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ABC MADRID 05-02-2016 página 3
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ABC VIERNES, 5 DE FEBRERO DE 2016 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA ARRUPE: EN EL CASERÍO PLANETARIO POR JULIO L. MARTÍNEZ Arrupe miraba al mundo con confianza, no una confianza que le viniera de sí mismo, sino que le venía de sentirse parte activa de la mirada amorosa y comprometida de Dios que en Jesús se hace un sí total a la humanidad y a la vida cultura en cuestión (lo que no sería más que una superficial adaptación) sino que se convierta en el principio inspirador normativo y unificador que transforme y recree esa cultura, originando algo así como una nueva creación Arrupe sabía que la clave era siempre la inculturación personal interior y ponía en el centro a la persona: la persona de Jesús, el Hijo enviado desde el diálogo de amor en la comunidad de personas que es Dios, para hacer redención de un mundo en tanta diversidad y tanta dificultad (el misterio de la encarnación) Y las personas de carne y hueso que entramos en diálogos de culturas o religiones y las únicas que podemos cambiar las estructuras injustas y generar solidaridad. De ahí su clamor por la educación para la justicia en las universidades y los colegios jesuitas; aquello que quedó inmortalizado en la frase hombres y mujeres para los demás H OY se cumplen 25 años de la muerte del P. Pedro Arrupe (1907- 1991) Con ese motivo me gustaría traer a la memoria algunas de sus reflexiones y experiencias que le hicieron un excepcional testigo profeta del encuentro entre culturas y religiones. Gran necesidad tenemos hoy de personas así. Las transformaciones socioculturales de los 60 actuaron como espoletas activadoras de todo el impresionante devenir y las circunstancias de Arrupe. Sin esos componentes difícilmente podríamos entender que un recién elegido superior general de la Compañía en 1965 el año de la clausura del Concilio hablase de la cultura diciendo que es ciencia y arte, amor y acción, técnica y vida política; es también adoración y plegaria, infinita aspiración religiosa y religión determinada Esta compresión sinfónica e integradora pone como primera tarea de toda cultura reunificar al hombre reintegrando su saber porque la fragmentación acaba generando un inmenso vacío espiritual que ni el progreso técnico ni el bienestar material pueden colmar. Me resuenan las palabras de Ortega al caracterizar la cultura como lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento Ambos ayudan a no dejarse embaucar por las toneladas de nihilismo, cansancio y superficialidad que hoy se reparten gratis y por doquier. Así, el Evangelio solo es camino de vida si se encarna en una cultura, y siendo radicalmente cultural, también es transcultural. Y remataba con que una cultura que se encierra en sí misma se empobrece, se anquilosa y muere. Todas estas consideraciones no las sacaba el jesuita bilbaíno del estudio, formaban parte del hondón de su experiencia vital. De hecho, no hubieran sido posibles sin su apasionante aventura existencial; sobre todo, sin sus veintisiete años en Japón y sin la espiritualidad de los ejercicios espirituales de otro gran vasco nacido en Loyola. Arrupe entró en la Compañía de Jesús a los 19 años, interrumpiendo la carrera de Medicina que estudiaba en Madrid. El fogonazo vocacional lo sintió en Lourdes: Sentí a Dios tan cerca en sus milagros que me arrastró violentamente detrás de sí Su formación fue movidísima: la disolución de la Compañía en España, en 1932, le condujo a Bélgica y Holanda con los jesuitas alemanes desterrados también ellos de su país, y luego a Estados Unidos, donde terminaría su formación. Tanto movimiento no fue en balde: adquirió conocimiento de idiomas y, sobre todo, aper- a necesidad de la inculturación es universal. No es sólo para los países que se llamaban de misión. Se aplica a todos, y quizá más a los que creen no tener esa necesidad. Los conceptos misiones Tercer mundo Oriente Occidente etc. son relativos y debemos trascenderlos considerando todo el mundo como una única familia a cuyos miembros afectan NIETO los distintos problemas. Cuando a MacLuhan aún ni se le había pasado por la cabeza la expresión aldea global Arrupe hablaba ya tura a perspectivas y sensibilidades distintas, más del caserío planetario del mundo en tanta diamplias y variadas que las de sus propios oríge- versidad y dificultad. La verdad es que toda la exnes. El 15 de octubre de 1938 desembarca en la periencia vivida y el discernimiento que hacía de bahía de Yokohama, llevando dentro del alma el los procesos le convirtieron en un ciudadano del deseo de convertir a los 98 millones de la nación mundo y un icono de la globalización muchos más culta, materialista y poderosa del Extremo años antes de que esta estuviera en acto gracias Oriente. Se había preparado bien en teología mo- a la revolución de las TIC. ral (su vocación a la medicina tendría en esto que Arrupe miraba al mundo con confianza, no ver) pero al final no enriqueció la tradición de una confianza que le viniera de sí mismo, sino teólogos moralistas de la Compañía. Perdimos que le venía de sentirse parte activa de la miraun moralista y ganamos un profeta. da amorosa y comprometida de Dios que en JeDurante casi tres décadas, Japón fue para él sús se hace un sí total a la humanidad y a la escenario de su actividad apostólica y a la vez pa- vida. Sus frases habituales eran del estilo de lestra de entrenamiento difícilmente podría ha- todo ser humano lleva en su misma esencia ber tenido otra más apropiada para su futura algo de bueno que debemos conducir a Dios misión como general de la Compañía. En Hiroshi- teniendo confianza mutua se consigue todo ma vivió la explosión de la bomba atómica y an- podemos contribuir a que la parte luminosa tes había tenido que atravesar la durísima prue- aumente en el mundo Nunca encontramos en ba de encontrarse en una cultura tan distinta de él una actitud de huida ante los problemas del las que había conocido, y sumergirse en ella has- mundo o de queja paralizante ante la realidad ta el fondo, aprendiendo una lengua extraña y di- hiriente que él conoció de cerca. Ni la del munficilísima De la mañana a la noche, japonés y do ni la de la Iglesia, que también le hizo sufrir. más japonés asimilando unas costumbres y, La suya era un actitud de optimismo realista, sobre todo, una mentalidad y sensibilidad que lleno de confianza en el Espíritu como dijo el nunca se había imaginado y que en un primer P. Kolvenbach: no la del optimismo ingenuo que momento lo dejaron desconcertado. algunos le han adjudicado, sino la de la esperanFue una gran experiencia de inculturación za cristiana que se sustenta en la misericordia es decir, de la encarnación de la vida personal y divina y nos envía en misión. el mensaje cristianos en un área cultural concreta, de tal manera que esa experiencia no sólo lleJULIO L. MARTÍNEZ, SJ, ES RECTOR DE LA gue a expresarse con los elementos propios de la UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS ICAI- ICADE L

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