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ABC MADRID 10-04-2016 página 78
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ABC MADRID 10-04-2016 página 78

  • EdiciónABC, MADRID
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78 CULTURA DOMINGO, 10 DE ABRIL DE 2016 abc. es cultura ABC Karmelo Iribarren Estuve en el abismo, pero le eché un par y seguí andando. Me gusta demasiado la vida Poeta Acaba de publicar un breve poemario, Haciendo planes y la próxima semana aparecerá una edición ampliada de Diario de K su libro de aforismos. ABC conversa con uno de los últimos poetas malditos, y más desconocidos INÉS MARTÍN RODRIGO MADRID U no llega a la poesía de Karmelo Iribarren (San Sebastián, 1959) un poco como cuando entras solo en un bar: con timidez y sin pretensiones, albergando la esperanza de que nadie repare en tu presencia y poder, así, esconderte en una esquina y apurar la cerveza, que pides como quien suplica clemencia. A él le gustaría ese símil. Seguro. Incluso es probable que, al leerlo, lo retenga en su memoria para después recuperarlo, horas después, y con él bosquejar un poema. Es lo que, a fin de cuentas, lleva haciendo casi cuarenta años, en silencio, sin reclamar atención, escondido en ese rincón del bar cuya barra regentó hasta que no pudo más, temeroso de beberse la vida antes de tiempo. Como bien reconoce en esta entrevista, estuvo al borde del abismo, pero para regocijo de sus lectores (y, sobre todo, suyo propio) volvió sobre sus pasos, hasta que perdió de vista el precipicio. Le gusta demasiado la vida y, quizás por eso, escribe poemas a través de los que se vive. Quien le ha leído lo sabe; y quien no llega a tiempo de descubrir a un autor poco (re) conocido, a ratos olvidado, y recuperado con acierto por la editorial Renacimiento. El verano pasado apareció la antología Seguro que esta historia te suena. Poesía completa (1985- 2015) y desde hace apenas un mes está en librerías Haciendo planes un poemario breve pero hermoso. En él, Iribarren define el amor de esa manera suya, tan sencilla como certera: Apenas cuatro letras. Y cabe tanto dentro. Y duele tanto cuando te dejan fuera La próxima semana aparecerá, además, una edición ampliada de Diario de K su libro de aforismos. Aunque lo cierto es que con este poeta, curtido en el casco viejo de San Sebastián, no hace falta percha, ni actualidad. Basta con leerle, o escucharle. ¿Qué recuerda de la primera vez que se acercó a la poesía? -No recuerdo ese primer contacto. Pero la prueba de que sentí algo especial es que aquí estamos. ¿Y con qué autores la descubrió? ¿Autores? Quién sabe, Lope, Antonio Machado... Tuve suerte, me dio cla- ses una gran profesora de Literatura. Le gustaba lo que hacía. -Echando la vista atrás, ¿qué piensa ahora de su primer poemario? -Empecé a publicar en los setenta, en revistas, fanzines... Pero el primer libro digno de tal nombre es de mediados de los noventa. Soy sin serlo lo que se llama un poeta tardío. En aquel libro estaba lo mejor y lo peor de mí (como poeta, se entiende) porque ya era un poeta hecho. Tal vez había más de lo peor, no lo sé. Lo veo lejano. ¿Qué opinión tiene, por ejemplo, de La condición urbana uno de los primeros? ¿Y qué siente si lo compara con Haciendo planes el último? La condición urbana es un libro duro y tierno a la vez, lleno de excesos, de ironía, de desencanto, de vida. Está escrito gran parte de él hace más de treinta años. Es en gran medida un producto de los ochenta, aunque se publicase en la década siguiente. Haciendo planes es desde el título la constatación de que al menos sé reírme de mí mismo, sin acritud. Los poemas aquí son más leves, aunque quizás traten asuntos más profundos. LOS SUEÑOS Lo fueron todo y ya los ves ahora, abatidos por los días iguales, como pasquines en los charcos. Vivir se reduce a esquivarlos. AFORISMO La errata trata de sobrevivir, eso es todo La posteridad A partir de una edad dejas de tener futuro, sólo tienes presente. Creo que yo ya estoy ahí. Escribo porque no sé vivir sin hacerlo; no todavía, al menos La inspiración La inspiración en la que, con matices, creo sin un aprendizaje previo sirve para poco. Escribir poemas no es algo instintivo, es la consecuencia de haberlos leído La escritura Todos nos dejamos algo por el camino, la vida es así. Los escritores al menos los que a mí me interesan lo cuentan, dejan constancia de ese continuo decir adiós La ironía La vida, en su mejor versión, es una incesante tragicomedia. Hurtar la parte cómica sería absurdo y hasta, en mi caso, un fraude -Hay quien le define como un poeta maldito. ¿Cómo se definiría usted? -Yo soy alguien que pasea a lo largo del río con un paraguas y, a veces, un poema en la cabeza. Estuve en el abismo, pero le eché un par y seguí andando. Me gusta demasiado la vida, esta vida gris hecha de días nada espectaculares que es la mía. -Si tuviera que elegir una generación, ¿con cuál se quedaría? -A mí, por edad, me corresponde la de los ochenta. Pero yo debo mucho a los poetas del cincuenta: González, Biedma, el primer Valente, Brines y hasta Félix Grande, que es ya algo posterior... Y también a los poetas que vinieron después de los novísimos. ¿Qué tipo de literatura le atrae? -Me gusta la literatura que tiene que ver con la vida de la gente, la que emociona, te hace preguntarte cosas, te mueve por dentro. La literatura como juego únicamente nunca me ha interesado, eso es propio de sociedades acomodadas o de individuos sin conflictos o que no quieren mostrarlos. ¿Y qué persigue al escribir? -Al escribir persigo no sé si consigo dejar constancia de lo que me pasa. Lo hago con ironía, porque la cosa es muy seria: apenas me pasa nada relevante. ¿Cree en la inspiración? -La inspiración en la que, con matices, creo sin un aprendizaje previo sirve para poco. -Y, hablando de inspiración, ¿cómo la encuentra usted? -Mirando la vida, leyendo, escuchando cosas por ahí... A veces uno está receptivo de una forma especial volvemos a la inspiración y una ocurrencia es el germen de un poema. Otras veces esa misma ocurrencia pasa desapercibida. He ahí el misterio. -La ironía, el humor si me apura, es una constante en su poesía. ¿Por qué ese uso tan habitual? -Son como pequeñas ventanitas de esperanza, respiraderos, cabos a los que asirse ante tanta tristeza y desolación. La ironía, además, sirve para distanciarse un poco. La vida, en su mejor versión, es una incesante tragicomedia. Hurtar la parte cómica sería absurdo y hasta, en mi caso, un fraude. ¿Cuáles serían, en su opinión, las herramientas más frecuentes en su poesía? -El lenguaje coloquial, el tono irónico o elegíaco, la claridad, la melancolía, el cierre mate pero con pellizco de los poemas, cercano a veces al epigrama... No sé, por ahí. Diario de K es un libro impactante; esos aforismos definen la vida, pro-

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