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ABC MADRID 19-07-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MARTES, 19 DE JULIO DE 2016 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU LA RESERVA Israel lleva tiempo avisando a Europa de que también nosotros terminaremos sintiéndonos como en una reserva NTES de que la conferencia de Wansee decidiera y planificara en términos industriales la Solución Final, antes de que los einsatzgruppen comenzaran en el Este el genocidio con recursos tan artesanales como el disparo a la cabeza, el plan nazi respecto de los judíos no era tanto la liquidación como la expulsión y el reasentamiento. En esa etapa fue diseñado el Proyecto Madagascar, que consistía en encerrar en esa isla africana a todos los judíos europeos, y que fue desestimado, si es que alguna vez se tomó de verdad en serio, por la inmensa complicación logística del transporte: volverlos humo en fábricas de la muerte también era complejo, pero menos. En una de sus reflexiones más provocadoras, George Steiner se acordó de todo esto y dijo que el Estado de Israel representaba, desde una perspectiva algo tortuosa, el triunfo de los anhelos de Hitler. Los judíos europeos asumían que no podían vivir en el continente que los metió en hornos y que podría volver a hacerlo, que debían abandonar los países en los cuales habían nacido para encerrarse voluntariamente en una reserva donde existirían para siempre lejos de sus referencias culturales, rodeados de enemigos, de odios y de peligros. Como dice un amigo, esto no habría ocurrido si en el 45 se les hubiera dado Baviera. Cómo será el aislamiento en esa reserva, que Europa habla ahora de nuevas técnicas terroristas low- cost (el apuñalamiento, el atropellamiento) que en Israel llevan años en práctica precisamente para ahondar una sensación a la que acaba de sucumbir Francia definitivamente: ni en tu propio suelo te sentirás a salvo, hasta las herramientas de tu vida cotidiana las temerás como a armas del enemigo, hasta el tipo que se sube al autobús o dobla la esquina en un camión de congelados te llenará de pavor. Esas son las condiciones de la vida habitual en la reserva que el terrorismo siempre quiso introducir en Europa. Que no existiera conciencia de lo que sucedía en Israel puede deberse a crónicas de la prensa española como una que era posible leer este fin de semana en la que se decía que los atropellamientos eran usados contra tropas de ocupación ¿familias, mujeres y niños, aplastadas en una parada de Tel- Aviv, son tropas de ocupación? No me joda, hombre. Israel lleva tiempo avisando a Europa de que también nosotros terminaremos sintiéndonos como en una reserva rodeada de odio y peligros, más allá de la particularidad de que aquí los odiadores nacieron dentro. Cuando Valls, en una frase mucho menos frívola de lo que puede parecer, dice que los franceses, y por añadidura los europeos, deben acostumbrarse a ser masacrados cada cierto tiempo, el reflejo mental hace que uno recuerde de inmediato esas imágenes de matrimonios jóvenes israelíes componiendo una estampa típica de domingo en algunas zonas periféricas: el niño en el carrito, un helado en la mano y, colgado del hombro, un fusil de asalto. Era verdad. Venía para acá. A COSAS MÍAS EDURNE URIARTE EL PELUQUERO DE HOLLANDE Asombroso ha sido comprobar de nuevo la resistencia de algunos a admitir el carácter terrorista de la matanza AN solo unas horas antes del brutal atentado terrorista de Niza saltaba en Francia el escándalo del peluquero de Hollande. O de los 10.000 euros mensuales que los contribuyentes franceses pagan por el peinado de su presidente. El asunto dio para algo de humor vamos a votar por Juppé y ahorramos en peluquero escribía un ciudadano en la web de Le Figaro y, sobre todo, para comprobar el radical contraste entre la claridad moral y la indignación social por el peluquero y la confusión y los titubeos ante el hecho realmente grave que ocurría justamente después, el atentado yihadista de Niza. El primer problema es sencillo, y el segundo, de una inmensa complejidad, y nada tienen que ver sus dimensiones. Pero su coincidencia en el tiempo tiene interés para poner de relieve ese habitual contraste entre la sociedad, los medios de comunicación y algunos políticos que tienen sus indignaciones y respuestas preparadas para asuntos como la corrupción política o los excesos del Estado y, sin embargo, prefieren la confusión analítica y moral y la huida ante otros que requieren de decisiones difíciles y de compromisos dolorosos. Asombroso ha sido comprobar de nuevo la resistencia de algunos a admitir el carácter terrorista de la matanza y su vinculación con Daesh. En T España más que en Francia. Creo que nadie ha llegado en Francia al extremo de Podemos- Vallecas, que lo ha calificado de accidente de tráfico instrumentalizado mediáticamente como ataque terrorista para infundir miedo Pero bastantes han jugado durante días con la teoría del desequilibrado, del odio individual, de la locura o, incluso, del lobo solitario sin vinculaciones claras con un grupo terrorista. Ya lo hicieron con la matanza de Florida, y, en ese caso, hasta contribuyó el propio presidente Obama, deseoso de evitar el reconocimiento de la vinculación con el terrorismo organizado que le obliga a unas políticas militares diferentes y le coloca ante parecida tesitura política de ese antecesor, Bush, las Torres Gemelas, que quiere olvidar. Cierto que, en Francia, el propio presidente Hollande reconoció la misma noche del atentado su carácter terrorista y su determinación de combatir a Daesh tanto en el interior como en el exterior. Pero esa pretensión de crear confusión sobre la naturaleza del atentado ha ocurrido allí como aquí. Hasta tal punto que el presidente de Los Republicanos, Nicolas Sarkozy, pidió el domingo que se deje de llamar desequilibrados a estos terroristas y que se reconozca al enemigo porque estamos en guerra, en guerra total, y nuestros enemigos no tienen ni tabús, ni fronteras ni principios y esto será o ellos o nosotros Es el problema de Occidente, que hay un afán precisamente por no reconocer el problema, y no porque sea mucho más complejo que el del peluquero de Hollande, sino porque el reconocimiento obliga a determinadas respuestas. Por eso ha interesado tanto el Informe Chilcot sobre la guerra de Irak y sus críticas a Blair, Bush y Aznar. Se trata de encontrar razones para no asumir la guerra y cualquier medida impopular. Pero interesa menos, por ejemplo, el informe sobre los atentados de noviembre de París que se pregunta, entre otras cosas, de qué sirve tener al Ejército desplegado delante del Bataclan si no puede disparar. No se agotaron las opciones pacíficas dice ese celebrado Informe Chilcot. Y no han agotado las excusas para evitar el reconocimiento de la guerra terrorista. Prefieren hablar del peluquero.

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