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ABC MADRID 09-05-2016 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 9 DE MAYO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN HASTÍO Algunos partidos provocan decepción. Otros, desconcierto, miedo o incluso lástima. Todos, aburrimiento T ODAVÍA no ha empezado el bombardeo de propaganda que precederá inevitablemente a la repetición de elecciones el próximo 26- J y la sensación dominante en la ciudadanía española es ya el hastío. El hartazgo generalizado de una sociedad empachada de partidismo estéril y hambrienta de soluciones a los problemas que la abruman. Cualquier trabajador por cuenta ajena o autónomo que acabe de hacer la perentoria declaración de Hacienda es consciente de hasta qué punto el Estado grava con impuestos confiscatorios las rentas transparentes procedentes de ese trabajo. La clase media está desapareciendo, como ponen de manifiesto recientes estudios rigurosos de los que nuestros dirigentes no se dan por enterados. El sistema de pensiones no tardará en agotar la célebre hucha y hace agua por todas partes, porque es imposible que una población activa menguante, con sueldos cada vez más bajos, sostenga a una cantidad creciente de jubilados que devengaron el derecho a cobrar prestaciones muy superiores a las que podrán pagarse de aquí a nada. La conciliación de la vida familiar y la laboral no pasa de ser una entelequia, un fracaso estrepitoso de cuya mano vienen los jinetes del apocalipsis demográfico: baja natalidad y envejecimiento. La creciente presión migratoria constituye un desafío sin precedentes para toda Europa y especialmente para los países fronterizos, como el nuestro, responsables de ve- lar por la integridad del espacio Schengen. La propia Unión Europea se resquebraja, se desdibuja, pierde las señas de identidad que le dieron razón de ser, sometida a retos de los que en España apenas se habla porque nadie tiene nada que ofrecer. La crisis de los refugiados ha demostrado la vulnerabilidad e inoperancia de la carísima maquinaria burocrática que sostenemos con nuestro esfuerzo fiscal, no solo a escala nacional, sino también internacional. Una ingente suma de dinero público tirada al sumidero para que vivan como príncipes montones de especialistas en hablar para decir nada. El terrorismo islamista tiende sus redes en nuestras ciudades, recluta a nuestros jóvenes, asesina en nuestros aeropuertos y trenes con frecuencia alarmante. El sistema educativo es un agujero negro que expulsa a los jóvenes de un mercado laboral cada vez más globalizado; un campo de batalla político del que hace tiempo fueron desterrados la lógica y el entendimiento. Y suma y sigue. El listado de problemas en busca de solución daría para escribir un tratado de los de antes; de esa época en la que intelectuales y gestores de la cosa pública dedicaban más tiempo a pensar que a participar en tertulias, estar en las redes sociales, producir consignas de fácil digestión, perseguir a periodistas críticos, buscar el modo de rascar un voto o leer el Marca Años en los que el combate ideológico se elevaba por encima del más rastrero cálculo de escaños y era capaz de provocar ilusión, pasión, esperanza incluso. No ha llovido tanto desde entonces. Algunos incluso guardamos un recuerdo vivo de esa etapa. Aún no ha arrancado la campaña electoral que, por decencia, deberían ahorrarnos nuestros líderes patrios, y ya la pereza prevalece sobre cualquier otra emoción. Algunos partidos han defraudado. Otros provocan desconcierto. Uno inspira abiertamente miedo, y su vecino, cierta lástima. Todos, sin excepción, aburrimiento. Únicamente en los sectarios sobrevive el entusiasmo. Pero lo peor es saber que nada de lo que ahora aseguren condicionará su conducta después. Todo será artificio. Se lanzarán dentelladas al cuello los afines condenados a entenderse, en la lucha desesperada por seducir al votante indeciso. Nos espera más de lo mismo. Humo. Tedio. IGNACIO CAMACHO EL DENTISTA DEL MARIANISMO Dos partidos que sus votantes consideran condenados a entenderse se miran con desdeñoso e indisimulado recelo E JM NIETO Fe de ratas N el improbable caso de que sumen mayoría suficiente para gobernar, PP y Ciudadanos van a tener en julio un serio problema de entendimiento en el que no será cuestión menor la presencia de Rajoy al frente del Gobierno. La lógica rivalidad de dos partidos que disputan el mismo electorado se complica con el énfasis regeneracionista de C s, que encuentra en la continuidad del presidente una relevante incompatibilidad con su discurso autónomo de renovación política. Existe además una cierta mirada despectiva del marianismo hacia los recién llegados que le han comido parte de la merienda; los consideran estirados, superficiales y narcisistas. Ese mutuo desdén condicionará la campaña de ambas fuerzas, que comparten un modelo de sociedad bajo la paradoja de que sus votantes las consideran condenadas a entenderse mientras sus dirigentes se miran con indisimulado recelo. Sabedor de que su cabeza o al menos la garantía de una salida ordenada a fecha fija puede ser una condición sine qua non para pactar con Rivera, Rajoy prefiere el consenso convencional con los socialistas, que en términos objetivos resulta todavía más improbable. El bipartidismo clásico sumará masa crítica decisiva sea cual sea el resultado, pero ni siquiera en el caso de un relevo de liderazgo que expulse a Pedro Sánchez cabe pensar que la socialdemocracia vaya más allá de la abstención. Por tanto, la única posibilidad de que el centro- derecha retenga el poder pasa por el acuerdo que sus electores dan por descontado. Y no va a ser fácil si las elecciones elevan al punto crítico la tensión de los últimos meses. Tensión que se ha incrementado en Andalucía, donde C s ha reforzado sus lazos con el régimen susanista sin salir demasiado perjudicado en sus expectativas de voto. Le ha perdonado la dimisión de un consejero imputado, le ha entregado la Alcaldía de Granada y amenaza con cederle otros ayuntamientos y hasta la Diputación de Málaga, la joya del poder popular andaluz. Tanteos estratégicos de toma de posiciones para enseñar los dientes al PP y enviarle el mensaje de que la negociación será dura... y cara. Un pliego de reformas y condiciones costosas de asumir por el marianismo. Un pacto doloroso como una visita al dentista. En todo caso, antes de hacer las cuentas de la lechera hay que pasar por las urnas y mejorar la facturación conjunta de diciembre; con un resultado similar al de la legislatura fallida la izquierda no volverá a sentir tantos remilgos para juntarse. PP y Ciudadanos necesitan reunir como poco 170 diputados, un listón alto porque la coalición de Podemos con IU va a alterar de manera sensible el reparto de escaños. Por debajo de esa cifra volveremos a una situación de incertidumbre con variables tan inestables como complejas. Y resulta bastante verosímil que ni Rivera ni Rajoy cuenten con herramientas suficientes para resolver entre ambos el rompecabezas.

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