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ABC MADRID 08-05-2016 página 22
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22 ESPAÑA Liberados los tres españoles Informadores presos DOMINGO, 8 DE MAYO DE 2016 abc. es espana ABC Más de 50 profesionales de la información permanecen cautivos en todo el mundo Siria es el país donde más periodistas están retenidos (23) por su cruenta guerra S. E. MADRID En una guerra la primera víctima es la verdad El secuestro de los periodistas españoles Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre, liberados ayer tras más de 9 meses de cautiverio, es el último de una triste lista que ha engordado en los últimos años con la larga y sangrienta guerra de Siria, que se prolonga ya durante más de cinco años. En la actualidad, y en todo el mundo, 51 periodistas se encuentran secuestrados por grupos armados, lo que supone un aumento del 35 por ciento con respecto a 2014, según el último balance de la asociación Reporteros sin Fronteras. Contar lo que sucede, profesión de alto riesgo. Siria es el avispero más peligroso, como han sufrido en su piel varios reporteros españoles en los últimos años. En este país fueron apresados el 16 de septiembre de 2013 el periodista Javier Espinosa, de El Mundo y el fotógrafo freelance Ricardo García Vilanova, quienes pretendían cruzar el punto de control de Tal Abyad, en la provincia de Raqqa, un foco clave de la guerra. Querían abandonar Siria. Combatientes del grupo terrorista Daesh (el autodenominado Estado Islámico, que busca instaurar un califato en Siria e Irak por medio del terror) se lo impidieron y les secuestraron durante seis meses y catorce días. Su liberación llegó hasta el 29 de marzo de 2014. La misma mala suerte había corrido el reportero de El Periódico de Catalunya Marc Marginedas, quien fue sorprendido el 4 de septiembre de 2013 por los yihadistas de Daesh en otro control de carretera cerca de la ciudad de Hama, al oeste de Siria. Estuvo en cautiverio durante cinco meses y veintiséis días, hasta el 1 de marzo de 2014. rroristas contra el Ejército del Gobierno de Bashar al Assad es el país con el mayor número de periodistas en manos de grupos diversos con un total de 23. En Siria, en la vieja ciudad de Alepo, a la que entraron por el sur de Turquía, también cayeron los recién liberados Pampliega, López y Sastre. En la actualidad, el grupo terrorista Daesh es el más activo en los secuestros. Los yihadistas tienen retenidos a 18 reporteros, entre los que se en- cuentra el británico John Cantlie, a quien han obligado a realizar vídeos propagandísticos del grupo terrorista. Fuera de Siria también hay peligro. El fotógrafo Manuel Varela de Seijas Bravo, conocido como Manu Bravo permaneció desparecido durante cuarenta y cuatro días en Libia, adonde viajó para cubrir la guerra entre los insurgentes y las fuerzas de Muamar el Gadafi. Las fuerzas del dictador, que acabó muerto, le retuvieron entre el 5 de abril y el 18 de mayo de 2011, junto a otros tres periodistas, dos de Estados Unidos y uno de Sudáfrica. Anteriormente, José Cendón, otro fotógrafo independiente permaneció sucuestrado durante cuarenta días, entre el 26 de noviembre de 2008 y el 4 de enero de 2009. Fue apresado en el puerto principal de Somalia, cuando se disponía a abandonar el país tras filmar un reportaje sobre la piratería. El periodista Marc Marginedas permaneció secuestrado casi seis meses entre 2013 y 2014 AFP ALBERTO SOTILLO UN OFICIO A PUNTO DE DESAPARECER En Siria ya no es posible llegar al frente de guerra. Te cazan antes como un conejo y te ponen en subasta tad de un recital de bombazos que levantaban el suelo y ponían a vibrar todo el barrio. Tampoco era una guerra segura. Pero nada comparable con el peligro inasumible de la actual guerra de Siria e Irak. Allí ya no es posible acudir al frente de guerra. Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre fueron más lejos que ninguno. Arriesgaron sus vidas por el imprescindible deber de informar ya no de maniobras políticas ni de retóricas vacías, sino de las tragedias que sobre el terreno sufre una población abandonada. Su coraje y altura profesional son admirables. Pero su secuestro muestra que en Siria e Irak ya no es posible hacer periodismo de guerra. Es la últi- Daesh, el que más secuestra La crueldad de los grupos terroristas que combate en Siria se ha cebado con reporteros de todos los países. Algunos de ellos, por desgracia, no fueron rescatados y los terroristas les asesinaron, acciones que luego difundieron en vídeos para todo el mundo. La primera ejecución retransmitida fue la del fotoperiodista estadounidense James Foley, cuya muerte heló la sangre del mundo. Era agosto de 2014. Los yihadistas de Daesh le habían secuestrado en noviembre de 2012 en en el norte de Siria. Según los datos de Reporteros sin Fronteras, este país en el que combaten fuerzas rebeldes y te- E n el sitio de Sarajevo, en la guerra de Bosnia, tenías la impresión de que, donde quiera que fueras, había un sujeto que te tenía en el punto de mira de su fusil. Los francotiradores serbios estaban apostados en lo alto de las montañas que rodeaban la ciudad y disparaban contra todo lo que se les antojaba. Una mujer recogiendo agua o un periodista despistado. Era una guerra peligrosa. En la invasión norteamericana de Irak en 2003, había que habituarse a dormir en mi- ma consecuencia de ese conflicto salvaje. El periodista se ha convertido allí en una pieza de caza. Es atrapado por cualquiera de las bandas de malhechores que por esas tierras pululan para venderlo al mejor postor yihadista. Es un botín muy valioso que no dura ni veinticuatro horas en cuanto pisa territorio de guerra. El periodismo puede y debe tener una alta dosis de insensatez, pero no puede arriesgarse a acudir a un conflicto en el que hay un cien por cien de posibilidades de ser cazado. Es la última mala noticia para este oficio en tiempos de penuria. El periodismo de guerra pronto puede ser un oficio del pasado. No es una cuestión de romanticismo, ni de coraje ni vergüenza torera. Sí es una trágica noticia para quienes sufren el día a día de la barbarie. Merece la pena exponer la vida por contar la historia del último superviviente de Alepo o por encontrar un buen relato sin más. Pero, en estos días, ni siquiera llegas a Alepo. Te cazan antes como a un conejo. Y te ponen en subasta.

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