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ABC MADRID 12-06-2016 página 46
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  • EdiciónABC, MADRID
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46 INTERNACIONAL DOMINGO, 12 DE JUNIO DE 2016 abc. es internacional ABC Kallstadt Las raíces alemanas de Donald Trump Detractor de los inmigrantes, el candidato prefiere no hablar de sus orígenes ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONSAL EN BERLÍN Raíces familiares A la izquierda, lápida en el cementerio de Kallstadt de un familiar de los Trump. Debajo, una foto del abuelo de Donald Trump, Frederick, que emigró a EE. UU. en 1885 Los escasos turistas que llegaban a Kallstadt solían ir buscando la casa de Henry John Heinz, el inventor de una salsa de tomate que terminó llamándose kétchup y que venía siendo el lugareño de mayor proyección pública internacional de esta localidad de 1.200 rar con atención el buzón que han colalmas en el sur del Palatinado alemán. gado en la puerta los actuales habitanLas elecciones estadounidenses han tes de la casita Trump, en el que se puesupuesto, sin embargo, dos cambios de leer Dios lo ve todo. Los vecinos revolucionarios para el pueblo porque ven aún más ahora llegan bastantes más turistas, entre 20 y 30 al mes según calculan En busca del éxito funcionarios del ayuntamiento, y por- Cuando llegué aquí, hace 24 años, que los citados nuevos turistas no lle- los nombres de Heinz y Trump fuegan buscando la receta del kétchup, ron los primeros que escuché adsino a los primos lejanos de Donald mite, cauteloso, el alcalde Wolfgang Trump. Quante, que asegura ver por la tele Algunos de ellos, americanos, espe- con cierta distancia las noticias socialmente indocumentados y que han bre las elecciones en Estados Unicausado hilaridad en el pueblo, llega- dos. Creo que fue un gran hombre ron preguntando por la familia von de negocios y lo que consiguió en Trump en un jocoso caso de confu- Estados Unidos es motivo de honsión con los von Trapp de Sonrisas y ra, también para Kallstadt sugielágrimas Otros, disfrazados de turis- re sobre el abuelo Trump la propietas, son posiblemente periodistas o taria de viñedos locales y con una asesores de campaña en busca de tra- vieja tía Trump, Pia Buhler. pos sucios que publicar o silenciar, sePero, vista desde Kallstadt, la hisgún sospechan los aldeanos, que con toria del abuelo Trump destila un sucierta mala uva los dirigen una y otra til olor a fracaso. Débil y enfermizo, vez a la casa de Fritz Geissel, tatara- no encajaba en la economía local, baprimo del candidato y que está ya has- sada en los viñedos sobre los que se ta las cejas de responder a las mismas deslomaban los vecinos. Se había forpreguntas sobre la historia familiar. Harto de enseñar la casa del abuelo Frederik Trump, una casa sencilla con tejado a dos aguas y puerta azul, mitiga tan rápido como puede la ansiedad de los visitantes por recaBerlín bar datos y cotilleos, recordando PAÍSES que en un pueblo pequeño como BAJOS este se valora mucho la privacidad y no se van aireando las inALEMANIA timidades. No hay más que miKallstadt FRANCIA REP. CHECA abre un paréntesis de reflexión sobre la actual crisis de los refugiados en Alemania. Trump quiso volver a casa a jactarse de su fortuna, como un indiano cualquiera, y llegó de nuevo en 1904 para casarse con una chica del pueblo y con intenciones de quedarse. Pero el hecho de no haber cumplido con el servicio militar obligatorio le había privado del derecho a la nacionalidad alemana y fue obligado a regresar a EE. UU. de forma que los republicanos abochornados siempre pueden culpar al Kaiser. I love Kallstadt Quizá por eso, los Trump que se esconden tras los visillos de los caseríos de Kallstadt prefieren no hablar sobre el candidato a suceder a Obama. Aaron Skiba, un investigador de Deutsche Welle que asegura haberse tomado la molestia de llamar por teléfono a todos y cada uno de los Trump que aparecen en la guía telefónica de la región, constata que están hasta las narices de su famoso pariente la mayoría buscan una excusa para interrumpir la conversación y algunos incluso me cuelgan sin más Bernd Weisenborn, un granjero cuyo ADN se entrelaza en algún gen con el de Donald Trump, insiste en referirse al tío americano como Drumb con acento palatino, y asegura que le da exactamente igual el resultado de las elecciones. La misma indiferencia huidiza muestra el propio Donald Trump, que no quiso hablar sobre su origen alemán cuando una joven cineasta con familia en el pueblo, Simone Wendel, quiso entrevistarle el año pasado para un documental titulado Kings of Kallstadt Ya sumergido en su estrategia de campaña y abanderando el mensaje antiinmigración, para el que su origen resulta cuando menos sorprendente, el candidato accedió a grabar solamente una escueta declaración: I love Kallstadt mado como barbero, pero era ambicioso y aspiraba a más de lo que socialmente podía ofrecerle la sociedad de la Alemania del XIX explica la biógrafa Gwuenda Blair, de modo que emigró a Estados Unidos La suya no fue una idea precisamente original. Ese año, 1885, fue el de mayor emigración alemana rumbo a América. La ola de refugiados alemanes había comenzado a llegar desde 1848 y en 1900 la población de las ciudades de Cleveland, Milwaukee, Hoboken, y Cincinnati, por ejemplo, estaba compuesta en más de un 40 por ciento de germano- estadounidenses, dato que SUIZA ABC Casa de la familia Trump en Kallstadt. A la derecha, hotelito en la calle principal del pueblo DPA AU ST R IA

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