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ABC MADRID 06-05-2016 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 6 DE MAYO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL BURLADERO UNA RAYA EN EL AGUA CARLOS HERRERA LAS CABRAS EN EL GARAJE El PSOE debe decidir qué hacer con las cabras que con toda puntería le ha metido el chaval de la coleta I GLESIAS, Pablo, le tiene perfectamente tomada la medida al PSOE de Sánchez, Pedro. Entiendo que debe de ser una especie de tortura menor. Cada vez que tiene una ocurrencia, la dirige con una puntería envidiable a la línea de flotación socialista. El barco no zozobra fácilmente: el de Sánchez es un partido con envergadura histórica, solvencia organizativa, fidelidad sobrada de sus bases, pero también desorientación colectiva cuando le llegan golpes bien orquestados. Ayer Iglesias metió ordenadamente un frondoso rebaño de cabras en el garaje de Ferraz. ¿Cómo? muy sencillo. El líder de Podemos ha decidido ser el primer político de hogaño que adelanta sus planes poselectorales, cosa que no suele hacer nadie: Mi intención es pactar con el PSOE después de las elecciones del 26 de junio Si Pablo más IU obtienen más votos que Pedro, el presidente es Pablo; si obtienen menos, el presidente es Pedro. Recuerden a Almunia; en las elecciones del año 2000 dio a entender que tenía cerrado un acuerdo con la Izquierda Unida de Paco Frutos. Obtuvo 126 escaños y dimitió esa misma noche. Fue el único precedente, y no tan claro, de la acción de Iglesias. Con lo dicho, Iglesias obliga al PSOE a manifestarse: bien a responder airado dando a entender que ni harto de vino, bien a ser comprensivo con la oferta. En ambos casos pierde. En el primer escenario siempre se le podrá responder que intentó el pacto con ellos hace escasas semanas y, en negándose, deja a los podémicos el argumento de haber intentado aglutinar a la izquierda, siendo ellos la izquierda verdadera. En el segundo, asusta a votantes centrados socialistas que no son especialmente proclives a pactos con la alegre muchachada heredera del 15- M. Les condiciona el discurso, en una palabra. Los socialistas de Pedro pueden exagerar los modos y amanerar un tanto sus declaraciones, pero tienen un problema: por su izquierda les acosan unos tipos que serán todo lo vetustos comunistas que quieran, pero tienen menos que perder, arriesgan inteligentemente y demuestran una maldad política envidiable. ¿Qué piensan hacer de verdad los Sánchez y compañía? No tienen gran margen de maniobra. Podemos más IU pueden superarles en votos, aunque no en escaños. Jamás aceptarán ser comparsas en un gobierno presidido por Iglesias. Pero sí pueden tener la tentación de recibir su apoyo y conformar un gobierno si les salen los números, y hacerlo de forma inmediata y automática antes de que pueda reaccionar el Comité Federal o como carajo se llame. Algunos socialistas de peso y del Antiguo Testamento lo ven con preocupación. Son los que creen que un resultado parecido al anterior obligaría a Sánchez a entenderse con Rajoy o a marcharse en el caso de que se lo impidiera su religión, es decir, a abstenerse para permitir un gobierno popular o, directamente y de forma más improbable, formar un gabinete basado en pactos imprescindibles para el despegue de España. Analicen detenidamente los últimos datos de paro y concluyan que, en un momento de marasmo internacional, la creación de empleo en España progresa adecuadamente. Si ahora mismo hubiese un gobierno sólido, amplio y razonablemente reformista, podríamos estar ante una envidiable perspectiva de crecimiento que envidiarían no pocos países. Pero para ello hay que hacerse mayor y dejarse de discursos infantiles y sectarios. Las opciones son dos: gobierno por la izquierda con los Pablos por delante o por detrás, o gobierno por la derecha con Rajoy en soledad o apoyado por Pedro. Para ambas cosas, el PSOE debe decidir qué hacer con las cabras que, de repente, ha encontrado esta mañana en su garaje y que con toda puntería le ha metido el chaval de la coleta. Que es más listo que la mar. IGNACIO CAMACHO ELECCIONES BINARIAS El recuento de junio esconde una posible sorpresa. Y no está en el cómputo de los votos, sino en el reparto de escaños L JM NIETO Fe de ratas AS próximas elecciones se van a volver a regir por un sistema binario. El bipartidismo no se ha roto, se ha desdoblado. Caducada por falta de consistencia la dialéctica entre continuidad y cambio la llamada nueva política ha envejecido cuatro décadas en cuatro meses el combate electoral retorna al enfrentamiento de bloques ideológicos, derecha contra izquierda, sólo que ahora cada uno de ellos está subdividido en dos fuerzas que se disputan el mismo espacio. Se trata de masas compactas e impermeables entre sí, con una única zona porosa entre el PSOE y Ciudadanos, franja fronteriza donde las encuestas detectan un cierto trasvase de votos. El resto de los movimientos se produce en el interior de cada bando, por lo que en términos cuantitativos no cabría esperar grandes alteraciones en la correlación final de fuerzas. Y sin embargo... Sin embargo el recuento de junio esconde una posible sorpresa, capaz de desempatar el resultado. Y no está en el cómputo de los votos, sino en el de los escaños. En la ley D Hondt y en su discutido mecanismo de atribución proporcional. La novedad tiene que ver con la desaparición del quinto partido nacional, Izquierda Unida, que al subsumirse en las listas de Podemos puede desequilibrar de forma sensible el mapa parlamentario. Si los pronósticos demoscópicos se cumplen en términos aproximados, la coalición de izquierda radical puede rebañar mediante el reparto de los cocientes una cuota significativa de diputados. En el fondo de muchas circunscripciones siempre hay algún escaño bailando a expensas de los célebres restos, que se dilucidan en diferencias mínimas de apenas unas decenas de sufragios. En las más pequeñas, la hegemonía bipartidista los asignaba por método diádico debido a la gran desproporción entre los dos primeros partidos y el siguiente, pero al irrumpir una tercera candidatura fuerte optará de manera automática al reparto. Por ejemplo, en las provincias castellanas con tres representantes, que hasta ahora solían ser del PP (dos) y del PSOE (uno) la lista de Podemos- IU tendrá serias posibilidades de llevarse el último. Y en virtud de los cocientes lo lograría, ojo, a costa del mayoritario, es decir, del Partido Popular, estableciéndose así unos vasos comunicantes inesperados. Un fenómeno por el que la derecha, conservando e incluso incrementando sus votos, puede perder algunos diputados. A poco que ese efecto se reproduzca en una decena de provincias, el bloque de la izquierda obtendrá un avance decisivo en términos binarios. Tal vez no suficiente para provocar un retroceso de los socialistas al tercer puesto, pero sí para sobrepasar en conjunto al centro- derecha y acercar la mayoría frentepopulista. Esa era la razón por la que Pablo Iglesias decidió forzar la repetición de los comicios. Lanzarle a Rajoy un salvavidas pinchado.

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