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ABC MADRID 15-04-2016 página 65
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC Jason Sudeikis VIERNES, 15 DE ABRIL DE 2016 abc. es ABCdelOCIO 65 que trabajo En un momento en que los cómicos de Hollywood se exhiben con estrépito y lascivia, la llegada de Sudeikis al estrellato es, sorprendentemente, discreta. Me gusta tomar decisiones con intención, como yo las llamo, lo hago en cada película que decido interpretar. Vivo un momento profesional en el que puedo elegir libremente que papel quiero, decido si ser el pan o la mantequilla (se ríe) reconoce Sudeikis. Como un puzle, el título (en inglés) Race ofrece contenido definido a tres niveles; race por las carreras, race por la raza, race por la evolución de la sociedad. Esta es una historia sobre la humanidad, cómo los Juegos de Berlín marcan un antes y un después. Hay un mensaje que va más allá de la mera competición, del sufrimiento de Jesse. El filme nos muestra lo que hemos avanzado en estos ochenta años, pero al mismo tiempo nos enfrenta a la situación actual y lo que aun queda por cambiar admite Sudeikis. Para el actor no cree que sea necesario esperar otros ochenta años para ver más igualdad en el país. Tenemos un presidente afroamericano y espero que la tecnología nos permita acercarnos y entender nuestras diferencias No se muerde la lengua en sus respuestas, demostrando que no es políticamente discreto. El héroe de Berlín es un filme relevante y actual: En los juegos de Rusia muchos deportistas se negaron a participar por la represión que existe en aquel país contra los homosexuales. Un título como Race es incendiario, capaz de crear diálogo sin darte un sermón. También me gusta el cinismo al final de la película, con esa escena en el hotel Waldorf Astoria que me encanta, porque en la cara del portero ves su incomodidad al no permitir la entrada a Jesse. En mi opinión hoy en día necesitamos este diálogo, ya que estamos prestándole el micrófono a mucha gente que necesita callarse, porque lo único que expresan es ignorancia termina Sudeikis en una clara referencia a Donald Trump. Stephan James Entrené duro para parecerme a Jesse Owens y al final logré correr los 100 metros en 12 segundos Esta es una historia sobre la humanidad, cómo los Juegos de Berlín marcan un antes y un después Título incendiario Jeremy Irons en una escena de la película ABC El gran corredor y el gran dictador Dirección: Stephan Hopkin. Con: Stephan James, Jason Sudeikis, Jeremy Irons, William Hurt EL HÉROE DE BERLÍN le lo que significa concentrarse lejos del ruido de las agresiones. Una metáfora sobre Estados Unidos que pone de manifiesto lo importante que es no dejarse llevar por el alboroto exterior. Yo no estaría casado ahora con Olivia (Wilde) si no hubiera silenciado el ruido exterior. A veces es bueno escuchar a los demás porque estás vivo, pero al final ese ruido es, para mí, la lucha que los humanos mantienen cada día consigo mismos. Tu equipaje contra tu intuición. Tus experiencias y tus miedos pueden interrumpir tu futuro y un mentor ve algo dentro de ti que te permite desprenderte de todo eso, para que puedas ver con claridad tu potencial. Yo quiero ser ese mentor para mis hijos, para mis amigos, para la gente con la ecreación histórica y olímpica de la hazaña de Jesse Owen, que llegó a los Juegos de Berlín en 1936 con Hitler ya subido a una silla y con Goebbels con su gesto de oledor de queso azul, y se ciscó en su teoría de la superioridad de la raza aria consiguiendo cuatro medallas de oro. La película recoge al personaje justo a su entrada en la Universidad de Ohio, donde coincide con el entrenador Larry Snyder, que fue el que puso en órbita el cohete... Como la película es canadiense, y el director el jamaicano Stephen Hopkins (no confundir con el astrofísico Hawking) este héroe de Berlín incurre en la provocada contradicción de señalar en aquel Berlín nazi y en aquellos ambientes previos al holocausto lo que, en realidad y en el fondo, critica de los Estados Unidos, sus ambientes racistas y clasistas en la época, que los R OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE sufrió Jesse Owens hasta el punto de hacerle pasar, tras su hazaña olímpica, por la puerta de servicio al hotel Waldorf Astoria donde se celebraba un homenaje en su honor. Quizá lo mejor de la película (además de señalar la obvia hipocresía de despreciar a Hitler y su régimen pero asumir ciertos detalles sobre la supremacía de raza) sea la pulsión paralela a las pruebas olímpicas de la cineasta Leni Riefenstahl y sus peligrosos regates con Goebbels para la filmación de esos Juegos (la actriz Carice van Houten ofrece una versión blanca y adorable de la propagandista y genial cineasta) como el apunte de la amistad súbita y ejemplar entre Owens y el saltador alemán Luz Long, medalla de plata y posteriormente pisoteado por el nazismo. Probablemente podría ser una película más dura, más rasposa, más trágica que épica (la historia de Owens, de principio a fin, daría para ello) pero no más clara y tan agradable de ver como ésta, a pesar de que finja intriga ¿ganará, no ganará? sobre algo que todo el mundo conoce. Corriendo con lobos otra vez Dirección: Jon Favreau. Con: Neel Sethi, Ben Kingsley, Bill Murray ANTONIO WEINRICHTER EL LIBRO DE LA SELVA L a secuencia inicial confirma las peores expectativas, las que uno tiene cuando se resigna a ver una nueva e ¿inútil? versión de un libro que adora fieramente: esa persecución en la jungla parece un anuncio de una (próxima) atracción en un parque Disney o una autopromoción del flamante formato en 3 D. La servidumbre de la composición visual a la lógica tridimen- sional se mantiene, por desgracia; pero la genuina sorpresa no tarda en llegar. El espectador reticente se acomoda en la butaca y empieza a disfrutar: no es una adaptación fiel, sino una variante de la historia original, que recorre los mismos puntos fuertes pero para alguien que ya conoce la trama. Es un Kipling que es también un posKipling, y es que no podía ser de otra forma. Es algo muy sutil pues se cuenta en realidad lo mismo, pero sirve para disolver la impaciencia tanto del narrador como del espectador posmoderno ante el cuento de siempre Quiere esto decir que Favreau sabe que el especta- dor sabe que... etc. etc. Pero convierte ese maliciamiento en una fuente de placer, al incluir por ejemplo una escena de estampida que ya estaba en El rey león pero también en una reciente animación de la casa con dinosaurios. O al dilatar al máximo el momento de ceder a la tentación de tirar de la versión Kipling también de animación y también de la casa: llega en el instante justo, cuando hasta el más hostil prejuicio se derrite al oír que la voz del oso Baloo es la muy reconocible de Bill Murray ¿qué actor más osezno que él, ahora que nos falta Matthau... Cuando estalla entonces la famosa canción Bare Necessities hay que ser muy pejiguero para ponerle pegas a esta orgía de autocelebración del paradigma Disney.

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