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ABC MADRID 03-04-2016 página 76
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  • EdiciónABC, MADRID
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76 DEPORTES El clásico DOMINGO, 3 DE ABRIL DE 2016 abc. es deportes ABC El Madrid asalta el Camp Nou El tridente blanco marca la diferencia En el Barça, Neymar estuvo desaparecido, Messi ofreció destellos aislados y Luis Suárez falló a puerta vacía. Mientras, Benzema, Bale y Cristiano se encendieron al final para resolver el clásico MESSI SUÁREZ NEYMAR BALE GOLES BENZEMA CRISTIANO MINUTOS 0 90 GOLES MINUTOS 0 90 GOLES MINUTOS REUTERS 0 90 GOLES MINUTOS 0 89 MINUTOS 1 78 GOL MINUTOS AFP 1 90 GOL Piqué, el único acierto Benzema y Ronaldo de un ataque negado funden al Barcelona ENRIQUE YUNTA En el clásico versión azulgrana, cita reservada por norma para los futbolistas pata negra, el mejor fue un defensa, decepcionante tributo a Johan Cruyff y a su idílica manera de entender el deporte de la apreciada pelota. Se emocionó el Camp Nou y sus 99.264 almas para recordar al genio holandés y ese prólogo fue de lo mejor de una tarde que tuvo menos picante del esperado, pues el fútbol pierde su gracia cuando escasean los aciertos en la portería contraria. A Cruyff lo que le gustaba eran los goles, cuantos más mejor, y anoche en el Barça sólo hubo uno, que llevó la firma de Gerard Piqué y encima fue inútil para su gente. El catalán más irreverente, el jugador que más puede herir al madridismo, encendió al Madrid de Zidane a la salida de un saque de esquina y de paso camufló el escaso acierto del tridente local, apagado y sin diamantes. Cuesta entender que no llegaran más festejos con semejantes delan- teras, teóricamente las mejores del planeta y más allá. Se vende en las previas de estos partidazos un torrente de estadísticas para presumir del poderío de la Liga y el clásico de los atacantes lo animó un zaguero con alma de ariete. Messi ofreció fogonazos, de Neymar no hay regates ni nada para recordar y Luis Suárez falló en el primer acto lo que nunca ha fallado, tremendo su error a puerta vacía a los nueve minutos. Más allá de ensalzar su permanente lucha provocó la roja de Sergio Ramos no se explica su remate al aire cuando Navas ya estaba vencido. A falta de fútbol champán, los tres hombres de Luis Enrique se buscaron como de costumbre, pero se perdieron por el bosque. El tridente, que acumulaba 69 goles en el torneo doméstico, falló en una cita que seguramente no alterara el desenlace de la Liga, pero que deja tocado a un grupo que el martes recibe al Atlético. El Barça necesitará en Europa a los héroes, ayer difuminados en su estadio. E. V. ESCUDERO El miedo a perder el partido en los primeros minutos llevó a Zidane a optar por la prudencia. Consciente de la habitual salida en tromba del Barcelona, el francés exigió trabajo y concentración a sus hombres. Un ejercicio habitual en su línea defensiva, que el técnico extendió ayer también a su línea más adelantada. Cristiano, Bale y Benzema esperaban agazapados tras la medular. Nada de aventuras solitarias. Nada de agujeros a la espalda. Por primera vez en mucho tiempo, al trío de delanteros del Real Madrid se les vio más pendientes de lo que podía ocurrir en el área de Navas que en la de Bravo. Lobos enjaulados en su propio campo que fueron recuperando su libertad con el paso del tiempo. Una incursión de Bale por la derecha rompió las cadenas del tridente blanco. Muy activo el galés, aunque poco incisivo, su mera presencia en la banda diestra aplacó el ímpetu ofensivo de Jordi Alba. La tímida presión blanca cuando Bravo tocaba la pelota estaba comandada por Benzema, invisible en ataque durante la primera mitad e intermitente en las ayudas defensivas. El francés, más gris que en otras ocasiones, se convirtió en protagonista inesperado del empate al aprovechar un centro mordido de Bale. Para entonces, Ronaldo ya campaba a sus anchas por el césped del Camp Nou. Era una de esas noches en las que el portugués se movía cómodo a pesar de tocar el balón con cuentagotas. Acompañado por los pitos en cada intervención, avisó de su peligro con un tiro al palo justo después de que el asistente le hubiera anulado un gol a Bale por falta discutible a Jordi Alba. Espoleado por esa acción, Ronaldo recogió un balón del cielo servido por el galés. Lo bajó y le pegó con rabia contenida para marcar un gol que confirmaba el acierto del plan de Zidane. De la prudencia al éxito. Victoria para creer en el equipo.

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