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ABC MADRID 19-06-2016 página 80
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ABC MADRID 19-06-2016 página 80

  • EdiciónABC, MADRID
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80 CULTURA DOMINGO, 19 DE JUNIO DE 2016 abc. es cultura ABC Los frescos de Pompeya demuestran la importancia del sexo en la época Dos amantes, inmortalizados en la ciudad destruida por el Vesubio Una obra de la historiadora Mary Beard y un documental abordan los amores y las pasiones de hace dos milenios Uniones de conveniencia Salvo excepciones, los romanos no se casaban por amor, sino para procrear y dar así continuidad a la sociedad y al Estado. El matrimonio servía a la familia para crear alianzas y aumentar el poder económico, social y político. En este tipo de matrimonios de interés, las relaciones carecían de intimidad y de impulso erótico. Eran relaciones casi al límite de lo burocrático, en las que se podía llegar al divorcio con gran facilidad. Los romanos partían de la idea de que se podían producir traiciones y adulterios. El hombre lo podía hacer a la luz del sol, pero la mujer tenía que evitar ser descubierta. Viaje a los secretos eróticos de la antigua Roma ÁNGEL GÓMEZ FUENTES ROMA E l amor triunfa sobre todo escribió Virgilio. Pero ¿cómo eran el sexo y las pasiones en la antigua Roma? Hace unos días, se exponían los últimos descubrimientos arqueológicos de las excavaciones en el Colle Oppio, a dos pasos del Coliseo. Casualmente, al mismo tiempo la RAI 3 emitía en horario de máxima audiencia Roma: Amor, pasión en la antigua Roma un programa dedicado a ese mundo poco conocido. También estos días, un libro dedicado a esa época se sitúa entre los más vendidos: SPQR: una historia de la antigua Roma (Crítica) de la historiadora inglesa Mary Beard, reciente premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. jer había bebido. Se seguía así una antigua ley, que prohibía a las mujeres beber vino, porque podían perder el control y cometer más fácilmente adulterio, por el efecto de desinhibición. Bisexualidad El machismo imperaba en la antigua Roma y se manifestaba de forma evidente en las costumbres. El hombre era bisexual y la moral de la época empujaba a educar a los hijos en esa dirección. En la casa, el romano era el patrón absoluto, un macho y se le educaba en la bisexualidad porque su dominio debía ir más allá de la mujer: tenía que dominar a todos, para demostrar su supe- rioridad, según explica la profesora de Derecho romano e historiadora Eva Cantarella. De hecho, los romanos llegaban a sodomizar a los enemigos derrotados e, incluso, a los esclavos de su casa. Debían ser siempre activos, no pasivos. La educación bisexual no era con un enfoque de placer, sino de poder. En la sociedad romana, los jóvenes no debían llegar vírgenes al matrimonio. Incluso estaba mal visto que se casaran sin experiencias sexuales. Para las mujeres, sobre todo en familias ricas, era impensable mantener relaciones sexuales antes del matrimonio. Se pretendía evitar el riesgo de que llegaran al matrimonio embarazadas. Las pasiones Para las pulsiones del sexo, el marido utilizaba a esclavas, amantes, concubinas y prostitutas. Para la esposa se reservaba el papel de tener hijos. Esto no quiere decir que no se produjeran pasiones y locuras de amor por un hombre o por una mujer. Ecos de esas pasiones se pueden observar en algunas inscripciones antiguas. En Pompeya se encuentra la frase de un enamorado describiendo así el éxtasis que puede provocar el amor: Los amantes, como las abejas, saborean una vida dulce como la miel Beso, clave del adulterio Comienza Alberto Angela, responsable del viaje televisivo de la RAI, preguntándose cómo se besaban hace dos mil años. Los romanos tenían una curiosa costumbre: por ley, la mujer estaba obligada a besar cada día al marido en la boca. El objetivo era controlar si la mu- Pulsiones Para las pulsiones del sexo, el marido utilizaba a esclavas, amantes, concubinas y prostitutas. Para la esposa se reservaba el papel de tener hijos Experiencias sexuales En la sociedad romana, los jóvenes no debían llegar vírgenes al matrimonio. Incluso estaba mal visto si se casaban sin experiencias sexuales Seducción Vino, sexo y termas arruinan nuestros cuerpos, pero son la sal de la vida era la inscripción de la lápida sepulcral dedicada a Tiberius Caludius, en el siglo I a. C. Las pasiones y amores se desataban entre los vapores de las termas, que constituían un verdadero complejo dedicado al bienestar físico y un lugar para la seducción, donde se intentaba entablar relaciones amorosas. Todos iban a

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