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ABC MADRID 25-02-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA JUEVES, 25 DE FEBRERO DE 2016 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO EL MEGAPACTO Si ese era el gran parto de los montes de Sánchez y Rivera... A jefatura del PP continúa en su limbo, sin asumir que la ética también comporta una estética. Pese a aplicarse golpes de pecho expiatorios, persevera en algo tan engorroso como mantener a Barberá en su escaño- spa del Senado, cuando todo su equipo desfila por los calabozos. Por su parte, Sánchez, el presidente de los 90 escaños, el paladín del tiempo nuevo protege como su líder en Galicia a un tipo al que juzgan por algo tan grosero como trincar un piso a cambio de favores urbanísticos. Sin duda falta una última mano de lejía. Pero, apartándome de la opinión general, no creo que la corrupción sea el mayor problema español, debido a que la Policía y los jueces la están atajando y a que el Gobierno sacó adelante en la pasada legislatura 70 medidas que dificultan las alegres chorizadas de antaño (normas de limpieza que Sánchez no apoyó por mero sectarismo) Mirando a España con afecto y desapasionamiento, creo que sus problemas más graves son otros: Una profunda crisis de valores, que minimiza la importancia del esfuerzo particular y la responsabilidad personal, que se diluyen en la masa y el Estado. A ello se une un desprecio absurdo por las potencialidades del propio país, inoculado en gran medida por el insólito modelo televisivo que diseñó el PP. Ese pesimismo apocalíptico puede convertirse en una profecía autoincumplida. El separatismo, que va a más, no a menos. Con un plan en curso en Cataluña para proceder a la demolición de la nación. La losa de la deuda de las administraciones, que hace dudosa la viabilidad del estupendo sistema de salud y del modelo de pensiones que disfrutamos. Todo agravado por un horizonte demográfico pavoroso (deberíamos rezar para que viniesen oleadas de inmigrantes) La necesidad de captar más capital e inversión internacional. Esa es, por ejemplo, la fórmula de la prosperidad del Reino Unido (amén de su seguridad jurídica) Una Justicia exasperantemente lenta, a veces hasta el ridículo, y mal dotada. Un país que continúa sin engancharse en serio a la ciencia y la innovación. Nuestro último Nobel en ciencias, Severo Ochoa, data de ¡1959! (y en Estados Unidos) Desde entonces, cero patatero. Una educación superior que no es competitiva a nivel internacional, como acredita cada ranking. Los países mejor formados son a la larga los más exitosos, y España continúa con hitos de fracaso escolar y una universidad alérgica a la autocrítica y encantada de haberse conocido. La recaída en el sectarismo y el odio ideológico, aniquilando el pacto de concordia de 1978. El centro- derecha ya no es un adversario, es un enemigo apestado. ¿Qué respuestas tiene para todo esto Sánchez, el bizarro presidente de los 90 diputados? Ninguna. Dedica sus días a mirarse en el espejo en lugar de pensar en España. En cuanto a las medidas que le ha impuesto Rivera, que ha aceptado sin estudiarlas y solo por salvar su ego, parecen tan correctas como menores. Lo de nuestro cándido Albert viene a ser como tratar una tuberculosis con un Red Bull. L CAMBIO GUARDIA GABRIEL ALBIAC CAMBIO DE RUEDA No me gusta la podredumbre del PP, que culmina la podredumbre del PSOE y prefigura la podredumbre que abrió ya el nepotismo de Podemos RA a inicio de los años cincuenta, cuando Bertolt Brecht sabe sus apuestas perdidas: los años exaltados, los sueños de entreguerras, la ética y la profética de hombres y mundos nuevos, con las cuales se había abierto el siglo, daban sobre esa tumba del Berlín Oriental donde él oficia el hastío de ser un funcionario demasiado brillante para ignorarse cómplice: Estoy sentado al borde de la carretera. El conductor cambia la rueda. No me gusta el lugar de donde vengo. No me gusta el lugar a donde voy. ¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia? En 1953, cuando escribe las Elegías de Bukow, a las cuales pertenece esta, epítome del sabio contemplar sin esperanza que es el quintaesenciado Cambio de rueda, el poeta tiene 55 años. Aunque su tono sea ya el de un hombre viejo: no se pasa por todas las batallas perdidas por las que Brecht ha pasado sin guardar de ellas cicatrices brutales. Y, antes de que un infarto se lo lleve del todo tres años más tarde, el director del mítico Berliner Ensemble y del Deutscher Theater, templo escénico en el Berlín bajo la dictadura soviética que administraba Wilhelm Pieck todavía sin muro, se sabe ya muy poco más que un pesaroso muerto que camina. O que se sienta sin aliento a meditar sobre el fracaso. Al borde de una carretera que va a ninguna parte. Sabiendo porque ¿cómo podría él no E saberlo? que ninguna esperanza hay ya de que ese coche jamás funcione. Por más cambios de rueda que se ensayen. Que sólo en el paréntesis de mirar desde el bordillo hubo algo que haya valido de verdad la pena. Que pasado y futuro son, por igual, indeseables. Y no muy fáciles de distinguir. Política. Miro. Sin impaciencia, yo, que soy muchísimo menos empecinado que el duro tallador de la Ópera de tres peniques. Claro que no me gusta la dictadura, de la cual vienen a mi memoria mi infancia y mis años jóvenes: luché contra ella y perdí; es todo. Claro que no me gusta el híbrido régimen que vino luego: amalgama de oportunistas y corruptos, al margen de la cual me he forzado a instalarme por salud básica. ¿Lo que viene? Por los valleinclanescos Tirano Banderas, a mitad de camino entre Teherán y Caracas, que dicen estar en puertas de hacernos felices, sólo logro sentir un invencible tedio. Más me preocupa ver que haya hoy quien se toma en serio esta comedia pésima en la cual vivimos; leer y escuchar a gente adulta que pierde perdemos el tiempo razonando con payasos, payasos sólo, tristes payasos mal pintados que ni aun dominan su oficio de hacer reír a los niños, y que, como en uno de esos viejos circos gangrenados por la mugre que recorren los ínfimos circuitos de las fiestas de aldea, mueven no a risa y sí sólo a la melancolía terminal de lo decrépito. No hay, desde la noche del 20 de diciembre pasado, más que dos opciones reales: a) gobierno de concentración, para salir del túnel; b) elecciones anticipadas, para invocar el milagro. En el caso de haber optado por b) era necesario fingir que se trabajaba en una variedad de a) la pequeña coalición, como primer acto de la precampaña electoral. En eso estamos. Y asombra que la farsa no mueva a carcajada. No me gusta la podredumbre del PP, que culmina la podredumbre del PSOE y prefigura la podredumbre que abrió ya el nepotismo de Podemos. No me gusta la exaltación retórica de los luminosos futuros populistas. ¿Por qué pierdo mi tiempo mirando al garajista cambiar la rueda, si sé que, bajo la elegante carcasa del coche, no hay motor?

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