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ABC MADRID 05-07-2016 página 12
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ABC MADRID 05-07-2016 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MARTES, 5 DE JULIO DE 2016 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU ACEPTACIÓN Podemos no repara en que el resultado electoral es un reconocimiento a su discurso: el miedo cambió de bando L A militancia de Podemos está atravesando ante sus resultados electorales las mismas fases psicológicas que ante un diagnóstico de enfermedad grave. Incredulidad, enojo y, en algún momento, aceptación. La incredulidad corresponde al momento en que aventaron sospechas de fraude. Y el enojo, la fase actual, ha derivado en insultos y en una deslegitimización general de la sociedad española que no les vota que, como casi todo en Podemos cuando no disimula, trae el recuerdo de cuando a una mitad de España le sobraba la otra mitad porque entorpecía la consumación revolucionaria. De hecho, casi todas las sangrías y las masacres de la propia gente en el siglo XX consistieron en dar salida a material humano sobrante, a lo que no encajaba en el arquetipo colectivo que era cuestión imponer: la guillotina como herramienta fundacional. Queda por comprobar si la aceptación traerá incluida la decisión de que la vía institucional tiene límites insalvables y es necesario que la ira regrese a la calle, de donde Podemos la sacó cuando el Parlamento era ya una cápsula policial de gente vallada como Cibeles cuando el Madrid gana la Liga. Mientras castiga a los viejos por cobardes y a los jóvenes por inmorales, consolidando así su propia categoría de infrahumanos Podemos ni siquiera repara en que el resultado electoral es un reconocimiento triunfal a su discurso: el miedo, efectivamente, cambió de bando. Hasta el punto de que el PP obtuvo una victoria de votantes a regañadientes que no sólo potencia el culto al líder, sino que además ha sido interpretada como una absolución judicial genérica a todos los casos correspondientes a la época del afloramiento de la corrupción. Mientras los partidos que podrían propulsar en el PP todas las renovaciones postergadas permanecen alelados en una gestión poselectoral ambigua, elusiva y desastrosa, el entorno de Rajoy hace pasar por partidarios entusiastas a todos los refugiados electorales que hicieron del voto un modo de acogerse a sagrado hasta que escampen ciertos peligros. No hubo, por tanto, tal y como argumenta la militancia de Podemos, un perdón del Luis sé fuerte característico de personas carentes de ética. En otra época española en la que se impuso una bipolaridad primaria como la que ahora amenaza con borrar todo matiz, Foxá dijo que lo que más odiaba de los comunistas era que lo hubieran obligado a él a ser falangista. Despojado de la violencia, este tiempo se parece a aquél en que quiere reducirlo todo a un juego de acción- reacción entre dos antagonismos igual de empobrecedores para el ideal de tercer español. Muchos de esos votantes que se marcharon del PP repugnados por muchas cosas y ahora han vuelto podrían hacer una reflexión parecida a la de Foxá: lo que más odian de Podemos es que los haya obligado a votar a Rajoy. Pero el caso es que lo hicieron. Va siendo hora de aceptarlo, no sólo en Podemos. COSAS MÍAS EDURNE URIARTE AÚN NO SABEN QUE PERDIERON PSOE y C s siguen atrapados en una burbuja de opinión artificial según la cual el PP ni siquiera ganó las elecciones L A paradoja de estas elecciones es que hayan sido los extremistas los únicos en reconocer su derrota, que tanto en la noche electoral como en los días siguientes sólo Pablo Iglesias y los suyos hayan asumido su mal resultado y la necesidad de autocrítica. Porque ni Pedro Sánchez ni Albert Rivera parecen haber entendido aún que ganó el PP con amplia mayoría, que su vetado Mariano Rajoy fue refrendado por los votantes de la derecha y que los electores censuraron su estrategia de los últimos meses con un castigo en las urnas tanto al PSOE como a C s. Ambos siguen atrapados en esa burbuja de opinión artificial creada por ellos mismos y por una parte de la élite periodística e intelectual según la cual, en realidad, el PP ni siquiera ganó las elecciones de diciembre, fue el más votado, pero no ganó decían y dicen sin inmutarse, el PP representa las esencias de la corrupción aunque tenga más casos de corrupción el PSOE, Rajoy debe ser vetado por ser el líder de la derecha, y el cambio y el progreso están en la vuelta al socialismo, al de Zapatero, incluso al de Marx, Podemos mediante. Yo sigo queriendo creer que, en el caso del PSOE, esta resistencia a aceptar su nuevo récord del peor resultado histórico se debe fundamentalmente a la inagotable torpeza de Pedro Sánchez, tal como analicé en mi blog de este periódico. Y que lo suyo, la permanencia en la dirección del PSOE de una cabeza tan obtusa, se debe a esa dificultad de toda gran organización para hacer una eficaz renovación de su liderazgo. Pero la lentitud en la reacción del resto de líderes socialistas para corregirle, aceptar la victoria del PP y no impedir la gobernabilidad del país me hace temer que la cultura de la intolerancia hacia la derecha de la izquierda sea aún más grave de lo que temo. ¿Puede llevarles incluso a provocar unas terceras elecciones? No lo creo, porque sería un suicidio político para el socialismo. Pero las reacciones de la última semana sí dejan entrever la continuación de ese grave problema de sectarismo progresista que anida en la cultura política española. En un país donde la derecha está dispuesta a formar un gobierno de coalición con la izquierda, incluso a sostener un gobierno socialista, como lo hizo en el País Vasco, frente a una izquierda aún con problemas para aceptar la legitimidad de las victorias electorales de la derecha. Lo que hace pensar en una legislatura tremenda, con bloqueo permanente de la izquierda y una continuada exhibición de sectarismo progresista. ¿Y Ciudadanos? C s es una sorpresa, pero no precisamente agradable. Una corroboración de que la nueva política y la regeneración no son más que meros eslóganes electorales, pero no es esa la sorpresa, ya lo anunciamos algunos hace tiempo. La sorpresa está en esa insistente belicosidad contra el PP para un partido que aspiraba a hacerse con los votos de la derecha, ese entusiasmo en pactar con los socialistas lo que llamaban un gobierno de cambio sin cuestionar siquiera el desastre zapaterista y la vocación de continuidad de Sánchez o sin decir absolutamente nada de la deriva independentista del PSC. Y, aún más, ese empecinado e incomprensible veto a Mariano Rajoy, también ahora que ha sido ratificado por los votantes. Y aún se quejan del sistema electoral, ese sistema que algunos votaríamos convertir en mayoritario. Quizás haya que hacerlo algún día, para impedir que partidos que han perdido bloqueen la gobernabilidad en el Parlamento como PSOE y C s parecen dispuestos a hacer.

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