ABC MADRID 16-02-2016 página 5
- EdiciónABC, MADRID
- Página5
- Fecha de publicación16/02/2016
- ID0006540014
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ABC MARTES, 16 DE FEBRERO DE 2016 abc. es ENFOQUE 5 Esperanza Aguirre, ayer, en la rueda de prensa en la que explicó su dimisión al frente del PP de Madrid La dimisión de Aguirre La niña de sus ojos y el orzuelo ÁLVARO MARTÍNEZ Cree Esperanza Aguirre que desde hace ocho años no es precisamente la niña de los ojos del PP nacional. No parece que pueda extrañarle que así sea, después de que a duras penas resistiera la tentación de mandar a Mariano Rajoy a su casa en 2008, cuando estuvo a punto de disputarle la presidencia del partido en el Congreso de Valencia que tuvo lugar después de la segunda derrota ante el estadista leonés (me refiero a Rodríguez Zapatero) en las urnas. El amago lo hizo un par de meses antes en aquel Foro ABC del No me resigno con Rajoy en el salón tragando quina ante las cargas de profundidad que le lanzaba la oradora según iba hilando las recetas que a su juicio necesitaban los populares para volver a La Moncloa. Más que niña de sus ojos, para Rajoy fue aquel día un orzuelo. Hasta quince veces dijo no resignarse... pero luego se resignó. Después, incluso en el poder, la sintonía entre uno y otro ha sido siempre muy parecida a lo que se siente al abrir descalzo la puerta del congelador para coger unos cubitos. Desde aquello nunca hubo deshielo entre ambos, sino una especie de cohabitación formato a la fuerza ahorcan en el que uno no termina de fiarse del otro y que estaba sujeta a las idas y venidas de ella dentro y fuera de la política. La primera planta de Génova (donde se instala el PP madrileño) fue una especie de república independiente en la que nadie se atrevía a meter la nariz, resguardada en las extraordinarias cifras electorales y aumento de militantes logrados por Aguirre en Madrid, y en el carácter rocoso de su lideresa que lo mismo se faja con dos guardias de tráfico que sobrevive a dos accidentes o a un atentado terrorista. Y esa tendencia al verso suelto sigue intacta (no avisó a nadie de su dimisión orgánica) y juncal, en mejor estado en cualquier caso que su ojo clínico para elegir a vicepresidentes, consejeros y alcaldes, algunos de los cuales están en la cárcel o en el banquillo acusados por corrupción y que al final le han procurado la misma suerte que si la hubiera mirado un tuerto. JOSÉ RAMÓN LADRA ESPAÑA