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ABC MADRID 27-03-2016 página 30
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ABC MADRID 27-03-2016 página 30

  • EdiciónABC, MADRID
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30 PRIMER PLANO Atentado en Bruselas El pulso de la calle Esta plaza, me explican los de aquí, ha sido, desde hace años, el punto de concentración festiva de los adolescentes. Ya se tratara de celebrar una victoria futbolística o el fin de curso. Desde el martes mismo, la escalinata de la Bolsa de Bruselas se ha transformados en un improvisado altar votivo, al cual todos acuden a expresar su dolor en compañía de sus iguales. He llegado hasta allí, dejando atrás la irreal belleza, como de casa de muñecas exquisita, de la Grande Place. Y doy de bruces con una escena que ya conozco. La Bolsa de Bruselas es hoy la Plaza de la República en el París del noviembre pasado, después del Bataclan y la matanza de los jóvenes que allí escuchaban el concierto de rock en el curso del cual perdieron absurdamente sus vidas. El mismo ceremonial, a la pequeña escala de las repeticiones. Chavales muy jóvenes, sobre todo. Ramos de flores, poemas, fotos, cartas de despedida, letreros escritos con tizas de colores, mensajes de paz y amor que parecen arrancados al final de los años sesenta californianos... Y, en torno a ellos, soldados con la metralleta armada. Nadie sabría yo, menos que nadie decirles a estos chicos que se equivocan. Que no hay bondad ni amor que sirvan para detener a una banda de asesinos. Menos aún, a un ejército que asesina en el nombre de una potestad divina. Que sólo una eficaz máquina de guerra europea los podría salvar de esto que apenas ha empezado. Y que esa máquina eficaz de guerra, ese ejército único de la UE no existe, ni tiene trazas de estar previsto. Hemos creado la ficción de que nunca más en Europa habría guerra. Era un autoengaño ridículo. Pagamos ahora el precio. DOMINGO, 27 DE MARZO DE 2016 abc. es ABC Arriba, policías belgas vigilan el barrio de Schaarbeek. A la izquierda, un centro de acogida para viajeros varados AFP La guerra sigue ¿Quién podría explicar eso a estos adolescentes sobre los cuales se ha venido encima, sin aviso previo, el duro peso de un mundo para el cual no fueron preparados? Probablemente, nadie. Hace un par de días, leía yo el artículo en el que una periodista belga pedía perdón a sus hijos. Os he educado venía a decir en la creencia firme de que las guerras en este continente no eran ya posibles. Que podríais vivir, mejor o peor, con todas las dificultades que determinan la condición humana. No en un paraíso terrestre, desde luego. Pero sí al abrigo de esa matanza metódica que era esencia del pasado. Os engañé. Pido perdón por ello. La guerra sigue aquí. Y vosotros no habéis sido preparados siquiera para saber enfrentaros a ella. La periodista había olvidado lo hemos todos olvidado en diversas medias un aforismo que es tan viejo como el nacer de la filosofía en Grecia, de esa racionalidad que sigue siendo la nuestra. Implacable. El que formula Heráclito: La guerra es padre y señor de todos los hombres. Y a unos hace seño- Inseguridad Impresiona que unos fornidos soldados te digan que no pueden garantizar tu seguridad En Anderlecht Un equipo de filmación de una cadena árabe fue agredido por bandas de jóvenes islamistas res y a otros siervos Ignorar esa determinación es ser ya siervo. De la guerra que no hemos sabido librar para defendernos. Soñar que nunca más habrá ya guerras es poner las semillas de las guerras más atroces. Me viene a la memoria la reflexión desolada y lúcida del gran Nicolás Maquiavelo: Desde que tengo memoria, siempre, o bien hubo guerra, o bien hubo preparativos para volver a hacerla La guerra está ya aquí. En Bruselas. Como en París. Como en Madrid. Como en Londres. Camino de Berlín o de Roma. Camino de cualquier sitio. Y la guerra está también en otro lugar. En el Irak de donde Obama hizo salir a su ejército, consumando el error más mortífero de los últimos decenios en Oriente Medio. Habrá que volver allí. O aceptar que la guerra se juegue sobre Europa. Y ese retorno a Irak y Siria será muy cruento: nada ganamos con ocultarlo. La fantasía de una guerra limpia que se juegue sin costes tan sólo desde el aire, es una de esas utopías militares que sólo acarrearán más destrucción y no resolverán nada. Será preciso poner tropas en tierra. Europeas, sí, pero ante todo norteamericanas, únicas de verdad eficaces para dar esa dura batalla contra el Daesh. No es verosímil que Barack Obama lo acepte. Todo su mandato ha estado alzado sobre la mitología casi infantil de un pacifismo cargado de buenas voluntades y de pésimas consecuencias. Es verosímil que el vuelco tras les elecciones presidenciales sea completo. Ni Hillary Clinton ni Donald Trump aprecian los errores cometidos por la política internacional de Obama. Y Sanders, es poco probable que pueda llegar ni siquiera a la candidatura demócrata. Por fortuna. Una sobredosis más de buenas intenciones en la política internacional de la Casa Blanca sería definitivamente letal para la defensa europea. Europa, mientras espera el noviembre americano, parece extraviada en el laberinto de sus propias carencias. Los errores en cadena cometidos por la policía belga en el control de terroristas señalados por los servicios turcos, estadunidenses e israelíes, no son más que la epítome de una ausencia esencial: la de un ejército europeo, una inteligencia europea, una seguridad militar y policial unificada en Europa. Algo para lo cual parecemos, hoy por hoy, por completo incapacitados. Bien que mal, la Unión Europea ha ido articulando la homogeneidad relativa de sus economías, la similitud metafórica de sus instituciones. En el terreno de la fuerza material, no hay nada, rigurosamente nada. Y sin un ejército unificado, el proyecto de una nación europea queda sólo en una retórico fantasía. Respuesta conjunta La fantasía que resuena en el reiterativo empeño en reducir verbalmente esto que está sucediendo a una anécdota nueva del viejo terrorismo. No hay error más letal que atrincherarse en ese léxico y en las lógicas que él arrastra. Es confortable, en la medida en que permite amalgamar el presente con un pasado que ya hemos superado: aquel del armamentismo que proliferó como variante loca del izquierdismo de los años setenta. Y que fue, al cabo, reducido por un trabajo policial paciente y sistemático. Pero esto de ahora no es un problema policial. Es una guerra. Y afrontar una guerra con lógicas sólo policiales es ya haberla perdido. El mapa de los desplazamientos yihadistas entre los atentados de París y de Bruselas, de la continuidad de sus redes, de su logística, de sus ejecutores, es síntoma de una dimensión bélica que se extiende a toda Europa. Nada que no sea una consecuente respuesta conjunta sobre el continente podrá acabar con eso. La creación de algo que opere como un ejército único europeo es hoy una prioridad no posponible. Me alejo sin esperanza de la plaza de la Bolsa. A mi espalda van apagándose los cantos. Y a mis oídos, suenan como un réquiem. Por nosotros.

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