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ABC MADRID 09-06-2016 página 13
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ABC MADRID 09-06-2016 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 9 DE JUNIO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN DEFENDER LOS COLORES DE ESPAÑA La selección no ha estado a la altura de sus aficionadas catalanas agredidas por mostrar su patriotismo en público F ORMO parte de la legión de españoles que se alegra con los triunfos de la selección y padece con sus derrotas, no por la calidad de su juego, sino por los colores que defiende. Si el equipo se llamara selección millonaria obviando la nacionalidad de sus integrantes y aludiendo a su situación económica, es un decir, despertaría un entusiasmo limitado, por espectaculares que fuesen los cabezazos de Ramos o los golazos de Iniesta. La selección nos representa a todos, como ocurre con el himno o la bandera, y de ahí que tantos estemos con ella. Lo cual supone un formidable caudal de apoyo, pero también responsabilidades que han sido vergonzosamente obviadas. Todavía están esperando las dos mujeres agredidas en Barcelona por reivindicar pantallas callejeras en las que poder contemplar los partidos de la mal llamada roja a que algún componente de la misma se digne darles las gracias. La paliza recibida a manos de unos salvajes identificados, aunque de momento impunes, no les ha valido ni siquiera un balón firmado o una invitación a un partido. Claro que el motivo del linchamiento no fue su afición al deporte rey, sino su osadía al enarbolar la enseña de España, junto a la autonómica de Cataluña, en un gesto de activismo ciudadano tan legítimo como pacífico. En la Barcelona de Ada Colau y Puigdemont, donde la Ley dejó de imperar hace tiempo, la razón de la fuerza se impone por goleada a la fuerza de la razón y las hordas cuperas recorren la ciudad sembrando el pánico, conscientes del poder que les otorga la falta de coraje democrático que muestran las autoridades, cómplices del vandalismo por su negativa a plantarle cara. Allí, defender los colores de España, sea en una carpa futbolera, sea en la Universidad, significa jugarse el tipo, como sucedía en el País Vasco en los años de la kale borroka cuando ETA ya no mataba pero tampoco dejaba vivir. Hasta que el gobierno central decidió actuar y cortó en seco, cosa que en esta ocasión no ha sucedido, veremos hasta cuándo y con qué consecuencias. Las jóvenes golpeadas en Barcelona por mostrar en público su patriotismo simbolizan una resistencia cívica casi heroica ante un deterioro de la convivencia que se agrava cada día que pasa porque los garantes del Estado de Derecho han renunciado a cumplir con su deber. Precisamente por eso, por su condición de símbolos, merecían algo más que una condena genérica, de contundencia variable dependiendo de los partidos políticos, y un comunicado escueto, frío y tardío emitido por la Real Federación Española de Fútbol. Merecían Solidaridad con mayúscula, efusiva y ruidosa, para sentirse arropadas por la Nación que sienten, con toda justicia, como propia. Merecían el cariño y reconocimiento de unos deportistas con los que, francamente, me resulta ya difícil identificarme tras la exhibición de indiferencia o cobardía que nos acaban de regalar. Sigan percibiendo sustanciosos emolumentos procedentes de nuestros impuestos los directivos de la Federación, el seleccionador, rehén de lo políticamente correcto en sus tibias palabras de condena, y los futbolistas silentes, con la única excepción de Cesc Fábregas, tan recatado como Del Bosque. Cobren, además, generosísimas primas por cada partido ganado. Engrosen algunos sus ya saneadas cuentas corrientes explotando en spots publicitarios sus hazañas pasadas con la selección. España entera ha comprobado que no han estado a la altura de la afición que les sostiene precisamente allí donde más meritorio es mostrar ese respaldo. Pase lo que pase en la Eurocopa, no han sabido honrar la camiseta. IGNACIO CAMACHO LA IMPOSTURA Para combatir la impostura de Podemos, el PSOE sólo tiene que tratar de parecer un verdadero partido socialdemócrata L JM NIETO Fe de ratas OS socialdemócratas son una especie en extinción como los linces; todo el mundo sabe que existen, pero nadie los ha visto. La frase corresponde a Íñigo Errejón, que demostró con ella ser un verdadero lince de la política, pues a los pocos días de pronunciarla hubo de ver cómo su jefe Pablo Iglesias reclamaba para su partido el membrete de la socialdemocracia. Y lo hizo además en nombre de Marx y Engels, autores como es bien sabido del célebre Manifiesto socialdemócrata publicado en Londres en 1848. Que una organización liderada por esta gente tan coherente y auténtica tenga cinco millones de votos y expectativas de otro millón más constituye un misterio de la sociología española que podrán estudiar en el futuro los alumnos de su querida Complutense. Tal vez la clave del éxito resida en que se trata, como ellos mismos reivindican, de políticos de Ikea: modulares, desmontables, con buena apariencia y fabricados a base de contrachapa barnizada en colores variados. Un producto de diseño liviano muy bien publicitado para consumidores de poca exigencia. En cualquier caso, la impostura socialdemócrata ha soliviantado a los herederos de la patente, que entran al trapo de denunciar la falsificación y por tanto de encuadrar su campaña en el marco mental dibujado por sus adversarios. El problema del PSOE es que antes de la etiqueta de marca se había dejado arrebatar por Podemos la hegemonía de la propaganda, en la que siempre tuvo el liderazgo, y ahora va a remolque de unos tipos especializados en hacer política de catálogo. El populismo les ha birlado a los socialistas el sello de autenticidad con el mayor descaro y se ha fabricado con él un pasaporte ideológico falso. En la foto del documento desentonan un poco el bigote de Maduro, las proclamas revanchistas y otros rasgos mal ocultados del posleninismo original; en conjunto es una chapuza bastante burda, pero da el pego porque una significativa parte de la sociedad española está tan cabreada que parece dispuesta a dejarse engañar. Podemos no triunfa por lo que propone, sino por lo que rechaza. Para desenmascarar la superchería el PSOE, además de mostrarse irritado con más impotencia que cólera, podría hacer dos cosas que están a su alcance. La primera, cargar con todo contra los impostores, algo a lo que se no se atreve porque sabe que los puede acabar necesitando para pactar después de las elecciones... en el supuesto de que no quede triturado por los farsantes. Y la segunda es más sencilla: comportarse como un verdadero partido socialdemócrata, defensor del mercado, del equilibrio fiscal y de las reglas de juego del sistema. Con un programa que se parece al de Podemos sólo contribuye a incrementar la confusión y facilitar el remedo. No hay ninguna marca de prestigio que combata la imitación de sus productos tratando de parecerse a los de sus imitadores.

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