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ABC MADRID 27-07-2016 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 27 DE JULIO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 13 TRIBUNA ABIERTA REFERENDOS Y RESPONSABILIDAD Demócratas El problema está en Hillary La Convención Demócrata ha servido para confirmar que, pese a toda la artillería desplegada en apoyo de Hillary Clinton, las cosas no pintan como estaba previsto. La sombra de Donald Trump es alargada y la figura del estrafalario magnate se ha convertido en una amenaza real para una candidata que no es referente de casi nada. En el Partido Demócrata se han encendido todas las luces rojas, aunque la Convención haya tratado de insuflar esperanza y optimismo. Lo cierto es que con las elecciones a la vuelta de la esquina, las aspiraciones de Hillary Clinton no crecen, sino todo lo contrario, a tenor de las últimas encuestas. Donald Trump sigue avanzando, un escenario que no estaba previsto y que obliga a los estrategas demócratas a un cambio en profundidad de la campaña. Hillary no desata pasiones y es vista incluso por los suyos como un mal menor, pero no seduce ni encandila al electorado. Así que, detrás de la música y el confeti, lo que late es un problema mayúsculo, porque la candidata no tira. POR ÁLVARO DE DIEGO Napoleón apreció las fórmulas cesaristas que le allanaban un fácil amaño de los resultados E otro tienen igual de claro, como los maquinistas de aquellos trenes texanos, que si uno de los dos no se mueve la situación se eterniza. Y así estamos. Entiendo que ambos son lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de esta situación. ¿Acaso hay en España una ley que ratifique que cuando los intereses de dos políticos se crucen la situación debe permanecer enquistada hasta que uno de los dos mueva ficha Un poco de sentido de Estado, por favor. JOSÉ MARÍA LORENTE VALENCIA Pueden dirigir sus cartas y preguntas al Director por correo: C Juan Ignacio Luca de Tena 7. 28027 Madrid, por fax: 91 320 33 56 o por correo electrónico: cartas abc. es. ABC se reserva el derecho de extractar o reducir los textos de las cartas cuyas dimensiones sobrepasen el espacio destinado a ellas. SCRIBIÓ Apiano, un coetáneo de Trajano, que la imprudencia precede a la calamidad Ningún epitafio político mejor para David Cameron, el nefasto ex premier que por dos veces ha probado los riesgos inherentes a la llamada democracia directa No atravesamos en Occidente tiempos de esplendor como los que alumbró la dinastía antonina, partera, a juicio de Gibbon, de la época más feliz de la historia de la humanidad Es más, la irresponsable convocatoria de referendos por parte de líderes democráticos expresa la ausencia de auténticos estadistas. Estos últimos trasladan a los ciudadanos, en un envite a todo o nada, lo que corresponde resolver madura y reposadamente en el seno de los partidos políticos, cuyo programa irrenunciable se decanta con pausa en los parlamentos que se arrogan legítimamente la soberanía. Ejemplos hay en el referéndum griego de julio de 2015 convocado por Tsipras o en el que Hungría celebrará este otoño al respecto de la política inmigratoria comunitaria. Sin embargo, los casos más obscenos corresponden al ex primer ministro británico. Choca que un país que enfiló la senda del liberalismo desde la Carta Magna de 1215 se permitiera el lujo de decidir a cara o cruz la permanencia de Escocia (con la exigua participación del 62 por ciento del censo) y luego con pertinaz incompetencia reabra la herida con las consecuencias de un Brexit imprevisto. Mucho se ha debatido sobre los peligros de la democracia directa que, arrancando en la rousseauniana voluntad general ha justificado el poco practicable asambleísmo o el repudiable centralismo democrático de la ideología marxista- leninista. El referéndum es una técnica de democracia semidirecta que debe ser siempre complementaria de la democracia representativa. Su uso responsable ha de administrarse con el cuidado que se aplica en la manipulación de los venenos o en la elaboración y conservación de las porcelanas. Solo de pasada se ha tratado la inclinación de las dictaduras hacia este tipo de consultas populares. Napoleón apreció las fórmulas cesaristas que le allanaban un fácil amaño de los resultados. Y precisamente este año se cumplirá medio siglo del último de los plebicistos convocados por el general Franco: el de la Ley Orgánica del Estado (LOE) Una ley fundamental del régimen había merecido previamente su controvertida ratificación en las urnas. La Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947) proclamaba a España un Estado católico, social y representativo (sic) que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino Suponía en realidad un aval a la magistratura vitalicia de Franco y la atribución a este de la facultad de designar un sucesor a título de Rey entre los varones católicos de estirpe regia En pleno aislamiento internacional el franquismo convocó un referéndum para revalidar la ley. Lo hizo cuidadosamente. Encargó un sondeo previo al aparato del Movimiento, que dilucidó que solo dos provincias eran notoriamente antifranquistas (Guipúzcoa y Vizcaya) mientras que otras seis se revelaban dudosas El 95 por ciento del electorado votó sí. Pese a la intensa propaganda a favor del voto afirmativo (con la consiguiente prohibición de la contraria) y la manipulación electoral, no cabe duda de que por entonces la dictadura contaba con un amplio respaldo popular. De hecho, y aunque exigua, probablemente la oposición más significativa fuera la del juanismo, reacio a esa singular monarquía electiva Dos décadas después el crecimiento socio- económico sonreía a España y un septuagenario Franco se disponía a dejar su legado atado y bien atado En ese momento la Ley Orgánica del Estado (LOE) implicaba una regulación orgánica del conjunto de las instituciones franquistas, así como la incrustación de la monarquía en una dictadura constituyente y de desarrollo (Fernández Carvajal) La nueva cita con las urnas se produjo un miércoles, el 14 de diciembre de 1966, para fomentar la participación, que era lo que preocupaba a las autoridades. Con las restricciones habituales, el ministro Fraga se empeñó en identificar la LOE con su promotor Votar sí es votar Franco que intervino en televisión para solicitar el sufragio positivo. Aunque un resultado imprevisto tampoco hubiera sido muy lesivo (decir no a la LOE habría dejado todo como estaba) solo un 14 por ciento del censo se manifestó en contra de la ley fundamental, y ello si añadimos la abstención a los votos ne- PIEDRA gativos (apenas un 5 por ciento) Un exultante Jefe del Estado (es un decir, tratándose del militar africanista) adelantaría su habitual mensaje de Año Nuevo a la Nochebuena para dar las gracias a los electores. Una década después, y ya desaparecido Franco, Juan Carlos I sometía a referéndum la Ley para la Reforma Política que abría la puerta de la democracia. Ese 14 de diciembre de 1976 los españoles ratificaron mayoritariamente el texto. Los procuradores franquistas lo habían debatido y aprobado en Cortes protagonizando una de las páginas más limpias y honorables de nuestra historia contemporánea. En este caso sí se utilizó de forma juiciosa y con un objetivo irrebatible el referéndum: la devolución de la soberanía al pueblo español, su titular legítimo incontestable. ÁLVARO DE DIEGO ES DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DE LA UNIVERSIDAD A DISTANCIA DE MADRID

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