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ABC MADRID 06-03-2016 página 15
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ABC MADRID 06-03-2016 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 6 DE MARZO DE 2016 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS ECHAR A SÁNCHEZ En vez de echar a Rajoy, que ha ganado, ¿por qué no echar mejor a Sánchez, que ha perdido? H AY muchas cosas del debate que, como soy de pueblo, sigo sin comprender, por muchas horas que me haya pasado ante el televisor, muchas tertulias que haya oído y leído muchos análisis. Por ejemplo, un misterio insondable: ¿por qué don Francisco Javier López, alias Pachi, aparecía escoltado en su presidencia del Congreso por dos ujieres perfectamente ataviados con sus uniformes de gala con entorchados y todo, y en los escaños había un montón de diputados en mangas de camisa y lo que se dice de trapillo? Y otrosí: ¿por qué ERC decidió que intervinera un tal Rufián, charnego perfectamente caracterizado de Miguel Poveda, que, vamos, parecía que en vez de justificar su no se iba a arrancar metiendo Ojos verdes por bulerías? Un poquito de compás, la verdad, no le habría venido mal a la sesión; habría tenido más aplausos que Sánchez en sus habituales descalificaciones de Rajoy. ¿Por qué se odian tanto? ¿Odia más Sánchez a Rajoy que Rajoy a Sánchez? Me parece más bien lo primero que lo segundo. Cada discurso de Sánchez en los dos gatillazos, dos, de su investidura han sido sendos recitales de odio contra Rajoy. No creo que los socialistas odien tanto a los populares como Sánchez a Rajoy. Es un odio, ¿cómo les diría yo? Tuneado, no de fábrica. Se vio al final de la sesión, cuando por segunda vez Sánchez quedaba no como Cagancho en Almagro, sino un poquito peor. En los pasillos del que cursimente llaman el palacio de la Carrera de San Jerónimo que ni es palacio ni es nada, un simple edificio parlamentario, cuando acabó el segundo gatillazo, vimos a Sánchez ante un campo de alcachofas mediáticas. Ante las que hizo en plan uno, dos y tres, tres banderilleros en el redondel, un resumen de lo que había pretendido y de cómo había quedado la cosa: imposible para vos y para mí. Como los mandamientos de la ley de Dios se encierran en dos, el ego de Sánchez quedó resumido por él mismo en su odio reconcentrado: Hay que echar a Rajoy A la palabra cambio le han buscado una nueva acepción Sánchez y los que con él son una amanenaza de horizontes de Frente Populachero, ¡ojú, lo negro que viene por ahí! Como para González el cambio era que España funcione para Sánchez el cambio es echar a Rajoy No hay nada más gaditano. Más que el Juan Sebastián de Elcano que ahora emprende nuevo crucero de instrucción. Le preguntaron al Kichi antes de las elecciones cuál era su programa. Y en plan Sánchez, respondió con solamente tres palabras como en el bolero: Echar a Teófila ¡Óle, eso es un programa, joé! Y digo yo y lo que voy a manifestar quizá sea una tontería de alguien no informado, porque ni vivo en Madrid, ni ganas que tengo, ni soy tertuliano, ni desayuno con ministros, ni ná de ná. En vez de echar a Rajoy, que ha ganado, ¿por qué no echar mejor a Sánchez, que ha perdido? ¿Por qué no ponen ya a otro candidato como menos odio, que por lo menos se siente a hablar, verbigracia Susana Díaz, para formar un civilizado gobierno de concentración, a la alemana? ¿Cómo se mantiene en el machito un señor que sacó los peores resultados que en unas elecciones generales tuvo el PSOE en toda su historia? Por mucho menos, Almunia se fue a la mismísima calle, por no decir al carajo. Pero además tras esos resultados ha perdido una tras otra dos votaciones de investidura, dos. Y en tales circunstancias, quiere echar a un señor que ha ganado las elecciones y sacado siete millones de votos, siete. Que en números redondos son 1.700.000 votos más que los obtenido por el que se empecina en echarlo y que ha pegado por dos veces el histórico gatillazo de la investidura, sin conseguir el que llama cambio porque con algún eufemismo hay que disfrazar el odio cainita, tan español por otra parte. Pero no tengan en cuenta lo que acabo de decir. Como soy de pueblo y osado, me atrevo a formular en voz alta obviedades fuera de lugar. Como la que se me ocurre ahora para salir de la paralización actual: ¿y si se juegan los dos a los chinos la presidencia del Gobierno? IGNACIO CAMACHO DORMIR SOBRE CAL VIVA Sánchez va a negociar con Podemos. Si no puede alcanzar el poder utilizará la expectativa para afianzar su candidatura S JM NIETO Fe de ratas I Pedro Sánchez no estuviese dispuesto a negociar con Podemos, si ése no fuese su plan B para después de la investidura suicida, no se habría tragado la agresión destemplada, arrogante y provocadora de un Pablo Iglesias en su peor y más sobreactuada versión de matón de tertulia. La arremetida contra el pasado gonzalista, en el que el PSOE ancla su tradición más orgullosa, irritó sobremanera a todo el partido, pero más todavía el modo con que el candidato la soslayó para implorarle el voto con la mano tendida. Esa actitud achicada, ese apocamiento forzoso y humillante ante los repetidos desplantes del líder populista obedecía a la plena conciencia de una inmediata necesidad política. No la de obtener en la votación un apoyo que sabía denegado sino la de mantener abierta la línea de diálogo que, si no le conduce a la Moncloa, le garantice al menos la primogenitura socialista. Sánchez y los suyos van a hablar con Podemos, y mucho, de aquí a mayo. La alianza de izquierdas era el plan inicial que le hizo calificar de resultado histórico una clamorosa derrota y le llevó a hacerse una foto en Lisboa. Las altaneras condiciones de Iglesias le han hecho comprender que el pacto es muy difícil, y a partir de esa evidencia cambió de objetivo: si no podía obtener la Presidencia trataría de atornillar al menos su propio liderazgo. Por eso se acogió a la oferta de Albert Rivera y aceptó someterse a un simulacro de investidura. El siguiente paso de la estrategia que ha ido improvisando consiste en dejar que corra el reloj que ha puesto en marcha; bien para que el vértigo preelectoral ablande la exigencia podemita o para, en el peor de los casos, llegar al final de la cuenta atrás como candidato virtual que nadie pueda cuestionar en su partido. La decisión de conservar el acuerdo con C s como base de negociación parece sugerir una apuesta por la segunda vía. Sánchez ya sabe que el chamán de la extrema izquierda se siente con fuerza para desafiarlo en unas nuevas elecciones, pero aun en esa desconfianza está dispuesto a mantener la negociación para no ceder el sitio que se ha ganado. Ni por asomo piensa en una aproximación al PP, la ensoñación con la que sigue ilusionándose la derecha sociológica. La presión que le importa no es la exterior sino la interna, y ésa se la quiere sacudir agarrándose a Iglesias siquiera como expectativa. Si a medida que pase el tiempo viese una oportunidad medio honorable de pactar, pactará, aunque sea en un giro de última hora que deje descolgado a Rivera. Su prioridad, no obstante, es prolongarse como candidato, afianzar la posición de relevancia que se ha procurado tras la espantada marianista. Y sí: en caso de encontrar un resquicio de entendimiento, lo aprovechará. Obviará las ofensas, las chulerías, el menosprecio. No va a renunciar a su sueño presidencial. Aunque tenga que dormirlo sobre un saco de cal viva.

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