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ABC MADRID 06-08-2016 página 11
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ABC MADRID 06-08-2016 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 6 DE AGOSTO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 11 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EL ARCHIVILLANO TRUMP El mundialismo no puede permitir que se entorpezcan sus designios A LLÁ en la adolescencia, para guiar mis lecturas, tenía fichados a tres o cuatro críticos pelmazos, de contumaz querencia por el bodrio, que me servían de prescriptores a la inversa; y así, cada vez que denostaban una novela, yo me apresuraba a leerla, en la seguridad de que no me disgustaría. Este criterio de prescripción a la inversa lo sigo empleando todavía, y no sólo para guiar mis lecturas; así, por ejemplo, basta que un personaje sea vituperado por los archipámpanos del mundialismo, o por sus corifeos y mamporreros, para que lo mire con cierta benevolencia e interés. Así me ha ocurrido con Donald Trump, vituperado por Obama, Hollande y Bergoglio. Un tipo que ha sido denigrado por este trío no puede ser enteramente malo; y considerando, además, que los vituperios de estos archipámpanos son luego jaleados por toda la prensa sistémica, y comulgados con unción por las masas cretinizadas, hay que empezar a considerar seriamente que tal vez Trump sea un escollo para los designios del mundialismo. Resulta, además, muy aleccionador comprobar cómo la intoxicación mediática contra Trump propala chuminadas sin enjundia, en la seguridad de que las masas, de tan cretinizadas, se conformarán con cualquier piltrafilla para apartar su atención de las bestialidades perpetradas por la adversaria de Trump, la bruja Hilaria, hija predilecta del mundialismo. Así, por ejemplo, en los últimos días hemos sabido que las primarias del partido demócrata fueron amañadas para garantizar que Sanders resultase derrotado; y también que la bruja Hilaria formó parte de la dirección de una corporación industrial que ha hecho negocios en las guerras de Irak y Libia y todavía en la actualidad vende armas a las alimañas de Estado Islámico. Pero las masas cretinizadas no han prestado atención a estas pequeñeces, ocupadas en escandalizarse ante los desmanes del archivillano Trump propalados por la prensa sistémica. ¿Y cuáles son los desmanes perpetrados por el archivillano Trump? Pues, por ejemplo, afear a un matrimonio mahometano que utilice la muerte de un hijo militar para hacer proselitismo político; y recordar algo tan obvio como que las mujeres mahometanas están sometidas tiránicamente al marido. Además, el archivillano Trump ha solicitado con notoria irritación que desalojasen a un niño que con sus lloriqueos lo interrumpía constantemente. Y, en fin, nos han mostrado unas fotos de intención erótica que la señora del archivillano Trump se hizo, allá en la juventud; lo que, sobre todo, nos ha servido para comprobar que la señora Trump está cañón. Yo siempre he profesado mucha admiración a los tipos que se llevan al huerto a las señoras cañón (incluso cuando son más cañón que señoras) aunque sean millonarios. Pues también hay millonarios como Bill Clinton que se llevan al huerto unas brujas horrendas de las que nunca nos mostrarán fotos juveniles de intención erótica (puesto que su exhibición tendría efectos eméticos) y que luego, para resarcirse de las brujas, tienen que consolarse con becarias jamonas. Resumiendo: durante la última semana hemos sabido que el archivillano Trump no necesita consolarse con becarias jamonas, porque tiene en casa jabugo; que considera que la religión mahometana oprime a las mujeres; y que se enfada cuando los niños llorones no le dejan hablar. Entretanto, la bruja Hilaria amaña las primarias de su partido y aliña guerras para que sus amiguetes abastezcan a las alimañas yihadistas. Con razón el archivillano Trump ha declarado, para escándalo de panolis, que las elecciones presidenciales de noviembre estarán tan amañadas como las primarias demócratas. El mundialismo no puede permitir que un tipo tan malvado entorpezca sus designios. IGNACIO CAMACHO LOS JUEGOS FECALES Aguas fecales en Río: metáfora de la degradación olímpica. Juegos manchados de política, de corrupción y de dopaje N pleno caos olímpico de Río de Janeiro, con la protesta invadiendo las calles y los sifones sanitarios reventados en la villa de los deportistas, sería un ejercicio de odioso ventajismo acordarse de que en 2009 había una candidata llamada Madrid que tenía la mitad de las infraestructuras construidas. O no. Lula ganó los Juegos con un mapa el del olvido de Suramérica en la historia de las sedes un sugestivo discurso sobre el paradigma de los países emergentes y la promesa de un negocio constructor a gran escala. Hoy él y su sucesora están procesados por corrupción y Brasil es un polvorín social, un colapso económico y un fracaso político. Pero no son sólo la desastrosa organización y la inestabilidad brasileña los factores que amenazan los Juegos 2016. La cúpula del COI está diezmada por los sobornos, Rusia no puede competir por dopaje de Estado y todo el olimpismo sufre las sacudidas de la tensión geopolítica y los escándalos del hiperprofesionalismo. La rutilante herencia de Samaranch ha quedado malversada hasta el punto de que en Barcelona, la ciudad que le debe su proyección a la modernidad, su nombre está en la picota simbólica del rencor populista. Y la sombra del engaño tramposo, la sospecha de fullería sistemática, afecta al ámbito sagrado de las pistas. A la limpieza de la competición misma. Cuando la política entra por la puerta, el deporte salta por la ventana. El movimiento olímpico anda envuelto en una crisis parecida a la de los años 80, la de los boicots de Moscú y Los Ángeles, de nuevo con la rivalidad estratégica de las potencias como factor de una discordia internacional agravada por la incertidumbre financiera y la intimidación del terrorismo. En estas condiciones, una nación en apuros como Brasil no es que no pueda garantizar el éxito, sino apenas una mediocre normalidad que ya fue imposible en el pasado Mundial de fútbol. El sanedrín de influencias del COI no quiso escuchar aquel aviso; estaba demasiado sujeto por los lazos invisibles de sus compromisos. Y luego está la mancha del dopaje, que extiende una pringue de duda sobre el espíritu de igualdad deportiva y tizna las medallas con un interrogante sombrío. En Pekín se hizo la vista gorda sobre los asombrosos progresos atléticos chinos, y ahora los deportistas rusos se han estrellado contra el espeso filtro de un escrutinio colectivo. La metáfora más nítida de esta degradación de las Olimpíadas es el reventón de las cañerías en las viviendas de los atletas y la advertencia a los regatistas de que si se caen de la embarcación tendrán que nadar entre aguas fecales. Las ucronías son ficción; nadie garantiza que en otra sede los Juegos habrían sido mejores ni moral o físicamente más limpios. Pero es dudoso que en alguna ciudad mejor preparada pongamos que hablo de Madrid los participantes corriesen peligro de tragar, literalmente, mierda. E JM NIETO Fe de ratas

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