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ABC MADRID 14-06-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN HORIZONTE PUEBLA MARTES, 14 DE JUNIO DE 2016 abc. es opinion ABC RAMÓN PÉREZ- MAURA GANÓ RAJOY Sánchez fue penoso. A Rajoy le votan las grandes fortunas: o sea el 30 por ciento de los españoles son grandes fortunas C UESTA creer que el debate emitido anoche por las principales televisiones pueda tener un verdadero efecto sobre el resultado de las elecciones. Para empezar porque cuatro personas no pueden debatir. Pueden celebrar una asamblea de facultad, o derivados similares. Y un debate sólo lo es cuando hay dos puntos de vista opuestos sobre cualquier tema. Para continuar porque la degeneración de nuestro sistema político lleva a que sea inasumible para buena parte del electorado tener que escuchar durante dos horas argumentos sobre asuntos que no son atractivos en sí mismos. Hablar de pensiones es fundamental para nuestro futuro, pero es francamente aburrido. Y vivimos en un tiempo en el que el ciudadano medio, y especialmente los jóvenes, no soportan ya aburrimiento. Las pantallas deben darles excitación, vibración, sentirse transportados. Y pedir eso a un candidato a presidente del Gobierno es profundamente perverso. Porque eso es lo que está generando en todo Occidente el auge de los populistas. Eso fue lo que llevó ayer a Pablo Iglesias y a Pedro Sánchez tras él a acudir a saludar a un pequeño grupo de manifestantes de RTVE cuando llegaba a la sede del debate. Algo que Iglesias sacó a relucir en cuanto pudo. Lo importante era distraer la atención. Mejor no discutir en serio. Pablo Iglesias se empeñó en demostrar que España está peor que hace cuatro años. Prometió pagar más a todos sin decir cómo. Y pidió acabar con los consejos de administración como si los miles de personas que están en ellos fueran corruptos. Los señaló a todos, sin matices. Albert Rivera habló de empleos sin fecha para no hablar de indefinidos que sabe que no crecen en ninguna economía pujante del mundo. Dijo que Rajoy podía haber hecho todo lo que promete con una mayoría absoluta, ocultando que con la economía que heredó Rajoy de ZP era imposible liberalizar nada. Afirmó que el PP perdona a los corruptos, algo de lo que no se debe haber enterado ninguno de los afiliados a su partido que han sido procesados en estos cuatro años. Y demostró que no se entera de lo mucho que ha recuperado el fisco español gracias a la amnistía fiscal. Mírese los números. Y Sánchez fue penoso. Afirmó que a Rajoy le votan las grandes fortunas, lo que debe querer decir que después de cuatro años de Gobierno del PP casi el 30 por ciento de los españoles son grandes fortunas. Ojalá. Habló de cumplir con el mandato de la comunidad educativa. ¿Qué legitimidad democrática tiene esa comunidad frente a los padres? Y dijo poco más, la verdad. Frente a todo ello, Rajoy se enfrentó al reto de debatir contra tres. Nadie logró rebatir el dato de que el 75 por ciento de los contratos en España son fijos y otras cifras apabullantes, Argumentó con el ejemplo del ébola que España tiene unos servicios públicos que ni Estados Unidos y advirtió a Albert Rivera que se parece a la Santa Inquisición. No se engañen: Rajoy ganó. COSAS MÍAS EDURNE URIARTE CHAMPÚ AL HUEVO Al socialismo francés le pasa lo mismo que al español, que se han aliado con la extrema izquierda, que se revuelve ahora contra ellos E MMANUEL Macron, mi ministro francés preferido, es brillante y tiene una personalidad a prueba de convencionalismos políticos y sociales, pero, además, exhibe un envidiable sentido del humor. Otra cosa es que le sirva de algo a su Gobierno, al de Hollande y Valls, y me temo que de bien poco. Cuando sindicalistas de la CGT le recibieron la semana pasada con un lanzamiento de huevos en Montreuil, Macron respondió que el champú al huevo prefiero aplicármelo yo mismo A lo que añadió su propósito de no vacilar en las medidas que va a tomar para llevar adelante la ley del Trabajo inspirada en la reforma laboral del PP y contestada en la calle con las movilizaciones de la extrema izquierda y de parte del propio socialismo. El champú al huevo resume perfectamente la crisis del socialismo francés... y la del español. Porque a ambos socialismos les pasa lo mismo, que se han aliado con la extrema izquierda y que la extrema izquierda se revuelve ahora contra ellos. En Francia, boicotean al Gobierno socialista y sus reformas e impedirán la elección de un presidente socialista en 2017 y en España amenazan con enviar al PSOE a la tercera posición que es lo mismo que a la catástrofe política. El paralelismo es tal que, si repasamos los argumentos de los líderes de la extrema izquierda francesa para votar por Hollande en la segunda vuelta de las Presidenciales de 2012, resulta que nos encontramos con los mismos mensajes usados por Sánchez e Iglesias para rogarse pactos mutuos. Y que se resumen en uno: echar a la derecha. Hay que echar a Sarkozy dijeron en 2012 los candidatos del Front de Gauche o del Nouveau Parti Anticapitaliste. Lo mismo que los del champú al huevo para Macron, los del sindicato CGT, que pidieron el voto para Hollande en 2012 con igual propósito. Echar a Rajoy dice también Sánchez para apoyar lo que llama Gobierno de progreso con la extrema izquierda. Y si Sánchez tiene escasas posibilidades de acabar como Hollande y Valls, con los podemitas persiguiéndole en la calle, no es porque no quiera intentarlo de nuevo sino porque se lo va a impedir esa tercera posición augurada por las encuestas. Pero lo suyo como lo de Hollande explica el auge de la extrema izquierda. Que gana votos y, además, a diferencia de la extrema derecha, gana en legitimidad y hasta llega a segundo partido en España. Por el sostenimiento del socialismo que busca pactos con los extremistas a sabiendas de que tiene que aplicar las mismas medidas que la derecha. En el colmo de la confusión, el socialista Josep Borrell publicó en marzo un artículo en el progresista Le Monde para decirle al Gobierno socialista francés que se equivocaba en su idea de que la reforma laboral española había tenido buenos resultados. Que es uno de los argumentos de la extrema izquierda para montarle una minirevolución a la izquierda, como escribía ayer Guy Sorman, pero una revolución para mantener el statu quo. También la derecha francesa está amenazada por la extrema derecha, pero su diferencia respecto al socialismo, la misma que la del PP español, es que se ha mantenido coherente en sus políticas y no ha cedido a la tentación de los populismos y de los extremismos. La derecha se ha modernizado, y el socialismo, como ha dicho Manuel Valls, necesita modernizarse Y en España como en Francia, lo va a hacer a la fuerza, a fuerza de lamentables resultados electorales y a fuerza de huevazos y algunas cosas peores en la calle.

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