ABC MADRID 21-02-2016 página 12

12 ENFOQUE DOMINGO, 21 DE FEBRERO DE 2016 abc. es ABC semana La foto de la REUTERS El circo se resiste a desaparecer Boda y trabajo LUIS DEL VAL Siento por el circo esa simpatía melancólica que nace al contemplar especies que tienden a desaparecer. El circo agoniza por culpa de la televisión, no porque sea competencia, sino porque el circo llegó hasta los platós y perdió ese aura de acontecimiento anual, esa sorpresa misteriosa del más difícil todavía porque lo más difícil aparece cada semana en algún programa televisivo. Los artistas circenses y los periodistas tienen algo en común: lo difícil que resulta encontrar trabajo. Y, eso, que los números cada vez son más sorprendentes, más complicados y más asombrosos. Pero en la época en que un niño de doce años fabrica efectos especiales en la pantalla de su ordenador, el funambulista ya no provoca el asombro de antaño. Puede que esta decadencia económica que no artística impulse a que los componentes de la familia circense celebren sus actos privados recordando el ambiente de trabajo, circunstancia que es impensable en otros ambientes. Nadie se imagina una boda de Ana Botín en el patio de operaciones de un banco; a un cirujano en un quirófano, o a un ingeniero de caminos en el trébol de una autopista. Sólo las monarquías son fieles a su profesión, y las bodas tienen lugar en las catedrales con tradición y las ceremonias civiles en los salones palaciegos, porque lo que llamaría la atención sería que unos príncipes se casaran en un merendero de carretera. En realidad, el circo no ha cambiado: lo que ha cambiado ha sido la sociedad. A principios del siglo pasado, los campanazos sociales de adulterio los protagonizaba una señora con un tenor o con un domador de circo. Hoy, en cambio, son los equilibristas financieros, y los levantadores de fortunas con mucho peso, los que van en la cabeza de la seducción, lo que podría significar que las mujeres son menos románticas en la misma medida en que los hombres todavía son más materialistas. El circo se ha ido troceando, se ha desperdigado en números que tienen lugar en salas de fiesta, cruceros de lujo y programas de televisión. De vez en cuando, se monta la carpa de un circo, y los admiradores del mayor espectáculo del mundo acudimos con una cierta esperanza, pero nos sucede lo mismo que, cada invierno, cuando nos acercamos al puesto de castañas y comprobamos que las castañas tiznan las manos y, encima, nos han dicho que engordan. Si recuerdo al gran Antonio Mingote, que tantas ternuras irónicas deslizó por estas páginas, la próxima vez que acuda a la taquilla del circo pediré una silla de pista de nostalgias, y trataré de adivinar si mis nietas, cuando sean mayores, ya no tendrán posibilidad de casarse con un domador, porque el circo haya desaparecido. Había una vez... Merrylu Casselly y Jozsef Richter, artistas circenses, posan con un elefante tras contraer matrimonio en la basílica de San Esteban de Budapest (Hungría)