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ABC MADRID 12-01-2016 página 47
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MARTES, 12 DE ENERO DE 2016 abc. es cultura CULTURA 47 MUERE DAVID BOWIE El genio de la metamorfosis Un cáncer, que se cree de hígado, acabó en 18 meses con el genio, que murió creando y recibe el homenaje popular en las calles de Inglaterra LUIS VENTOSO CORRESPONSAL EN LONDRES C omienzos de los sesenta. Dos rubios de 17 años, chicos especiales, comparten cháchara musical en el café Gioconda de un Soho londinense todavía canalla. Uno muy delgado, blancuzco y de mirada bicolor se llama David Robert Haymood Jones. El otro es Reginald Kenneth Dwight. En poco tiempo ambos se cambiarán de nombre. Para no coincidir con Davy Jones, figura de The Moonkeys, uno se convertirá en David Bowie. El otro será Elton John. Ambos completarán la singladura asombrosa que llevó a un puñado de ingleses inquietos desde la esquina suburbial más inesperada (el Liverpool de los Beatles, el Bromley londinense de Bowie, el Cambridge de Syd Barret) al olimpo pop. El magnífico viaje artístico de David Bowie concluyó ayer, a los 69 años. Se lo llevó en Nueva York un cáncer que se rumorea de hígado, contra el que resistió 18 meses. Sus seguidores lo recordaron en vigilias callejeras en su Brixton natal, en el Londres de Ziggy Stardust, o frente a su apartamento del Soho neoyorquino, donde vivía con su mujer, la modelo somalí Imán, de 60 años, y su hija Alexandria, de 15. El músico, genio de la metamorfosis y un creador siempre hambriento, vendió 140 millones, publicó 27 discos y rodó otras tantas películas. Astuto hombre de negocios, lega también un patrimonio de unos 230 millones de dólares. He dejado correr salvajemente mi imaginación Así resumió David Bowie su poliédrica carrera, antes del enmudecer para las entrevistas tras un infarto en Alemania en 2004, un susto que lo llevó a una angioplastia de urgencia en Hamburgo. En 2006 ofreció su último concierto, en un bolo caritativo en Nueva York. Desde entonces habitaba en el silencio y la incógnita en Manhattan junto a Imán. Su matrimonio ha sido un éxito de 23 años, que viene a confirmar que la bisexualidad glam fue otra de las máscaras del camaleón. Nacido el 8 de enero de 1947 en Brixton, ha tenido una carrera tan sorprendente, efectista y provocadora que sus agentes tuvieron que confirmar ayer que su muerte no era un truco comercial al hilo de su nuevo disco. El viernes, el día que cumplió 69 años, publicó Blackstar aplaudida obra de talante experimental junto a un quinteto de jazz. Tras diez años de silencio, había retornado en 2013 con el aclamado disco The Next Day que le proporcionó su primer número uno en 20 años en el Reino Unido. De registro melancólico, se palpaba el lamento por la vida que se escurre. Hay una nube de melancolía al saber que voy a dejar a mi hija sola confesó Bowie antes de callar. Fumador hasta lo maníaco, su flirt con la cocaína a mediados de los 70 melló seriamente su salud y su psique estuve a punto de matarme varias veces Desde finales de los ochenta era un hombre contenido, casi abstemio y educadamente jovial, pero arrastraba sus demonios, como el temor a la enfermedad mental que había marcado a su familia, llevando al suicido a su hermanastro esquizofrénico. De Bowie se dice que escapó de la locura siendo más loco que los locos. Artista camaleónico Los lamentos y elogios se agolparon ayer, desde Downing Street hasta el Vaticano. Si algo define y separa a Bowie de otros cantantes pop es su condición de artista con mayúsculas, de explorador. Camaleónico y también un astutísimo vampiro de las últimas tendencias. De cara al exterior, el primer reclamo eran su estética rompedora y su voz dúctil. Pero detrás había una armazón seria: Los pantalones pueden cambiar explicaba pero las palabras y temáticas que siempre he elegido para escribir son el aislamiento, el abandono, el miedo, la ansiedad y los puntos culminantes de la vida Una sombra de miedo soterra- Astuto hombre de negocios Vendió 140 millones de discos y lega un patrimonio valorado en unos 230 millones de dólares do transita bajo toda la obra de Bowie, incluso la que se pretende más lúdica. Lector voraz y dueño de una extraordinaria biblioteca, llevaba muchos libros a cuestas en sus giras y se reconocía un poco existencialista y muy admirador de Camus: Me siento cómodo con él Bowie, que salió de una de las fértiles escuelas de arte de la Inglaterra de los primeros 60, intentó de manera reiterada una carrera actoral, siempre un pelín insatisfactoria. Asumió retos tan exigentes como El Hombre Elefante en las tablas de Broadway y hasta actúa en la última y pésima película de Marlene Dietrich, Just a gigolo Podía presumir de haber rodado con Scorsese y Nagisa Oshima, pero aceptaba roles tan inexplicables como un cameo cutrillo en el astracán Zooelander Musicalmente hay muchos David Bowie, todos con sus zafiros. Todavía hippy, despega en cohete en 1968 con Space Oddity El Comandante Tom, el astronauta aislado de la Tierra, le da su primer número uno. Luego llega el alienígena glam Ziggy Stardust, en 1972, un bisexual provocador, en un extraordinario álbum sostenido por la guitarra de Mick Ronson. Lo asesinará rápido, para seguir avanzando y porque lo está devorando mentalmente. Próxima parada, Estados Unidos, donde muy rayado cuece lo que bautiza como plastic soul El Bowie estadounidense, flaco hasta lo enfermizo y un poco paranoico, sostenido por el fuel de las drogas, está a punto de reventar. Acomete entonces el movimiento más audaz y fructífero de su carrera. En 1977, cuando Londres comienza a alborotarse con el punk, él se Su disco- testamento Blackstar el anuncio de una muerte inminente PABLO MARTÍNEZ PITA MADRID Nos lo estaba diciendo a gritos, con voz agónica, y no le escuchábamos. Nadie supo interpretar las pistas que poblaban su disco Blackstar pero esa era la intención. El hombre que vino de las estrellas, Starman nos repetía: Soy una estrella negra Fue un genio hasta para organizar su propia muerte. No hubo noticias de su enfermedad, un logro, en la era de las redes sociales, impresionante. Y ahora todo cobra sentido. Tony Visconti, productor de Blackstar y otros muchos discos de Bowie, confirmó ayer que este era su regalo de despedida. Visconti lo sabía desde hacía un año, pero no estaba preparado Toda esa oscuridad en la que está inmerso el álbum queda iluminada. Las letras crípticas, los vídeos apocalípticos, la última pirueta musical hacia un sonido nuevo, rompedor, inesperado. Bowie se reinventaba por última vez para escribir su testamen- to. Ni siquiera debía de tener claro si viviría para ver su publicación, el mismo día de su 69 cumpleaños. Hoy pone los pelos de punta contemplar el videoclip que estrenó el 7 de enero, Lazarus Comienza con una presencia harto inquietante que se asoma desde un viejo armario. Continúa con Bowie en la cama, asustado, y con la figura fantasmal acercando una mano desde debajo del lecho mientras él se eleva y canta: Mira aquí arriba, estoy en el Cielo, tengo cicatrices que no pueden ser vistas, tengo drama, no puedo ser hurtado, todos me conocen ahora, mira aquí arriba, hombre, estoy en peligro Incluso se retrata a sí mismo escribiendo nervioso estas palabras... Pocas imágenes y versos pueden ser más estremecedores acerca de la inminencia de la propia muerte. Igual de profética es la canción de despedida del álbum, I Can t Give Everything Away Sé que algo va muy mal Con designios de calavera sobre mis zapatos, no puedo entregarlo todo o abandonarlo todo, viendo más y sintiendo menos, diciendo no pero queriendo decir sí, eso es todo lo que quise decir, este es el mensaje que mando Solo faltaba tener el disco físico entre las manos y, efectivamente, está bañado en luto. Letras negras sobre fondo negro. Nada más abrirlo, una fotografía del espacio con un marco negro. Entre esas estrellas ya se encuentra David Bowie, aunque todavía nos cueste creerlo.

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