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ABC MADRID 12-02-2016 página 72
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  • EdiciónABC, MADRID
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72 ABCdelOCIO VIERNES, 12 DE FEBRERO DE 2016 abc. es ABC C ine Ida Panahandeh Es natural que los directores iraníes no puedan expresarse con libertad La directora estrena Nahid una cinta contra la represión de la mujer en Irán BÁRBARA AYUSO I da Panahandeh está harta de hablar de censura, pero lo acepta con un estoicismo apagado. Sabe que para Occidente, conjugar Irán y cine refiere a casos como los de los directores Jafar Panahi, Mohsen Makhmalbaf o Abbas Kiarostami, y a los implacables rigores que han sufrido por traducir en imágenes lo que el régimen islámico quiere ocultar. Sabe lo que se espera de ella. Que como mujer iraní que ha rodado Nahid una película sobre una joven a la que la sociedad margina por querer casarse en segundas nupcias, proteste contra los latigazos, los arrestos domiciliarios o los exilios forzosos de otros compañeros. Pero no lo hace, y se atrinchera en la prudencia. Vivimos en un país donde conviven desde los hombres más fanáticos hasta los más seglares. Formamos parte de una cultura que lleva muchos años intentando pasar de lo más tradicional a lo más moderno. Pero la mayoría de la gente de Irán piensa de manera tradicional, y por otro lado nuestro gobierno es un gobierno religioso. Es natural que en estas circunstancias los directores de cine iraníes no puedan expresar con libertad todo lo que se les pasa por la mente explica. Según dice, ella no ha sufrido ninguna clase de cortapisa a la hora de filmar la difícil situación de la mujer en Irán, y menciona al director Asghar Farhadi actualmente exiliado en EE. UU. para subrayar su posición: Todo el mundo ha visto sus películas y lo han alabado. Nada ni nadie ha impedido en Irán que él pudiera realizar su trabajo y hasta donde yo sé, sus películas no han sido censuradas añade. En su opinión, el régimen castiga la tergiversación, no la libertad de expresión, como erróneamente asume el público occidental: No es razonable que desde vuestras casas o vuestros lugares de trabajo, leáis ciertos periódicos influidos políticamente o algunas emisoras de televisión que solo narran parte de la realidad, y no podáis tener una opinión certera sobre Una escena del filme iraní ABC un país, sus gentes o su antigua cultura asegura. Aunque concede que tampoco nosotros tampoco hemos podido, por muchas razones, transmitir una imagen correcta de nosotros mismos durante muchos años quizá dejando en el aire si el fanático control del cine ha sido uno de esos obstáculos. Quizá invitando a leerla entre líneas y a interpretar su tibieza: Mientras viva y trabaje en mi país, acataré sus normas y sus leyes apostilla. Una tibieza que contrasta con el valiente alegato de su cinta, que indisimuladamente se alza contra la represión social de la mujer en su país: Siempre he alabado a aquellas personas que luchan por conseguir y conservar sus derechos apunta Panahandeh, que se considera a sí misma afortunada dentro de una generación en la que no estamos obligadas a pensar en casarnos pronto, ni ser madres nada más casarnos La cineasta rechaza el debate político, porque no sé hacer otra cosa más que dirigir películas y cocinar y en una de las dos labores es mucho menos estoica. Drama moderno en un país antiguo NAHID Dirección: Ida Panahandeh. Con: Sareh Bayat, Pejman Bazeghi FEDERICO MARÍN BELLÓN l espectador le puede asaltar la impresión de que en España se estrena la práctica totalidad del cine iraní, algo que no consiguen ni las cinematografías más potentes, y que nos llegan más películas de allí (al menos desde Kiarostami) que de los Países Bajos, por ejemplo. Gracias al buen ojo de la distribuidora Caramel Films, en Nahid descubrimos algo más, una voz femenina, la de Ida Panahandeh, directora sorprendentemente moderna que explora los conflictos de unos personajes capaces de romper estereotipos. La trama, desde luego, parece de otras latitudes: una joven A Ida Panahandeh Prudente trinchera Mientras viva y trabaje en mi país, acataré sus normas y sus leyes divorciada que vive con su hijo en una pequeña ciudad desea casarse con el hombre del que se ha enamorado. Aquí es donde entran en juego las particulares leyes locales. El padre es quien tiene la custodia del chico, pero el exmarido concede a Nahid (excelente Sareh Bayat) la patria potestad de su hijo... si ella no se vuelve a casar. Para terminar de complicar las cosas, en Irán es posible la figura del matrimonio temporal, opción legal pero mal vista, como ocurriría casi en cualquier sitio, aunque más de uno pensará que no está mal tirado el invento... El caso es que esta solución podría resolver el puzle, pero tensaría la relación entre las piezas. Con este argumento, Panahandeh mira con ojos limpios su propia sociedad, cuyo reloj sigue atrasado. La empresa prospera en buena medida gracias a su convicente reparto, en el que también destaca Pejman Bazeghi, todo un galán del cine y la televisión locales. Sin la lentitud de otros títulos iraníes pero con la sensibilidad que se le supone, la película resulta agradable al paladar, aunque le falta algo de sal. Una vez metido en las peculiaridades de este drama, el espectador puede echar de menos mayor intensidad dramática, algún desgarro más visible. Su falta de adornos satisfará más al crítico que al público normal pero en todo caso viene a demostrar que la cantera iraní sigue siendo un milagro.

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