el chaval. Luego, ya gustándose, añadió con aire novelesco: ¡Ay, lo que yo he visto en esta caja! En los Juegos de Río llevamos unas cuarenta medallas menos que los británicos y en productividad estamos muy lejos de los alemanes. Pero en mangancia somos una potencia: España es el sexto país del mundo donde más se roba en el supermercado y el tercero de Europa. Brillamos también como uno de los grandes en el pirateo de películas y los ayuntamientos populistas ya ni se molestan en impedir el escándalo del top- manta. Un amigo suele repetir que lo que nos diferencia de países europeos más prósperos es que ellos se portan mejor que los españoles cuando nadie los ve Las latas de bonito de alta seguridad son una metáfora de una crisis de valores (España ha sido mucho más pobre que hoy y no se robaba a esta escala) Hay algo hipócrita en el amargo y constante lamento sobre nuestros políticos, pues no dejan de ser un reflejo visible de la sociedad que hemos construido. Los valores del cristianismo están siendo arrumbados, pero no acaba de aflorar una ética laica que los sustituya, sobre todo en las familias. Ese es el caldo de cultivo que luego trae los Bárcenas, los ERE, los Urdangas... Y no se va a arreglar con los cosméticos corsés morales de Bisagras Rivera. Lo decisorio es lo que se enseña en hogares y escuelas. Ahí se define quién será un tío normal... o un chorizo que guinda latas de bonito. PROVERBIOS MORALES JON JUARISTI SICOFANTES En la democracia antigua no había partidos de delatores. Hoy abundan NTES de irse de vacaciones, Álvaro Delgado- Gal me deja materia para una reflexión melancólica: Las democracias que hemos conocido dice pronto terminarán como la primera democracia de la Historia, la de Atenas. Se están derrumbando ya, carcomidas por enjambres de sicofantes Qué bonita palabra, sicofantes. Es un término del griego ático que salía mucho en la oratoria de tradición castelarina; ahora no se usa tanto. Al último que se lo oí, antes de a mi amigo Álvaro, fue a don Manuel Fraga, que a veces se comía una sílaba de en medio y sonaba entonces como sifantes. Su etimología tenía que ver con los higos, a saber por qué. En Atenas designaba a los delatores profesionales, chivatos a sueldo que levantaban falsos testimonios sobre determinados ciudadanos, preferentemente políticos, a los que, a causa de estas acusaciones, se condenaba a beber la cicuta, como al pobre Sócrates, o se sometía al ostracismo, vale decir al destierro. Ostracismo viene de ostra, y esto sí está más o menos claro. La asamblea de los ciudadanos se reunía para votar la suerte de los imputados, cuyos nombres se escribían en ostracones, trozos de loza en forma de concha que se introducían después en ánforas, tinajas o botijos de anchísimo pitorro fabricados al pie del Partenón, es decir, en el barrio que todavía hoy se conoce como el Cerámico. Si había más votos a favor que en contra de la expulsión, pues carretera y manta. Con el tiempo, A se empezó a votar directamente a mano alzada, como en las acampadas de los indignados, porque la gente, o sea la Gente, suele perder a la vez la vergüenza y la afición a la escritura. A medida que aumentaba el número de sicofantes y la gente, o sea la Gente, le cogía gusto a envenenar al vecino o mandarlo a Parla, los políticos se iban desanimando y, una de dos: o se volvían sicofantes ellos mismos o se convertían en filósofos helenísticos, unos pelmas a los que ya no se les entendía nada de tanto hablar en griego políticamente correcto. En cualquier caso, la democracia languidecía y se trocaba en demagogia, como observó Aristóteles, pensador de derechas. Lo que no había en Atenas era partidos de sicofantes, como ahora. Un partido de sicofantes es muy fácil de reconocer. Sus líderes van de buenazos, de santurrones y de muy preocupados por las aflicciones de la humanidad. Suelen comenzar sus discursos dando el pésame a las familias de los muertos del día en atentados terroristas, hundimiento de pateras o accidentes masivos de aviación o de tráfico por carretera o marítimo, que nunca faltan. El truco les suele funcionar muy bien en los debates a cuatro, cuando los otros tres tienen prisa por soltar sus rollos respectivos y se olvidan de presentar las preceptivas condolencias a todo el universo mundo. Pero donde verdaderamente se conoce a los sicofantes es en su obsesión por moralizar la política ajena, ya que carecen de cualquier cosa que se parezca a una propia. Lo suyo es incitar a los demás a montar comisiones de investigación, auditorías monumentales y autos de fe. Algún partido hay de éstos que se ha pasado diez años en un parlamento autonómico con el pretexto de frenar la corrupción y el secesionismo rampante, y al final resulta que ni se olían el garito que tenía montado desde cuarenta años atrás el presidente más histórico de su comunidad con su familia nuclear (más peligrosa que la central de Chernobil) ni impidieron que el actual se aprestase a proclamarse lo mismo de una nueva república independiente. A eso se llama hacer una oposición crítica y eficaz. En algo tienen razón y es en que no tienen nada que ocultar. Es verdad. Ni que ocultar ni que enseñar a nadie, majetes.

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