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ABC MADRID 04-04-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN CAMBIO DE GUARDIA PUEBLA LUNES, 4 DE ABRIL DE 2016 abc. es opinion ABC GABRIEL ALBIAC EL FIN DE LA EMPATÍA Sólo bombardear a los yihadistas ha logrado acabar con ese horror. Pero Carmena y Rodríguez hubieran preferido empatizar L Daesh ha sido expulsado de Palmira. Pero con el Daesh había que empatizar Dijo Carmena. Empatía según el Diccionario de la RAE: Sentimiento de identificación con algo o alguien Yo andaba por el París lacerado de noviembre cuando ella tuvo esa ocurrencia. Sentí vergüenza. Porque las sandeces son cosa de los individuos que las profieren. Pero la empática no era una común ciudadana, respetable aun en sus dislates. Era alguien a quien los votantes dieron el segundo puesto en Madrid. Y a quien el PSOE regaló la alcaldía. Su vergüenza nos concernía a todos. Carmena acerca del Daesh, noviembre de 2015 (la sintaxis es suya) Para evitar este terrorismo y cualquiera es fundamental trabajar muchísimo en lo que siempre se debe trabajar, para la paz, y es en el diálogo y en buscar alternativas para hacer posible que haya una empatía, para intentar ver en el otro a un ser humano, y hacer lo imposible para lo que yo llamo la educación para la paz Y la alcaldesa condenaba los primeros bombardeos franceses, por matar yihadistas: No sé cuántas personas han muerto ayer en el bombardeo, no lo sé, pero si hay bombardeos y muerte, va a haber por parte de todos O sea: Daesh Welcome! A José Julio Rodríguez no se le puede suponer ignorancia. Él fue mando supremo del Ejército español cuando nuestra fuerza aérea bombardeaba Libia. Y sus declaraciones no pueden quedar, como las de la alcaldesa madrileña, en la simple ocurrencia de una inocua ignara. Hay informes acusa Rodríguez de que países occidentales, Turquía o Estados Unidos, han financiado al Daesh En boca de una empática el uso del impersonal hay informes sería tan de rigor como cualquier otra gansada infantilista. En el caso de quien ha sido máxima autoridad militar española, espanta. A un militar no lo mueve la retórica. No debería moverlo. Un militar se atiene a hechos y análisis. Porque en sus palabras se juega la vida de mucha gente. Y, en el límite, la supervivencia de la nación. Hay informes no significa nada. Si no se da la referencia exacta de esos informes. Eso seguimos aguardando. Hace una semana que el Daesh fue expulsado militarmente de Palmira. Deja tras sí las huellas de una barbarie extrema. Las primeras fosas colectivas hablan de los civiles torturados y decapitados durante el tiempo de ejercicio allí del Califato. Del restablecimiento de la esclavitud y los mercados de compra y venta de esclavas no musulmanas, cuyas reglas y precios codificaron sus imanes, hablan los informes de la ONU (http: www. bloomberg. com news articles 2015- 0803 sex- slaves- sold- by- islamic- state- the- younger- thebetter) De la aplicación universal de la ley coránica como único código de comportamiento, ha hablado con claridad el propio Daesh. Y sólo bombardear a los yihadistas ha logrado acabar con ese horror. Pero Carmena y Rodríguez hubieran preferido empatizar esto es, según la RAE, identificarse con los asesinos. Y a mí, en Carmena, eso me da risa. En Rodríguez, no. E EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA COWBOYS DE MEDIODÍA Sánchez e Iglesias son nuestros cowboys de mediodía (y medio pelo) E ha hablado mucho en estos días del paseíllo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias por la Carrera de San Jerónimo; pero nadie, hasta donde yo sé, ha recordado su parecido con los paseos que se pegaban los protagonistas de Cowboy de medianoche, aquella vieja película de John Schlesinger, mientras lampaban y entretenían el hambre. En Cowboy de medianoche, John Voight interpretaba a un guaperas paleto que pretendía triunfar como gigoló, para acabar a la postre de chapero; y Dustin Hoffman interpretaba a un truhán parlanchín y aspaventero, que trataba de instruir a Voight, tan garrido de cuerpo como corto de entendederas. En el famoso paseíllo de la Carrera de San Jerónimo sólo faltó, para que la imitación fuese perfecta, que Iglesias se hubiese acordado de cojear, como hacía Hoffman en Cowboy de medianoche; y que Sánchez se hubiese puesto una chupa con flecos. Pero en lo demás estaban clavaditos, con un Iglesias gesticulante, casi histriónico, que parecía explicar a Sánchez el método infalible para embaucar y llevarse al huerto a doña Democracia, y un Sánchez que pretendía en vano meterse las manos en los bolsillos del pantalón, más apretado que taleguilla de torero, y que atendía remolonamente las explicaciones de Iglesias, convencido de que para birlar las joyas a doña Democracia basta con despechugarse y marcar paquete. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias son ahora nuestros cowboys de mediodía (y medio pelo) buscan- S do el modo de encontrar el enjuague que les permita dar el golpe. Como el personaje de Jon Voight, Pedro Sánchez alimenta delirios de grandeza que lo hacen creerse el hombre más deseado del mundo, aunque no lo quieran ni en casa. Pero, por mucho que se pavonee por las calles luciendo palmito, ha quedado demostrado que no tiene clase ni posibles para camelar por sí solo a doña Democracia; y, viendo que corre el riesgo de quedarse a dos velas, se arrima a su Dustin Hoffman particular, que tal vez sea un taimado charlatán y, desde luego, no ha demostrado especial cariño a doña Democracia, pero que sabe cómo llevársela al huerto, pues no en vano se conoce todas las astucias y birlibirloques del timador, aprendidos en la escuela de la vida. Los perillanes que encarnaban Voight y Hoffman en Cowboy de medianoche nos descubrían a la postre que, bajo sus mañas de rufianes, escondían un corazón de oro que les permitía lamerse las llagas mutuamente y compartir un chiscón en ruinas; nuestros cowboys de mediodía (y medio pelo) en cambio, acabarán descubriéndonos que, bajo sus melindres ante las cámaras, esconden un corazón podrido que sólo ambiciona compartir un palacio y birlar las joyas de doña Democracia; y, por birlarlas, están ambos dispuestos a representar la pantomima que más les convenga, que hoy puede consistir en hacerse los humildes y mañana en hacerse los enfadados, según como sople el viento y empleando siempre los plazos legales en beneficio propio. Huelga añadir que en esta pantomima a Albert Rivera le corresponde el papel de burlador burlado; y a Rajoy el de mirón cascarrabias al que nadie deja ni siquiera remangarse. Más lastimoso es todavía el papel de los analistas políticos, enredados en una logomaquia de pronósticos, mientras nuestros dos cowboys de mediodía pasean muy pinchos y tararean la canción de Harry Nilsson: Everybody s talking at me. I don t hear the word they re saying, only the echoes of my mind Y, entre el barullo de los ecos, piensan en el modo de birlar las joyas de doña Democracia, que tal vez les exija artimañas de gigoló, o tal vez tretas de chapero; pero ambos están dispuestos a lo que la ocasión obligue, pues la regla primera del truhán fetén es aparcar los remilgos.

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