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ABC MADRID 07-04-2016 página 51
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ABC JUEVES, 7 DE ABRIL DE 2016 abc. es cultura CULTURA 51 Encontronazos con peliculeros El poder icónico de las novelas de Marsé explica que Últimas tardes con Teresa La oscura historia de la prima Montse Si te dicen que caí La muchacha de las bragas de oro El amante bilingüe El embrujo de Shanghai y Canciones de amor en Lolita s Club se vertieran a la pantalla (todas de forma insatisfactoria) Para el escritor no hay excepciones: Ninguna adaptación me gusta, ninguna... Cuando una película es buena lo es siempre por la bondad narrativa cinematográfica, no literaria. Si la película falla, la culpa es del guión o del director El embrujo de Shanghai Fernando Trueba MUY PERSONAL Juan Marsé nació en Barcelona en 1933 Es autor de novelas tan célebres como Últimas tardes con Teresa Si te dicen que caí La muchacha de las bragas de oro y El amante bilingüe Obtuvo en 2008 el premio Cervantes INÉS BAUCELLS La oscura historia de la prima Montse (1978) de Jordi Cadena, y El embrujo de Shanghai (2002) que dirigió Fernando Trueba, tampoco complacieron al escritor. De la película de Trueba señaló que no reflejaba el paso del tiempo: Si no se plasma bien en la pantalla, se pierde uno de los elementos importantes que hacen de esa historia lo que es: la pérdida de los sueños Admira el guión de Víctor Erice para El embrujo de Shanghai que malogró el productor Andrés Vicente Gómez: Es mejor que la novela Últimas tardes con Teresa (1984) de Gonzalo Herralde, olía demasiado a guardarropía... Aquel Pijoaparte (Ángel Alcázar) resultaba demasiado educado: un figurín con brillantina más propio de la moda años cincuenta que de los murcianos del Carmelo. El amante bilingüe Gonzalo Herralde pedirá decir que actualmente éste es un país de fantasía regido por unos personajes insólitos y risibles, pillastres adscritos a la política más patriotera y lucrativa y a la cultura más ñoña y provinciana. Sin embargo, la novela no pretende ser un alegato contra el procés y sus delirios identitarios, aspira a algo más relevante. En cuanto al citado dúo cómico, ofrece ya de por sí suficiente comicidad como para eximirme de incluir tan ardua cuestión en la trama novelesca. -Ya que mencionamos a Gabriel Rufián, independentista que vende su condición de charnego. En el medio siglo de Últimas con Teresa ¿qué les diría a quienes lo comparan con el Pijoaparte? -Que leyeron mal la novela, que no la entendieron. El protagonista es un soñador, no un resentido político o social, y mucho menos un trepa tontamente envanecido de su origen y condición charnega. El pobre Pijoaparte no tiene cuentas con España ni alimenta un historial de oprobios, como es el caso del señor Rufián, tiene cuentas consigo mismo, con su sueño de integración, de amor y felicidad en una ciudad hostil. Tan simple como eso. Esa puta tan distinguida bebe en leyenda erótica de los años cuarenta: la censura suprimió el desnudo de Rita Hayworth en Gilda ¿En su juventud también creyó que eso era posible? -Sí, aunque con alguna reserva. En 1948, cuando se estrenó la película, yo tenía 15 años. Recuerdo que enseguida circu- Vicente Aranda se lleva la palma de las peores adaptaciones con La muchacha de las bragas de oro (1979) Si te dicen que caí (1989) El amante bilingüe (1992) y Canciones de amor en Lolita s Club (2007) Condicionado por las coproducciones, el director exageró la comercialidad de La muchacha de las bragas de oro y El amante bilingüe y complicó la compleja narrativa de Si te dicen que caí un caótico magma de imágenes. Últimas tardes con Teresa Vicente Aranda ló el rumor de que la censura, entonces tan omnipresente en la vida de los españoles, había cortado una escena en la que Rita Hayworth hacía un striptease mientras cantaba, y que empezaba quitándose un guante. El striptease era mentira, pero el rumor hizo fortuna. Aquellos eran años de extrema represión sexual los curas decían a los ni- Delirios identitarios La novela no pretende ser un alegato contra el procés y sus delirios identitarios, aspira a algo más relevante ños que, si se masturbaban, se les pudriría la espina dorsal y los sueños suplían la realidad. -Reaparecen personajes de Caligrafía de los sueños el falangista y la señora Mir con su cabeza sobre el raíl del tranvía de la calle Torrente de las Flores. ¿El territorio Marsé es cada vez más un aluvión de realidad y ficción? -Yo no diría que es un aluvión. Eso forma parte de la naturaleza misma de la literatura de ficción. Siempre ha sido así, una mezcla de realidad y de imaginación. Aparentemente, en esta obra podría pesar más lo primero que lo segundo, hay algunos toques a lo real bastante evidentes, todos en clave de humor, pero yo considero mucho más solvente la parte inventada, porque es la que afecta al nervio central de la novela... No sé, no me gusta manejar teorías sobre la faena. -La narración se alterna con la escri- tura del guión de lo que se cuenta. ¿Es un ajuste de cuentas con quienes adaptaron tan mal sus obras? -No exactamente, ya lo he comentado antes. Dedicar una novela de 235 páginas, con el tiempo y el esfuerzo que esto requiere, a ajustar cuentas con algunos cineastas que me han defraudado con sus adaptaciones sería más bien idiota. No, mi intención era otra. Además, no todas las adaptaciones eran desechables. Vamos a dejarlo aquí. -El guionista de la novela es traicionado por las exigencias de la comercialidad. ¿Cuántas veces ha visto condicionado su trabajo creativo? -Nunca me sentí traicionado por esas adaptaciones. Ojalá hubiera sido traicionado, pero las películas hubieran sido buenas. Siempre he dicho que para conseguir una buena adaptación cinematográfica a menudo es conveniente darle la vuelta al texto literario como si fuera un calcetín, porque lo primordial es hacer una buena película, incluso a costa de la novela. Si no, ¿para qué adaptarla al cine? Es decir, la película debe aportar algo que no nos dio la novela. Una vez más el mejor ejemplo es Buñuel: en las adaptaciones de Tristana y de Nazarín está más presente el mundo del director aragonés que el de Galdós. Pero claro, eso sólo se puede hacer cuando el director tiene un mundo propio, tiene algo que decir o que añadir al mundo del escritor. -El asesinato de la prostituta Carolina Bruil en enero de 1949 guarda cierto paralelismo con el de Carmen Broto que inspiró Si te dicen que caí ¿Al final solo somos lo que recordamos? -El olvido es una estrategia del vivir, y por eso la memoria selecciona. El crimen de la prostituta Carmen Broto cubrió la crónica de sucesos en la Barcelona de 1949, yo tenía entonces 16 años y ocurrió cerca de mi casa. Vi en la calle Escorial el coche en el que fue asesinada, con manchas de sangre en la ventanilla... Todo aquello me impresionó mucho, pero lo que veinte años después inspiró Si te dicen que caí no fue el crimen, sino el deseo de recuperar mi adolescencia en los años más duros del franquismo. Pero es verdad que la crónica urbana, aquel desdichado suceso, actuó como referente. -Uno de sus personajes se refiere a la novela negra como novela gris ¿Se ha sobrevalorado este género ensalzando a demasiados autores mediocres? -Eso prefiero que lo juzgue el lector. ¿De qué omisiones se arrepiente? -Más que muchas cosas que hice mal, a estas alturas de la vida lamento cosas que debería haber hecho y no hice. Debería haber leído a los clásicos a los quince años, debería haber hecho algunos viajes que pude hacer y no hice, debería haber sido más generoso y más atento con algunas mujeres y más cariñoso con mis padres y, sobre todo, debería haber fracasado más, fracasado mejor, como se exigía Samuel Beckett. Crítica de la novela, el sábado en ABC Cultural

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