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ABC MADRID 31-03-2016 página 13
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ABC MADRID 31-03-2016 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 31 DE MARZO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN ESPERANDO A GODOT Sánchez quiere un Frente Popular blando que incluya a Ciudadanos. Iglesias, un Frente Popular a secas OS españoles esperamos desde el 21 de diciembre pasado a Godot, que ni llega ni adquiere una identidad definida, mientras nuestros representantes políticos se atrincheran en sus frentes, poniendo a prueba nuestra paciencia hasta más allá de lo razonable. Todos quieren ser decisivos; en eso coinciden. Pero cada cual persigue ese empeño a su manera, incompatible con la del vecino, en un espectáculo que por momentos adquiere tintes de burla. Pedro Sánchez busca ser la cabeza de un Frente Popular blando integrado por socialistas, podemitas y alguna comparsa de Ciudadanos en calidad de elemento moderador del proyecto. En otras palabras; blanquear con alguna presencia naranja ese gobierno de izquierda y solo izquierda, incluida la que se sitúa en el extremo, que reconoce como su favorito. Empezó aceptando en gran medida las condiciones de Rivera porque necesitaba ganar tiempo para salvar el cuello en su propio partido, objetivo alcanzado, pero ahora busca el abrazo de Pablo Iglesias, único capaz de llevarle hasta La Moncloa. Dice ser un hombre de palabra y se compromete a honrar a cualquier precio el pacto suscrito con la formación de centro, lo que a día de hoy está por ver. Porque lo visto hasta ahora es que su apetito de poder supera con creces la firmeza de sus principios. Es decir; que si el precio a pagar por alcanzar la Presidencia es tro- L car ese frente blando por un Frente Popular a secas, como el que ansía Pablo Iglesias, es probable que acepte el cambio siguiendo el modelo marxista, en este caso de Groucho. El líder de los morados está en el frentismo duro desde el minuto uno de esta interminable partida, si bien es incuestionable que ha ido bajando los humos. Empezó exigiendo un referéndum de autodeterminación en Cataluña, la Vicepresidencia, cuatro ministerios, los servicios de Inteligencia además de una policía especial y varios jueces afectos a su persona, a disposición del régimen, para terminar aviniéndose a sentarse a negociar con Rivera. Anuncia, magnánimo, que aceptaría la abstención de Ciudadanos e incluso quedarse en la sombra, eso sí, designando a un títere para ocupar su lugar a la derecha de Sánchez (o en este caso a la izquierda) Sabe, y así se lo ha transmitido al candidato del PSOE, que los separatistas catalanes y vascos estarían encantados de facilitar, por activa o por pasiva, la constitución de un Ejecutivo no solo débil, sino de convicciones patrióticas tan endebles como cambiantes. O sea, que no serían un obstáculo a las pretensiones de ambos. Todo su empeño ahora es torpedear el acuerdo que liga a Sánchez con Rivera o conseguir que este último se haga el harakiri anunciando su anuencia a cualquier fórmula que incluya la presencia de Podemos. Y es que la apuesta del partido naranja ha sido, es y seguirá siendo, o eso dicen sus representantes, la de un frente común constituido por fuerzas constitucionalistas. A saber: PP, PSOE y Ciudadanos. Un frente común agrupado en torno a un programa de reformas destinadas a salvaguardar la unidad indisoluble de la Nación española, las libertades de que disfrutamos y la economía de mercado, base del verdadero progreso, limpiando de corrupción nuestros organismos públicos e instituciones. Un frente común del que no pueden formar parte ni los independentistas ni los populistas, por razones obvias en ambos casos. En cuanto a Mariano Rajoy, su frente es consigo mismo y los pretorianos de su guardia, jugándose el destino de todos a la carta de las elecciones. Es más; Mariano Rajoy es Godot. Él ni está ni se le espera. IGNACIO CAMACHO LA ÚLTIMA PLAYA Rajoy está más fuera que dentro. Al objetivo común de echarlo, Sánchez e Iglesias han sumado otro: evitar las elecciones N caso de duda conviene escuchar a los pesimistas: son optimistas bien informados. Y en este momento, respecto al acuerdo de Gobierno, hay más pesimismo en el PP que optimismo en el propio PSOE. La mayor parte de los cuadros del partido de la derecha ha abierto al fin los ojos que en La Moncloa mantienen cerrados desde diciembre: ya se han dado cuenta de que los van a desalojar del poder. La estrategia de resistencia pasiva de Rajoy en busca de la repetición electoral está a punto de fracasar porque ha sobrevalorado las diferencias internas de la izquierda y minusvalorado el tesón superviviente de Pedro Sánchez. El marianismo lleva tres meses enrocado en una falsa esperanza fabricada con sus propios deseos. Es cierto que el bloqueo aplicado desde el primer día por los socialistas le dejaba al presidente muy pocas posibilidades, pero tampoco las ha explorado. Ha jugado a flotar en la espuma de los tiempos y ahora está cerca de ahogarse en la última ola, al borde de la playa. Sánchez e Iglesias tenían desde el principio un objetivo común, que era el de echar al PP, y han encontrado otro aún más importante: ninguno de los dos quiere nuevas elecciones. La crisis de Podemos y los errores de arrogancia de su líder han mermado sus expectativas y achicado su campo de juego. Ambos dirigentes se han dado cuenta de que el voto del centro- derecha puede reagruparse ante la amenaza y no desean concederle esa oportunidad. Les siguen separando muchas distancias, pero cada día que pase serán menos y el Gobierno ya no tiene margen de interferencia: el presidente renunció a controlar los plazos cuando declinó por dos veces la investidura y no se atrevió a solicitar la tercera. Quería que el Rey se la ofreciese, pero la Corona se resistió a entrar en el juego partidista. Desde entonces se ha atrincherado en la espera, una táctica que casi siempre le ha salido bien... cuando disponía del poder de enfriar la iniciativa. En esta ocasión no está en sus manos y por eso puede perder la partida. La única opción que le queda depende de Ciudadanos y consiste en que Rivera se desmarque de un acuerdo a tres bandas. En teoría ese pacto sería una catástrofe para el partido naranja que espantaría a sus votantes moderados, pero si hay Gobierno no tendrá factura que pagar en las urnas a medio plazo. Dispondría de entre dos y cuatro años para consolidarse como referencia en el poder, que siempre ayuda, y con un PP presumiblemente destrozado por el desahucio. La química entre las dos formaciones es mala y el desprecio marianista no la ha mejorado; también en eso se han equivocado los estrategas gubernamentales. Se mire como se mire, la realidad es que la derecha está más fuera que dentro, a expensas de un ataque de prudencia de C s o de un arrebato de prepotencia de Iglesias. Y que si Rajoy tiene guardada una última carta le quedan tres semanas, o menos, para ponerla sobre la mesa. E JM NIETO Fe de ratas

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