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ABC MADRID 24-04-2016 página 15
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ABC MADRID 24-04-2016 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 24 DE ABRIL DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS CHARLOTADA CERVANTINA Ha coincidido con el aumento de las multas en una parte de España llamada Cataluña, por usar allí la lengua de Cervantes C REÍA que con esta campaña contra la Fiesta, contra la presencia de niños en las plazas y con la prohibición de las corridas como símbolo de España habían desaparecido totalmente los festejos que solían cerrar las ferias, anunciados como espectáculo cómico- taurino- musical y conocidos como charlotadas. Charlotadas para solaz infantil. Con enanitos toreros, El Bombero y su Botones y la banda de El Empastre, gloria del toreo bufo de Rafael Dutrús Llapisera que tanta técnica e inspiración en la repentización ante los erales tenía que cuentan que en sus lances se inspiró Manuel Jiménez para inventar su chicuelina. Pero mire por dónde, el otro día resucitó la charlotada. Como hay corridas goyescas, y picassianas, y pinzonianas, algún genio del Congreso acarteló en sus escaños y en su tribuna la Charlotada Cervantina, como el más chuflesco y chusco modo de celebrar el 400 aniversario del Príncipe de los Ingenios. ¿Se imaginan que en la Cámara de los Comunes, o en la de los Lores, hubiesen los ingleses convocado una sesión bufonesca para conmemorar el 400 aniversario de Shakespeare, sacando a un actor en atuendo de época con una calavera, diciendo ante ella mamarrachadas hamletianas dirigidas a sus señorías? Pues eso ha ocurrido aquí. Donde con todo impudor les han puesto unas gafas como de Harold Lloyd a los broncíneos leones de las Cortes. Que como se ente- ren que fueron fundidos en Sevilla con los cañones tomados al enemigo de la morisma, los vuelven a fundir de nuevo, como funden las campanas que diríamos con verso de los Álvarez Quintero. ¿A quién se le ha ocurrido la Charlotada Cervantina del Congreso? ¿Será que el mismo don Francisco Javier López, alias Pachi, que mandó quitar el Crucifijo de don Julián Besteiro, ha decidido entronizar a los titiriteros podemitas? ¿Cuánto nos ha costado la triste broma perpetrada en el que debía ser solemne y respetado templo de la soberanía popular? La compañía de la charlotada ¿ha hecho descuento por la cantidad de enanos toreros que había, no en el ruedo bailando España Cañí sino en los tendidos del hemiciclo, almacigados de enanos enemigos de España, de su Constitución, de su unidad y de su lengua? Nuestra lengua... La llamada lengua de Cervantes El mejor homenaje que el Congreso podía haber dado a Cervantes hubiera sido impedir que te multen por usar su lengua en una parte constitucionalmente indisoluble de la Patria, cual Cataluña. Sí, mejor que meter los titiriteros hubiese sido hacer respetar las leyes sobre la constitucional Lengua de Cervantes, y no lo que ha ocurrido, coincidencia absolutamente lamentable. La Charlotada Cervantina ha coincidido con el aumento de las multas en una parte de España llamada Cataluña por usar allí la lengua de Cervantes. A los establecimientos que no usan el catalán, sino el cooficial español en sus rótulos exteriores, escaparates, ofertas o menús, les ha cascado multas por importe de 140.000 euros la Generalitat. Y en el mismo día de la Charlotada, quien viera la información del Tiempo en TVE contemplaría cómo la lengua de Cervantes era despreciada en los topónimos de los mapas, que mejor que fueran mudos en vez de llamar Lleida a Lérida, Donosti a San Sebastián, Iruña a Pamplona o Eivissa a Ibiza. Cervantes, al escribir ese Quijote cuyo monumento de la Plaza de España madrileña pretende quitar Carmena, no quería acordarse de cierto lugar de La Mancha. Igual me pasa a mí: prefiero no acordarme de este Congreso que celebra a Cervantes con una lamentable Charlotada, mientras no tiene el menor interés en defender el español y consiente la dictadura casi nazi de las otras lenguas peninsulares: Habla la lengua del Imperio Catalán IGNACIO CAMACHO LOS CUERPOS EXTRAÑOS Para la vía Monti faltan algunos fracasos. Es una solución italiana a una crisis de sectarismo típicamente española E JM NIETO Fe de ratas N la tradición trincheriza de la política española nunca han tenido mucho éxito los independientes. En parte por el rechazo desconfiado de los partidos, señores feudales del sistema, y en parte por su propia inadaptación a un ecosistema dominado por las facciones y el banderismo. Se les ve como incrustaciones o cuerpos extraños, tanto en los gobiernos como en las listas parlamentarias, y acaban viéndose igual a sí mismos y tirando la toalla. Nuestra estructura partitocrática sólo contempla al independiente como un adorno, un retoque decorativo que raras veces encaja integrado en un equipo. En el liderazgo, simplemente, nadie concibe su presencia. Eso es para los patas negras del profesionalismo. Por eso la propuesta de Albert Rivera de un presidente de consenso, fichado fuera de la nomenclatura partidaria, no se la termina de creer su propio autor. La lanzó esta semana sin convicción, a boca chica, como un intento voluntarista o testimonial a sabiendas de que no iba a tener el menor recorrido. Más ruido, aunque con la misma efectividad, hubiese armado en caso de postularse él mismo: la danesa solución Borgen que al menos se mantendría dentro del ámbito parlamentario. Pero la vía Monti queda aún muy lejos de nuestra usanza. Una salida a la italiana para una crisis de sectarismo tan típicamente española. Y no es que se trate en sí misma de una mala idea. En un bloqueo originado por los vetos mutuos de los dirigentes, una figura outsider de prestigio resulta en teoría idónea para resolver dentro del margen constitucional un problema de personalismos. El carácter estabilizador de una operación así gustaría en Bruselas y en Berlín, en el mundo empresarial y financiero al que siempre se asocia con el padrinazgo de Ciudadanos y en algunos sectores sensatos del establishment político. Sólo que además de constituir una fórmula refractaria a la costumbre, entregaría a Podemos el argumento perfecto con el que erigirse en el papel que sueña Pablo Iglesias, el de adalid único de la legitimidad popular contra una conspiración de las élites avalada por la Corona. Demasiado fácil para la demagogia. El pueblo contra la casta. Para llegar a un recurso así faltan todavía algunos fracasos. Y no es que llevemos pocos, pero aún quedan mecanismos naturales capaces de desencasquillar el atasco. El más obvio, claro, el de las elecciones. Sólo en caso de repetirse el colapso después de distribuir nuevas cartas cabría apelar a comodines fuera de la baraja, e incluso en esa hipótesis los primeros nombres alternativos saldrían de la propia dirigencia de los partidos; algunos hay ya dispuestos entre bastidores. Los independientes no son gratos, como los advenedizos en las mesas de tahúres. Es improbable, de todos modos. En un país donde los partidos no saben tender puentes parece complicado imaginar el éxito de una ingeniería política sofisticada.

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