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ABC MADRID 11-01-2016 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN CAMBIO DE GUARDIA PUEBLA LUNES, 11 DE ENERO DE 2016 abc. es opinion ABC GABRIEL ALBIAC PAYASOS Una declaración unilateral de independencia es una declaración de guerra. Las guerras se ganan o se pierden L A commedia è finita... Y el protagonista de los Pagliacci de Leoncavallo da de bruces en su ridiculísima tragedia. Y todo acaba tan mal como a un melodrama del XIX cuadra. Cataluña es hoy un ridículo melodrama. Al cabo de su tediosa sesión circense de tres meses, CUP y Mas extrajeron con forceps el conejo de la chistera. Todo un éxito. No sé yo si la clientela quedará muy contenta. Pero, guste o no, ahora sí, la comedia ha terminado Y empieza el drama de los oscuros callejones de la historia en los cuales no hay salida. Antonio Gramsci lo llamó tiempo trágico; más distante, como siempre, Bertolt Brecht lo había acuñado como tiempo de crisis. En rigor, no es lo uno ni lo otro. En rigor, a ese tiempo en el cual ni acaba de morir del todo lo viejo ni de nacer nada nuevo, lo llama el frío diccionario pudrición. Y es muy poco saludable. Tanto como para que Platón lo diera por metáfora de la amargura humana: imagen del hombre vivo que, atado en brazos de un cadáver, era arrojado en una balsa al mar por piratas refinadamente crueles. Empieza el pudrimiento: eso cuya llegada todos sabíamos inevitable. España está en el interregno que es de rigor tras unas elecciones. Lo más normal en tiempos normales. No lo son éstos. O ese interregno se resuelve con la excepcional celeridad que una amenaza bélica exige, o el interregno se trocará en vacío de poder. Y Cataluña será independiente en el paréntesis de ese vacío. Dos o tres meses de provisionalidad en el Estado son más que suficientes para consumar una desconexión todos cuyos dispositivos están ya a punto. Y los representantes de la nueva república catalana podrán comparecer ante la UE como gestores de un acto consumado; y exigir el reconocimiento de su nueva nación europea como única salida al marasmo de una España ingobernable. Eso empezó ayer, 10 de enero. Y nada puede posponer una respuesta tajante. Constrictiva, por supuesto. Con la material constricción de la que sólo el Estado puede hacer uso legítimo. Y que todo gobierno provisional o no está constitucionalmente obligado a ejercer. Porque un Estado es tanto máquina consensual cuanto de fuerza. De lo contrario, no existiría ejército. Ante un desafío de tal envergadura, no hay partidos. Es decir, no hay partes. Hay la nación. Esto es, la ciudadanía en armas, que teorizaron los clásicos de la democracia. La apuesta por abortar o no la independencia catalana pasa a ser hoy la única línea de demarcación política: con o contra la Constitución. Una declaración unilateral de independencia es una declaración de guerra. Las guerras se ganan o se pierden. Siempre que uno no se rinda sin darlas. Cada partido habrá de elegir su campo: o bien un gobierno de concentración nacional o bien un gobierno de secesión. Sabemos dónde están PP y Ciudadanos. Sabemos dónde está Podemos. Queda por saber dónde estará el PSOE. Sin retóricas ya. La commedia è finita... EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA UNA META COMÚN La antropolatría que postulaban capitalismo y comunismo ha hallado la simbiosis perfecta E N un artículo publicado en ABC hace casi cincuenta años, José María Pemán proponía como tema de meditación las dos colas simultáneas que por aquellos días se habían formado en Moscú, ante el mausoleo de la Plaza Roja donde se guarda la momia de Lenin se celebraba entonces el cincuentenario de la revolución bolchevique y en Washington, ante el féretro del asesinado Robert Kennedy. Cuando ya parecía que Pemán se disponía a contraponer el régimen democrático y el régimen comunista (como hubiese hecho cualquier panoli) concluye: Estas dos colas aparentemente irreconciliables se han dado cita en una meta común. Porque son como dos reptantes serpientes en el Paraíso, sólo que cambiando el mensaje tentador seréis como dioses por otro: Seréis como los ricos y los hombres libres Esta confluencia de intereses se logró durante cierto tiempo rindiendo un homenaje al sistema contrario: los capitalistas fueron los hipócritas de la justicia social; los comunistas, los hipócritas de la libertad humana. Pero llegó un momento en que la meta común a la que se refería Pemán exigía una simbiosis que puliese las aristas más torvas de ambos sistemas en una amalgama exultante y eufórica. Tal síntesis la proporciona la democracia, que exalta por igual la justicia social y la libertad humana (o, dicho más propiamente, sus caricaturas: el igualitarismo de hormiguero y la demanda caprichosa de sedicentes derechos) prometiendo a sus prosélitos que serán como dioses. Con razón podía escribir Gómez Dávila: La democracia no es procedimiento electoral, como lo imaginan los católicos cándidos; ni régimen político, como lo pensó la burguesía hegemónica del siglo XIX; ni estructura social, como lo enseña la doctrina norteamericana; ni organización económica, como lo exige la tesis comunista. La democracia es una religión antropoteísta. Su principio es una opción de carácter religioso, un acto por el cual el hombre asume al hombre como Dios De ahí que la democracia, aunque consagre una sedicente libertad religiosa en el fondo promueva el ateísmo, para favorecer la divinización del hombre. Por un lado, tolera creencias de toda índole (a las que denomina despectivamente sentimientos religiosos de tal modo que todas valgan lo mismo (o sea, nada) e incluso, llegado el caso, potencia las creencias nefastas (así, por ejemplo, el Islam) aunque sepa que es como criar cuervos, para combatir la verdadera. Y, habiendo logrado que todas las religiones valgan nada, es natural que quiera erigirse en religión única, instaurando sus propios dogmas: soberanías, nacionalismos y demás cortes de mangas a Dios (y a la tradición histórica de los pueblos) La democracia añade Gómez Dávila no es atea porque haya comprobado la irrealidad de Dios, sino porque necesita rigurosamente que Dios no exista El laicismo militante no es como creen los panolis una perversión democrática, sino su más consecuente ortodoxia. Así, la alcaldesa Carmona, una demócrata fetén, puede decir sin empacho para justificar los sacrilegios de su escudera Rita Maestre: Son actividades que iban encaminadas a una reivindicación feminista de la laicidad, de lo que yo creo que es el núcleo duro de la libertad de expresión La antropolatría que postulaban capitalismo y comunismo ha hallado, al fin, su simbiosis perfecta. Por supuesto, se trata de una antropolatría radicalmente egoísta, como se percibe, por ejemplo, en el sedicente derecho a decidir que reclaman los secesionistas catalanes. Sólo a los panolis les sorprenderá que en la reclamación se unan burgueses y antisistemas, dos reptantes serpientes con una meta común.

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