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ABC MADRID 10-06-2016 página 63
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 10 DE JUNIO DE 2016 abc. es ABCdelOCIO 63 Vías cruzadas RUMBOS Naturalismo e inocencia LAS AMIGAS DE ÁGATA Dirección: Manuela Burló. Con: Carmen Machi, Ernesto Alterio, Pilar López de Ayala, Karra Elejalde, Miki Esparbé FEDERICO MARÍN BELLÓN Dirección: L. Albert, A. Cros, L. Rius, M. Verheyen. Con: Elena Martín, Carla Linares F. M. B. l segundo largometraje de Manuela Burló empieza con una escena casi brillante, entre la resucitada Pilar López de Ayala y Miki Esparbé. Hora y media después, el guión ata con un gran lazo el ramillete de historias desparramadas por las calles y carreteras barcelonesas en las que transcurre la acción. Son dos logros imprescindibles para cualquier gran película: un arranque atactivo y un final eficaz. Es el camino o los caminos lo único discutible de este viaje, que recurre a la conocida fórmula de las vidas cruzadas. Lo peor no es que esté muy explotada, sino que hay unos cuantos títulos memorables con los que comparar. Rumbos sufre altibajos en su recorrido y paga el esfuerzo formal de no apearse del coche. No contenta con emular a Robert Altman, Manuela Burló se mide además con el George Lucas de American Graffiti otra segunda película que transcurría detrás del volante y con una voz radiofónica de fondo. Además de lo dicho, aquí también destacan los actores y varios diálogos. Después de todo, no hay tantas películas que ofrezcan este catálogo de atractivos. E Q Eddie, un optimista patológico ABC El campeón accidental EDDIE EL ÁGUILA Dirección: Dexter Fletcher. Con: Taron Egerton, Hugh Jackman ANTONIO WEINRICHTER a película de referencia sobre los saltos de esquí es la que Werner Herzog dedicó al campeón Walter Steiner, que tenía la enojosa costumbre de saltar demasiado: se salía de la pista y sus saltos no eran homologables. No ese ese el problema del inglés Eddie Edwards, un deportista extremo también pero por el otro lado: su indiscutible vocación no se corresponde con ninguna habilidad deportiva. Se merece, eso sí, una medalla olímpica en la categoría de plasta que insiste hasta agotar al contrario, y quizá una de bronce por una ciega fe en sí mismo que le hace ignorar todo lo que le aconseja la gente de buena fe que le rodea: básicamente, que lo mejor es que se presente a Eurovisión. Pero Eddie no se acaba ganando el apodo de águila sólo por cachondeo: fue la sensación de los Juegos de invierno de Calgary en 1988 L aunque no ganó ninguna prueba, porque se convirtió en una especie de emblema gracias a su optimismo patológico. Para contar esta historia edificante de un aspirante a Ícaro que no se quema las alas, la película echa mano de un arsenal de recursos que atacan directamente al lagrimal: a su lado, Billy Elliott es puro neorrealismo. Los padres de Eddie, reacios pero en el fondo sus mejores fans, parecen una caricatura del duro cine realista de Ken Loach y Stephen Frears. El golpe más bajo, y efectivo, es el personaje que recrea un Hugh Jackman reconvertido en actor de carácter: un borrachín amargado que se redime entrenando al patoso hasta llevarle a su estentóreo fracaso triunfal. Ante tanto sentimentalismo masculino, sólo Christopher Walken se contiene y deja pasar la ocasión de largarle a Eddie uno de sus legendarios sermones a la tarantiniana. ue un proyecto de fin de carrera llegue a los cines es noticia. Que guste a grandes masas de público será otra cosa. De momento, críticos y festivales han recibido con los brazos abiertos esta ópera prima de cuatro compañeras de curso de la Pompeu Fabra de Barcelona. Isaki Lacuesta, León Siminiani y Gonzalo de Lucas tutelaron y avalan este fresco sobre la juventud, rodado con deliberado descuido formal, en la imagen y en el sonido, pero con la autenticidad que tienen las obras sin artificios. La cámara sigue a cuatro amigas del colegio que descubren el mundo desde el balcón de la universidad, a esa edad maravillosa sobre la que solo pesa una maldición: la obligación de pasárselo bien. Diversiones gregarias y conversaciones triviales se suceden sin una estructura dramática evidente. Hay un eje, sin embargo, sobre el que gira todo: la personalidad de su protagonista. La Ágata del título sostiene sobre los hombros de su inteligencia el peso de la narración. Es una persona que apetece conocer. Lidera en silencio la manada y, con su simple mirada, justifica esta apuesta radical por el naturalismo. Las otras muchachas viven y cumplen bien su papel. Ella aporta la lucidez. Momento víctima, momento verdugo SUMMER CAMP Dirección: Alberto Marini. Con: Diego Boneta, Maiara Walsh OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE asi todo lo escrito para el estreno de Green Room sirve también para Summer Camp primera película dirigida por Alberto Marini: se trata de unos cuantos personajes atrapados en un espacio y algo muy, muy amenazante que se empeña en matarlos del modo más C brutal que se le ocurra al guionista. El lugar aislado es un campamento de verano el día antes de que aparezcan decenas de niños, y los membrillos a descuartizar son los cuatro jóvenes monitores americanos. La mejor idea que ha tenido el guionista y director es mostrar antipático al cuarteto, lo cual le permite al espectador ponerse de parte del malo de la historia, que es un virus salvaje que entra y sale del cuerpo de cualquier animal vivo con el que se cruce, incluidos personas americanas... El campamento de verano está situado en algún lugar del norte de España, pero, por los comentarios de los monitores pijines y por algún detalle de menosprecio hacia el entorno y los paisanos, parece que estuvieran en algún albañal perdido más allá del tercer mundo. Y hay un elemento interesante en una película de este género de terror sobre raíles, y es que la identidad del villano cambia según capricho de esa infección que produce un estallido de violencia asesina, con lo cual perseguidos y perseguidores son conceptos intercambiables, tal vez como una metáfora inesperada de esta época preelectoral en la que todos se persiguen y se buscan, se atizan y se tienden la mano. Los cuatro actores están especialmente bien para las costumbres del subgénero, pues han de situarse en los dos clichés, de buenos y de malos.

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