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ABC MADRID 13-03-2016 página 14
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ABC MADRID 13-03-2016 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA DOMINGO, 13 DE MARZO DE 2016 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO 35 HORAS ¡Vaya! trabajando menos no te va mejor E L mundo está lleno de fenómenos. Uno de ellos, del que hoy ya nadie se acuerda, era el adusto dirigente socialista francés Lionel Jospin. Sesudo, de cabello níveo y porte intelectualoide, entre 1997 y 2002 fue el primer ministro de Francia. Jospin, que era un crack, tuvo una iluminación: el país irá mejor si trabajamos menos. Lo cual viene a ser como proclamar que Contador lo tendrá más fácil para ganar el Tour si pedalea más despacio. Dicho y hecho. En 1999, el admirable Lionel aprobó la medida estelar de su programa electoral: la jornada laboral de 35 horas semanales. ¡Voilà! Francia pasaba a ser el país donde menos se curraba de Europa. Los derechos laborales quedaban desde luego bien blindados: su código de trabajo tiene 3.800 páginas. Los socialistas, con su habitual buen ojo económico, explicaron que la medida iba a disparar el empleo. Su cálculo era sencillo: si los trabajadores van a estar menos horas en sus puestos, los empresarios necesitarán contratar a más gente para hacer la misma tarea. Y es que en los mundos de Yupi de la economía buenista no existe eso que se llama productividad, que permite producir más con igual o hasta con menor personal. Tampoco se cayó en la cuenta de que a la hora elegir un país donde invertir las multinacionales no iban a preferir precisamente aquel que ha optado por un corsé laboral que desincentiva la cultura del esfuerzo. El resultado de tan astutas política socializantes fue que, mientras Londres se iba robusteciendo tras el aperturismo económico que inició Thatcher y siguieron el inteligente socialista Blair y Cameron, París se tumbaba en el diván e iniciaba una dulce decadencia, al principio casi indetectable. Al currar menos, sucedió justamente lo contrario de lo previsto por Jospin y su equipazo: la economía se encogió y aumentó el paro. Como el agua empieza a entrar en la cocina, ahora otro socialista inteligente a lo Blair, Manuel Valls, ha convencido a su jefe, el gaseoso Hollande, de que hay que ir desarmando el restrictivo tinglado laboral de Jospin. Porque resulta que Francia no es una isla, está incardinada en una competencia global abierta y no puede seguir echando la carrera con un pie atado. La calle, por supuesto, arde en manifas (a los franceses les chiflan de siempre las barricadas) Gran parte de la población gala sigue instalada en un cliché que también arrasa en España: el Estado debe ser el garante de la economía, estimulándola, protegiendo a los trabajadores y fomentando la subcultura de la subvención; mientras que el esfuerzo personal y las empresas son actores secundarios. Al final, de un modo u otro, Francia se verá forzada a completar una reforma laboral (algo similar a lo que llevó a cabo a comienzos de siglo el socialista alemán Schröder para flexibilizar su economía, o a lo que ha hecho Rajoy) Pero en España, ay, nuestro postulante a presidente con 90 escaños, el amiguete de Besteiro, solo tiene una medida económica conocida: cepillarse la reforma laboral del luciferino Mariano y volver a instaurar unas rigideces que todos sus pares socialistas europeos van desmontando. A veces pienso que nuestro Pedro estudió economía en la guagua de Maduro... PROVERBIOS MORALES JON JUARISTI ESCUDOS Un distinguido asesor de Zapatero se pasa a la revolución bolivariana. Estamos salvados U N tal Ignacio Sánchez Cuenca ha publicado un libro contra un montón de gente: contra Savater, Azúa, Muñoz Molina, Cercas, Pérez Reverte. Y contra mí. ¿Quién es este Sánchez Cuenca? Se presenta como profesor de ciencia política de una universidad madrileña, pero antes fue mamporrero del presidente Rodríguez, al que suministró pretextos para pactar con ETA cuando la banda se iba a pique. Ahora hace la rosca a Podemos y a los separatistas, porque sabe muy bien qué palos pintan en los departamentos de Ciencias Ocultas (perdón, Políticas, en qué estaría pensando) De mí, afirma que soy uno de los intelectuales más maleducados y faltones del panorama literario Admito que disto de representar el colmo del refinamiento, aunque junto a los gañanes que me lo reprochan podría pasar por Petronio, y en cuanto a faltón, también incurro a veces en ello, si bien sólo contra gentuza evidente. Pero acierta Sánchez Cuenca al ponerse la venda antes de la herida: nadie que me llame intelectual se irá tan pancho. Es un insulto que ni en broma tolero de mis mejores amigos, cuánto menos de un trepa más relamido que Pablo Iglesias panorama literario dice... ¡será cursi el tío! Sánchez Cuenca aconseja a sus lectores que cojan aire para sumergirse en mi desfachatez intelectual ¡y dale! consistente en haber sostenido desde este rincón de ABC, el pasado 7 de septiem- bre, que los refugiados sirios, para entrar en Europa, se valían de niños como reclamo patético. Niños que arrojan al otro lado de fronteras teóricamente infranqueables o que tumban en las vías del tren escribí entonces. Y no me retracto. No me inventé nada. Lo que contaba lo había visto por televisión toda Europa y no incluía juicio alguno. Hoy sabemos que era mucho peor. Que los refugiados no eran en su mayoría sirios ni refugiados y que florecía el tráfico mafioso de niños en las fronteras turcas y griegas. No voy a insistir en lo obvio. Me interesa más lo que concluye de la lectura de mi columna el susodicho Sánchez Cuenca: Juaristi escribe el pájaro piensa que los niños sirios son algo así como escudos humanos ¡los tumban en las vías del tren! utilizados por sus padres para abrir las puertas de la fortaleza occidental Y añade: Los apologetas del asesinato terrorista empleaban un argumento bastante parecido al de Juaristi: según ellos, los guardias civiles manipulaban a sus hijos, los colocaban como escudos humanos... Hay que ser muy estúpido para forzar así el sentido de mis palabras. En primer lugar, los escudos son un arma defensiva, no abren puertas. Un necio puede confundir escudos con arietes o ganzúas. Yo, no. Nadie atacaba a los refugiados y estos no se valían de los niños como escudos humanos. El propio Sánchez Cuenca escribe que eran utilizados por sus padres para abrir las puertas de la fortaleza occidental (lo escribe él, repito: ninguna de esas palabras es mía) Puede que en la casa paterna de Sánchez Cuenca abrieran las puertas con escudos humanos o con herraduras, él sabrá. En la mía usábamos llaves o picaportes. Pero, sobre todo, rogaría a Sánchez Cuenca que no me confunda con sus amigos de Bildu. Nunca he acusado a los guardias civiles de manipular a sus hijos como escudos humanos. Eso lo hacían en las herriko tabernak que tanto frecuentas, Ignacio. Y tranquilo, que ya te darán la cátedra tus nuevos padrinos un año de estos. O, por lo menos, un tramo de investigación. Por el libro, digo. Yo te habría concedido, como mucho, un pico y un azadón, pero seguramente los habrías tomado por cubiertos para lubina, a pesar (o quizás a causa) de la esmerada educación que recibiste. De nada.

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