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ABC MADRID 26-07-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MARTES, 26 DE JULIO DE 2016 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU MAGIA Treinta y tantos años y aún cree que los reyes dejan regalos y hacen magia, que se les puede incluso transferir las responsabilidades de adulto U N hijo se me acerca inexorablemente a la edad en la que sólo ciertos desengaños pueden demostrar que su inteligencia progresa adecuadamente. Dicho de otro modo. Si al final de la próxima Navidad sigue creyendo que los regalos son consecuencia de la magia y no del trabajo, si aún piensa que un camello masticó apio en nuestro salón mientras un barbado ser mitológico deglutía turrón de chocolate sentado en mi sillón de leer, no me quedará más remedio que sacarlo yo mismo a empujones de su Disneylandia mental para que no demore por más tiempo su resignación a las prosaicas miserias terrenales. Aquí quedaría fenomenal una punch- line graciosa si dijera que mi hijo tiene treinta y tantos años, como Rivera. Como Rivera, sí. Ay, Rivera. Treinta y tantos años y aún cree que los reyes dejan regalos y hacen magia. Que se les puede incluso transferir las responsabilidades de adulto, como las que uno asume voluntariamente cuando pide un mandato popular y, una vez concedido éste, no sabe qué hacer con él. Más lágrimas se derraman por las plegarias atendidas, y Rivera pidió ser Suárez, un personaje vertebral, central, alrededor del cual pivotara todo. Pero sin delegarlo, sin transferirlo, sin despejarlo a córner, sin pedir luego que sea otro el que se haga cargo de la tarea. El nuestro es un pueblo providencialista que siempre se sintió cómodo confiando más en la magia que en el mérito de ahí la importancia cultural de la lotería y delegando en la infalibilidad de un ser tutelar Vivan las caenas ya fuera éste un rey absolutista, un dictador o un Estado proveedor. El reinado de FB 6, tan aséptico en su rendición a las limitaciones constitucionales, coincide ahora con el embrollo y el fracaso de la política. Contra el hábito de los cirios petitorios, la reticencia de este Rey a jugar ciertos juegos puede constituir una lección para los españoles que transfieren demasiado a la providencia y que salieron de la Transición convencidos de que la del Monarca era una figura taumatúrgica. ¡El paralizador de carros de combate! ¡El urdidor de reconciliaciones como por hipnosis entre las dos Españas! Deberíamos estar ya en una fase más madura en la cual el Parlamento emanado de las urnas fuera capaz de hacerse cargo por sí mismo de los asuntos que le competen. Sin transferencias al ser providencial. Y sin pretender que un Jefe de Estado maniobre más allá de las fronteras legales impuestas por la Constitución. De todo esto se enterará mi hijo antes que Rivera. Mientras, tirar sobre la mesa un comodín tan importante como el del Rey, cosa que también trató de hacer Rajoy durante el primer bloqueo, revela una confesión implícita de impotencia propia que debería ser motivo de apartamiento. Ningún diputado puede admitir que las soluciones para el país son extraparlamentarias sin manifestar por añadidura que el Parlamento es una herramienta inservible en sus manos. COSAS MÍAS EDURNE URIARTE CUANDO EL PUEBLO SE EQUIVOCA El pueblo ha intervenido para tomar unas decisiones que no han gustado nada a los defensores de la democracia directa RONTO caerá el mito de la nueva política, con contribuciones importantes desde España de Podemos y de C s. Pero hay un mito que ya ha caído en los últimos meses en toda la democracia occidental: el mito de la democracia directa y participativa, la idea de que una profundización de la democracia ha de hacerse con el aumento de los mecanismos de democracia directa, como los referéndums, y con la extensión de la democracia más participativa. Por aquello de que la democracia indirecta, la del gobierno de los representantes, está manipulada por las élites y el pueblo debe intervenir masivamente para salvarla. Pero resulta que el pueblo ha intervenido a lo grande para tomar unas decisiones que no han gustado nada a los defensores de la democracia directa y participativa. El pueblo ha decidido sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea en contra de una buena parte de las élites políticas, económicas y culturales, y ese mismo pueblo también ha decidido elegir a Trump candidato a la presidencia de Estados Unidos, en abierta discrepancia con las propias élites del Partido Republicano. También el pueblo le ha dado más del 20 por ciento de los votos a un partido extremista y populista en España, pero bien es cierto que esto no les parece mal a muchos de los defensores de la democracia directa. Lo que les ha P destrozado sus esquemas ideológicos es lo del Brexit y lo de Trump, cuando han descubierto, de repente y con dos grandes golpes al mismo tiempo, que el pueblo no sólo puede llevar al Gobierno a populistas de extrema izquierda, sino que puede cometer equivocaciones de signo contrario. Y he aquí a todo el progresismo occidental defendiendo por primera vez que quizá la multiplicación de los referéndums no sea todo lo deseable que parecía. O criticando duramente a David Cameron por poner en manos del pueblo la decisión sobre una cuestión muy controvertida en Gran Bretaña desde hace décadas. Pero ¿no había que consultar al pueblo todo aquello que generara debate social? ¿No hizo Cameron lo que ha exigido una buena parte de las élites intelectuales y políticas desde hace mucho tiempo? También en el mundo universitario, en el que las teorías sobre la democracia participativa o radical cuentan con el apoyo entusiasta de la izquierda académica, mayoritaria en casi todas partes. A partir de ahora, podrían hacer lo que han hecho, por ejemplo, con los movimientos sociales: considerar como tales tan sólo a los que les gustan ideológicamente y desechar a los que les desagradan; lo hicieron en España con el movimiento antiterrorista o lo hacen con el movimiento antiabortista. Pero me parece que lo del Brexit, lo de Trump, va a ser imposible de obviar. Y tendrá también efectos en el debate sobre las primarias en los partidos políticos, sobre sus supuestas virtudes frente a la democracia indirecta de los delegados. Cuando ese sistema tan participativo como el estadounidense, en el que el pueblo le quita a la cúpula de los partidos la decisión sobre los candidatos a presidente, ha dado como resultado la elección de un candidato nefasto como Donald Trump. Y que hasta podría llegar a ser elegido presidente de los Estados Unidos, porque el pueblo puede equivocarse igualmente con los mecanismos habituales de la democracia indirecta y sin que las élites de los partidos puedan hacer nada para evitarlo. El pueblo ha interiorizado ese lema tan políticamente correcto de que el pueblo siempre tiene razón, y, para demostrarlo, lo mismo han votado por el Brexit que por Donald Trump que por Podemos en España.

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