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ABC MADRID 14-02-2016 página 62
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  • EdiciónABC, MADRID
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62 SOCIEDAD DOMINGO, 14 DE FEBRERO DE 2016 abc. es conocer ABC CEREBRO ENAMORADO Mucho más que química Después del enamoramiento hay que construir el amor, una tarea que depende de nuestro cerebro más racional El circuito del amor Hipocampo: junto con la amígdala archiva los recuerdos placenteros Corteza cingular: reconocimiento de sentimientos PILAR QUIJADA MADRID Ínsula: integra la información de los órganos sensoriales: piel (caricias) vista (atractivo) olfato... A Amígdala Corteza prefrontal Glándula pituitaria Sistema de recompensa: responsable de las sensaciones placenteras asociadas al amor A- Núcleo accumbens B- Área tegmental ventral: produce la dopamina, el neurotransmisor que prepara el cerebro para el amor Corteza visual B Así nos enamoramos 1 Se libera (DA) un dopamina neurotransmisor que produce euforia y excitación 2 La DA disminuye los niveles de serotonina: no paramos de pensar en la persona amada Se libera 3 nervioso, factor de crecimiento responsable de la intensidad del enamoramiento 4 La pituitaria libera oxitocina (nosy une a la pareja y la vemos más atractiva) vasopresina (incrementa el temor y el estrés, sirve para mantener alejados a los competidores Este cóctel 5 afectivos enquímico mantiene los lazos la pareja y produce: -Más actividad en el sistema de recompensa: sensación de bienestar y placer- Menos actividad en la amígdala: nos hace más confiados con la pareja y menos críticos FUENTE: Elaboración propia ABC érdida de apetito, sensación de euforia, pensamientos repetitivos, que rayan a veces en la obsesión, noches en vela, sensación extraña en el estómago, inquietud y hasta taquicardia... Son síntomas que todos hemos experimentado en alguna ocasión. Tienen su origen en nuestro cerebro y se deben a una tormenta de neurotransmisores, las sustancias químicas que transmiten los impulsos nerviosos de una neurona a otra. Afortunadamente, el diagnóstico no es nada preocupante. Se trata de un enamoramiento, que no es otra cosa que prendarse de amor de alguien como recoge el diccionario de la RAE, con un lenguaje algo desfasado. En lo que sí estamos al día es en sus mecanismos neurobiológicos y desde hace unos años sabemos bastante de este sentimiento intenso del ser humano. Entre otras cosas, porque algunos neurocientíficos se dedican a escanear los cerebros de personas enamoradas y ver qué regiones aparecen más activas. Se han identificado también las sustancias químicas responsables de lo que ocurre en nuestro cerebro cuando nos enamoramos. Los medios de comunicación nos hacemos eco de ellas y ahora palabras como dopamina, oxitocina, o serotonina resultan familiares. Para algunas personas, esta investigación es muy interesante y ayuda a desentrañar la forma en que entendemos una de nuestras experiencias más básicas. Para otras, por el contrario, tal intromisión es un poco inquietante porque sugiere que el amor, nuestra más preciada y misteriosa emoción, no es más que el resultado de un puñado de sustancias químicas producidas en el cerebro. Como resalta un artículo científico reciente, con esto último caemos en una simplificación excesiva del amor que lo desvirtúa. Algunos de los síntomas que experimentamos son meramente explicables en términos de eventos microscópicos que tienen lugar entre nuestras neuronas, admite el artículo. Sin embargo, pensar que el amor es sólo eso es un neurorreduccionismo Hay otros factores que intervienen en el enamoramiento, incluyendo los psicológicos, sociales y culturales. También cuentan si queremos tener un cuadro más preciso del amor y pueden incluso matizar lo que el cerebro dicta por medio de su cóctel amoroso. Junto a la liberación de dopamina, P en el cerebro están pasando muchas más cosas, porque el resto de sistemas sigue funcionando y procesando más información sobre la persona objeto del enamoramiento, sobre circunstancias relacionadas, presentes, pasadas o incluso futuras... Toda esa información, que depende de la experiencia, se suma a la acción de la dopamina y modifica el estado del cerebro. Limitarnos solo a lo químico es hacer reduccionismo, y en definitiva, falsear las cosas aclara la doctora Carmen Cavada, directora de la Cátedra de Neurociencia Universidad Autónoma de Madrid- Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Condicionantes culturales Es cierto que la adrenalina hará que nuestro corazón vaya más rápido al ver o pensar en la persona amada. Que la dopamina se ocupará de que solo tengamos ojos para ella. Que los bajos niveles de serotonina nos llevarán a recordarla de modo obsesivo. Pero, antes de eso, ¿por qué nos fijamos en esa persona concreta y no en otra? No faltan quienes dirán que viene dictado por los genes y que hay pocas casualidades en la elección, salvo la de cruzarnos con la persona adecuada. Sin embargo, algunos estudios sugieren que influyen factores ambientales: preferimos rostros que nos recuerden a personas significativas, como padres, hermanos, amigos o parientes... Inclu- Sin reduccionismos Además de la química, el cerebro procesa datos sobre la persona amada y nuestras expectativas

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