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ABC MADRID 13-05-2016 página 32
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  • EdiciónABC, MADRID
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32 INTERNACIONAL VIERNES, 13 DE MAYO DE 2016 abc. es internacional ABC Valls gana la moción de censura con una izquierda dividida Pese a las amenazas de cuarenta diputados del PS francés, solo dos votaron contra el primer ministro JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONSAL EN PARÍS El resultado 246 votos Las claves El recuento Fueron los emitidos a favor de la moción de censura, frente a los 288 que eran necesarios para su aprobación. La moción de censura presentada por el centro- derecha contra el proyecto de reforma laboral de François Hollande fue rechazada ayer por la Asamblea Nacional. Solo la votaron 246 de los 577 diputados. A la misma hora, varias manifestaciones de protesta estudiantil y sindical eran disueltas expeditivamente por los antidisturbios en París y varias ciudades de provincias. Votaron la moción 196 diputados conservadores, 29 diputados centristas, y 21 diputados de diversa sensibilidad izquierdista, comunistas, ecologistas y de extrema izquierda. Para ser aprobada, se necesitaban 288 votos. Cuarenta diputados socialistas planearon presentar su propia moción. Amenazados de expulsión del PS, la gran mayoría de ellos se abstuvieron o votaron a favor del Gobierno. Comunistas, ecologistas y extrema izquierda lanzaron ruidosos gritos de protesta, para votar finalmente en orden disperso. Rechazada la censura, la reforma sigue adelante en una Francia empantanada. Aprobado con un decretazo en primera lectura, el proyecto de ley sigue su curso parlamentario y será debatido en el Senado. La tercera gran reforma social del mandato presidencial de Hollande había sido rebajada de sus pretensiones originales, para ser aprobada finalmente, sin debate parlamentario, con un decreto institucional, tan legal como escasamente democrático: recurriendo al artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar un proyecto de ley sin voto parlamentario. El procedimiento de la moción de censura en la Asamblea Nacional solo permite conocer con precisión el voto de los partidarios, dejando en una oscura contabilidad las abstenciones y los votos contra la censura. Derecha unida Los 196 diputados conservadores votaron a favor de la moción. Por el contrario, dos de los 29 diputados centristas se abstuvieron o votaron en contra. Valls saluda a la ministra de Trabajo, Myriam el Khomri, ayer en la Asamblea diario Le Parisien resume con este titular a toda página: Valls dinamita a las izquierdas El vespertino Le Monde comenta de este modo la crisis de fondo: Todos pierden. La reforma se cobra tres primeras víctimas: el presidente Hollande, el primer ministro Valls y la ministra de Trabajo, Myriam el Khomri Hollande pierde en el terreno de la democracia social, con un 80 de opiniones negativas en los sondeos. Valls paga sus errores de método: Su única estrategia es la autoridad La ministra de Trabajo no está preparada para la tarea Víctimas de su propia victoria Hollande, Valls y El Khomri son las cabezas visibles de un vasto campo de ruinas. Los sindicatos no han conseguido Izquierda temerosa Entre los 285 diputados socialistas, la gran mayoría votó contra la censura o se abstuvo. Buena parte de los 40 disidentes que deseaban castigar a Hollande no llegaron a consumar su amenaza. Solo dos diputados socialistas votaron la moción. MONNET CO. JOSÉ M. DE AREILZA Rechazo mayoritario Antes del decretazo el proyecto de ley destinado a refundar el Código Laboral fue rechazado por los sindicatos mayoritarios, las asociaciones estudiantiles, unos cuarenta diputados socialistas, la oposición de centroderecha y los grupúsculos ecologistas, comunistas y de extrema izquierda. Imposible la unión de los proyectos de censura del centro- derecha con la oposición radical de las izquierdas hostiles a Hollande, el proyecto de reforma laboral defendido por Manuel Valls, primer ministro, fue finalmente aprobado por decreto, dejando a su paso un campo de ruinas políticas, que el CONTRA RELOJ Y POR DECRETO Las manifestaciones de sindicatos y estudiantes son capaces de parar el país y hacerlo irreformable E s muy francés el sentimiento de jugar en la vanguardia europea, aunque no esté claro si también vale para el lado malo de la política. Cabe que el presidente Hollande se haga parecidas preguntas, vista la acelerada combustión de la reforma laboral del gobierno socialista. El contenido de la nueva normativa apunta en la buena dirección, más flexibilidad y nuevos incentivos para crear y mantener el empleo. Pero, una vez que El Elíseo ha autorizado a su expeditivo primer ministro a tramitar por decreto esta reforma, Hollande no estará para muchas batallas más, como tampoco Manuel Valls. A solo doce meses de las elecciones presidenciales, se aferra a su promesa de presentarse solo a condición de haber rebajado la tasa de paro. Las encuestas, en cualquier caso, dibujan una segunda vuelta sin compareciente del partido socialista, un duelo entre Marine Le Pen y el candidato de los republicanos, que bien podría ser el veterano Alain Juppé en vez de Nicolás Sarkozy. Es justo decir que el centro derecha y un grupo de cuarenta socialistas disidentes se han equivocado de táctica al sabotear el decretazo laboral con la táctica guerrillera de una imposible moción de censura, que fracasó antes de llegar a las 24 horas de presentación. Esta pequeña victoria refuerza al tandem HollandeValls, pero no le da oxígeno suficiente. Las manifestaciones de sindicatos y estudiantes son capaces de parar el país cuantas veces crean necesario y hacerlo irreformable. Ni siquiera la apuesta por subrayar el compromiso con la seguridad y la lucha contra el terrorismo funciona para mejorar la confianza ciudadana en su gobierno. En la Unión Europea Francia ha dejado de ser el socio junior de una entente con Alemania y acepta papeles secundarios como la oposición al Tratado transatlántico. En París se mira con envidia el arrojo de Matteo Renzi, asentado dentro y fuera de Italia, sin importar mucho la poca ortodoxia que sigue, sea frente a Merkel o ante los sindicatos. Quizá le sirva de consuelo al último presidente del partido socialista francés concluir que gobernar es, sobre todo, resistir.

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