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ABC MADRID 24-01-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 ENFOQUE DOMINGO, 24 DE ENERO DE 2016 abc. es ABC semana La foto de la AFP Botánica espacial Flores en el cielo LUIS DEL VAL Dicen los hindúes que el alma duerme en la piedra, crece en la planta, y se despierta en el hombre A mí me atrae la belleza seductora con que Oriente puede expresar, de la misma hermosa manera, el panteísmo y la evolución de las especies. En el cosmos no existe arriba y abajo, ni izquierda y derecha. Eso es una convención humana para tratar de situarnos desde el punto insignificante que ocupamos en el Universo, de tal manera que el cielo siempre está arriba, residamos en Europa o en Australia, en el Yukón canadiense o en el cabo de Hornos, allí donde convergen Chile y Argentina. Desde esa convención, esta flor ha nacido allá arriba, en el cielo, no en el teológico, sino en el que físicamente observamos desde el planeta, desde que se nos despertó el alma, desde que creíamos que éramos el centro de todo, y el Sol daba vueltas de homenaje a nuestro alrededor, hasta esta nueva etapa donde la estadística nos tiene desconcertados, porque hay miles de galaxias, millones de planetas, pero no tenemos noticia de ninguno donde el hidrógeno y el oxígeno hayan creado unas formas de vida parecidas a las nuestras. Así que cuando salimos de nuestro insignificante planeta nos tenemos que llevar las materias que nos hacen posible la existencia: el agua y el aire. Desde el punto de vista científico, es mucho más trascendente constatar que el ser humano puede vivir fuera de su planeta originario a miles de kilómetros, en una estación espacial, que el nacimiento de una flor. Pero esta planta representa esa mezcla de sensibilidad y pragmatismo que es el sello de la especie humana, esa contradicción por medio de la cual cualquiera de sus individuos puede organizar una guerra larga, cruel y tormentosa, o componer una sinfonía que, al escucharla, las emociones te llevan a algo parecido a la ingravidez. Y está claro que a quien ha urdido el proyecto de cultivar una flor en el espacio, como si estuviera cuidando claveles en Sevilla u hortensias en Galicia, no le anima un espíritu poético, sino explorar las posibilidades de que, en un futuro, el ser humano pudiera llegar a abastecerse en esos caminos galácticos, todavía insondables. O puede que yo esté equivocado. A lo mejor hay una nostalgia de la madre Tierra, una saudade de los campos, un pellizco del patriotismo más armonioso, un recuerdo emotivo de esa desmenuzada piedra, de ese limoso barro donde el alma duerme, y el científico ha querido tener un testimonio de verla crecer en las flores: las flores del cielo. La vida secreta de las plantas Flor de una zinnia cultivada en la Estación Espacial Internacional, donde ya se habían cosechado lechugas rojas, mucho menos delicadas

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