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ABC MADRID 24-01-2016 página 97
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ABC DOMINGO, 24 DE ENERO DE 2016 abc. es espana madrid MADRID 97 La joya de la Corona A la izquierda, el salón de los espejos. Abajo, los techos, obra de Espalter y Rull, autor de los murales del Congreso de los Diputados Carlos, un veterano El dueño de Rojocar es pionero desde 1976 en relojes de todo tipo. Había colas hasta en la escalera por comprar aquí recuerda IGNACIO GIL palacios más lujosos del Madrid isabelino, siguiendo el modelo italiano del Renacimiento. En su interior destaca la decoración pictórica de los techos realizada por el pintor de la Reina, Joaquín Espalter y Rull, retratista de la nobleza de la época y autor de pinturas murales del Congreso de los Diputados. Es la joya de la Corona se precian los propietarios. Una grandiosa escalera decorada con estuco original de la época, de colores rosas y verdes, da acceso exclusivo a la primera planta. Profesores de Bellas Artes de Madrid suelen llevar a sus alumnos para contemplar esta majestuosa estructura. Dos estatuas en hornacina coronan la escalera balaustrada. Los últimos huéspedes de la venta de decomisos De los 52 locales que había en el bazar del patio anexo solo sobreviven unos seis I. REYERO MADRID El renacer vió aquí. Mi madre nació en estas habitaciones y pasó parte de su infancia con sus hermanos, hasta la proclamación de la República relata a ABC Alfonso de Urbina y Arróspide, quien desgrana las bondades del lugar, incluida la capilla con su sacristía, donde se oficiaban misas en familia. Aún se conservan algunas piezas ornamentales de gran interés en los salones, en el despacho del marqués y la pila bautismal. Son originales de alto valor histórico, si bien la gran mayoría de las obras de arte que había entre sus paredes fueron confiscadas con el advenimiento de la República. Probablemente, eso permitió que se salvaran reconocen. Obra de Aníbal Álvarez Bouquel, este tesoro arquitectónico se proyectó entre 1846 y 1847 como uno de los En los últimos meses, el empeño de sus propietarios ha hecho que el Palacio de Gaviria haya podido retomar cierta actividad. En diciembre se instaló durante tres días un mercadillo de Navidad con propuestas de diseño, artesanía y gastronomía. Algunas empresas han alquilado el salón de los espejos para cócteles o cenas de gala. Hasta se han rodado anuncios de moda, películas y podría convertirse en plató de una serie de televisión. La planta noble está a disposición de todo tipo de eventos en régimen de alquiler se informa al interesado en Gaviria. Son más de mil metros cuadrados por unos 25.000 euros al mes, según la referencia del anuncio, orientativo. Los elevados gastos de mantenimiento del coloso corren a cuenta de sus dueños. Juan Álvarez empezó con 16 años como mozo en Arvi, tienda de electrónica especializada en la venta de calculadoras, relojes, cámaras de foto y videojuegos. Hoy tiene 56 años y está a punto de echar el cierre al negocio- bazar. Es uno de los últimos del Palacio de Gaviria, que durante décadas fue centro comercial de decomisos, una referencia en España. Se hallan en el edificio anexo a la zona noble, donde habitaban en su tiempo los criados del marqués. En esta especie de corrala, en romántica decadencia, llegaron a acumularse 52 tiendecitas, alguna de diez metros cuadrados, especializadas en la electrónica llegada de Asia. También eran famosos los vaqueros de Europalma. Venía gente de todo Madrid y alrededores para buscar productos que no había en otros sitios. Si en El Corte Inglés te costaban 8.000 pesetas, aquí te los llevabas por 5.000 re- lata Juan, resignado a la prejubilación. Un fin de semana venían hasta 3.000 personas. Muchos se compraron aquí su primer Spectrum, el ordenador de mesa. El otro día vino un señor con su hijo a comprarle una calculadora aquí, tal y como había hecho su padre con él rememora. Sus gafas de sol de marca no tienen competencia en precio ni por las grandes superficies ni por los chinos, asegura. Lo que pasa es que los jóvenes andáis despistados dice, sin perder el orgullo por lo fundado. Al centro comercial se accede por la puerta principal. Los letreros de compra- venta de oro y los puestos de relojes marcan la senda a este lugar que ocupa el imaginario colectivo de varias generaciones de madrileños, en el 9 de calle Arenal. Carlos Sánchez, dueño de Rojocar, se puso tras el mostrador en 1976, con 16 años. Tiene 55. Yo correteaba desde los ocho años por estos pasillos Abajo está su hermana, Rosi. Expertos relojeros, sobreviven tras dar el salto a internet. Aquí se han instalado segundas y terceras generaciones, aunque diversificando el negocio. Como Laura Arroyo, en la tienda de ropa vintage. Su padre abrió negocio ahí hace 40 años.

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