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ABC MADRID 02-05-2016 página 31
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 2 DE MAYO DE 2016 abc. es internacional INTERNACIONAL 31 país, la tranquilidad se tornó caos. Cientos de seguidores del clérido chií protagonizaron una manifestación que culminó con la entrada a la llamada Zona Verde de la capital, Bagdad, que alberga las sedes de las principales instituciones del país. Los alborotadores llegaron a entrar en la sede del Parlamento, lo que llevó al primer ministro a decretar el estado de emergencia, ante la crisis política más grave de los últimos años. Abierto desafío Ayer mismo, los seguidores de Al Sadr, con permiso de las fuerzas de seguridad y los soldados que protegen la fortificada Zona Verde, mantuvieron su desafío instalándose con tiendas de campaña en la plaza Al Ihtifalat, aunque por la tarde levantaron provisionalmente la sentada. Mientras, en plena emergencia nacional, el presidente del país, Fuad Masum, se reunió con el del Parlamento, Salim Al Yaburi, y el propio Al Abadi, para buscar una salida a la crisis. Doug Ollivant, quien fuera estratega norteamericano en Bagdad y ahora colaborador de la New America Foundation, resume la situación con cierto dramatismo: Existe la convicción de que el Gobierno (iraquí) no puede continuar tal y como está estructurado. No sé cómo van a salir de esto los iraquíes, no lo veo claro El episodio compromete la guerra contra Daesh en un momento crítico. Después de haber perdido en un año y medio el 40 del territorio que controlaban en Irak y algunos enclaves, los yihadistas afrontan ahora la acometida de las tropas iraquíes contra Mosul, su bastión y la segunda ciudad del país. Esta misma semana, el presidente Obama ratificaba el envío de otros 200 miembros de las Fuerzas Especiales para reforzar la operación, que se considera clave para seguir avanzando en la derrota yihadista. Además, el Pentágono reconocía que, por primera vez, la nueva remesa de expertos militares norteamericanos va a pasar de la retaguardia al frente de operaciones, en un salto cualitativo que se corresponde con la batalla más importante que se va a librar contra el autodenominado Estado Islámico. El premier iraquí, Al Abadi, inspecciona los daños causados por los manifestantes en el Parlamento EFE El caos político en Bagdad pone en peligro la batalla contra Daesh El gobierno de Al Abadi, aliado de Washington, se siente contra las cuerdas M. ERICE WASHINGTON La historia amenaza con repetirse. La inestabilidad política en Irak vuelve a poner en jaque la estrategia estadounidense años después, aunque hayan cambiado los personajes y sus motivaciones. Al controvertido jefe de gobierno Al Maliki, quebradero de cabeza de George W. Bush por su política antisuní en el día después del derroca- miento de Sadam, le sustituye ahora Haider Al Abadi. Un aliado aparentemente más fiable y capaz de gestionar el caos que constituyen las múltiples facciones en liza, según la Administración Obama. Así parecía, hasta que los últimos días una revuelta que tuvo como objetivo el Parlamento iraquí ha devuelto la incertidumbre a la política exterior norteamericana. Y, más importante, las dudas a la guerra que libra contra Daesh Estados Unidos, junto con sus aliados, entre ellos el propio Abadi y su Gobierno. El personaje que se mantiene es el líder chií Muqtada Al Sadr, que vuelve a dirigir a sus fieles contra las frágiles instituciones iraquíes. Vuelven las dudas, a las puertas de la que puede ser la batalla decisiva contra los yihadistas, el asalto a Mosul. La remodelación gubernamental protagonizada por Abadi reabrió las hostilidades el pasado viernes. Apenas medio día después de que el vicepresidente Biden abandonara el país, confiado y fortalecido por el compromiso del primer ministro y el resto de portavoces políticos que gobiernan el Un viejo conocido La protesta rebelde está dirigida por el clérigo chií Al Sadr, antigua bestia negra de EE. UU. El crucero Adonia en una imagen de archivo ABC fragar por las trabas que Cuba seguía poniendo a los ciudadanos de origen cubano. Un decreto aprobado poco después de la revolución de 1959 les prohibía entrar ni salir de la isla por vía marítima, y Carnival, plegándose a esa normativa, en un principio no vendía billetes a los nacidos en Cuba. Las reacciones en Miami, bastión del exilio cubano, no se hicieron esperar y se organizaron protestas por lo que se llegó a tildar de apartheid. Incluso el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, condenó en una visita a Miami que la compañía aplicara esa medida discrimi- natoria en la venta de pasajes. Las presiones hicieron que Carnival rectificara y empezara a aceptar reservas de los cubanos, traspasando así a las autoridades castristas la responsabilidad de negarles el acceso. Finalmente, La Habana dio el paso y cambió el antiguo decreto, permitiendo a los cubanos que puedan entrar y salir, como pasajeros o como tripulantes, en cruceros o mercantes, y de forma gradual también en yates. El presidente de Carnival, Arnold Donald, se felicitó porque su compañía estaba haciendo historia y contribuyendo a un futuro positivo

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