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ABC MADRID 05-01-2016 página 30
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  • EdiciónABC, MADRID
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30 INTERNACIONAL Enfrentamiento en el islam Derechos humanos MARTES, 5 DE ENERO DE 2016 abc. es internacional ABC Arabia Saudí lanza una ola de ejecuciones sin precedentes La cifra más alta en dos décadas llega en un momento de debilidad económica JAVIER PÉREZ DE LA CRUZ CORRESPONSAL EN ESTAMBUL SALMAN BIN ABDELAZIZ REY DE ARABIA SAUDÍ Un anciano para renovar la teocracia En el trono desde enero de 2015, el Rey Salman Bin Abdelaziz ha tenido tiempo de hacer algunos cambios en la petromonarquía, pero no en materia de derechos humanos. De 80 años, estudió Ciencias y Religión en Riad, ciudad de la que sería gobernador antes de ser entronizado. Decidido a renovar a su manera la gerontocracia saudí, Salman rompió con la tradición y colocó a su sobrino, Mohamed Bin Nayef, el primero en la línea de sucesión, seguido de su hijo, Mohamed Bin Nayan. Con Salman, Riad se ha embarcado en la guerra en Yemen y, con el objetivo de aislar a Irán, el país se muestra ahora mucho más activo en la escena internacional. Arabia Saudí es uno de los principales aliados de Estados Unidos y el resto de países occidentales en la turbulenta región de Oriente Próximo. Y lo es a pesar de poseer un sistema judicial, con decapitaciones de disidentes políticos, más propio de la Edad Media que de la civilización del siglo XXI. Al menos 157 ejecuciones se produjeron en Arabia Saudí en 2015, según numerosas ONG que investigan las ejecuciones en el mundo. Este es el número más alto de ajusticiamientos de los últimos veinte años. Se trata de una ola de ejecuciones sin precedentes que ha generado un nefasto hito en el uso que las autoridades saudíes han dado a la pena de muerte según denuncia Amnistía Internacional. La decapitación es una de las principales formas de ejecución de los reos en este país del Golfo. Arabia Saudí continúa siendo el tercer país del mundo que ejecuta a más personas, solo por detrás de China y, curiosamente, Irán, su máximo rival en la zona y el país que con más furia ha reaccionado a la ejecución del clérigo chií Nimr al Nimr. Un ajusticiamiento que ha levantado de nuevo las espadas entre chiíes y suníes en toda la región. Pero Irán también tiene una fuerte querencia por la pena de muerte. Amnistía Internacional denunció que en solo seis meses el país de los ayatolás ejecutó a 694 personas. Mientras Arabia Saudí no publica cifras oficiales de penas de muerte, Irán sí lo hace, aunque diversas ONG aseguran que las ejecuciones son superiores a los datos ofrecidos por el Gobierno. Unos chiíes portan un ataúd en homenaje a Al Nimr en Nayaf (Irak) AFP Mohammad Suweimal son otras tres personas que han sido ejecutadas tras participar en manifestaciones en contra del Gobierno. Asimismo, otros como Ali al- Nimr, el sobrino del clérigo chií, Dawood al- Marhoon y Abdullah Hasan al- Zaher esperan a que su sentencia de muerte se aplique. Existe un gran número de sentencias a muerte por terrorismo pero Amnistía también hace hincapié en el aumento de la pena capital por crímenes sin sangre. Según sus cifras, el 40 por ciento de las ejecuciones del año pasado fueron por delitos relacionados con el tráfico de droga. Los Saud no permiten ningún tipo de crítica, ni de la minoría chií ni de cualquier otro ciudadano del país. Bien lo sabe el bloguero Raif Badawi, premio Sájarov 2015 a la libertad de conciencia. Badawi, defensor de los dere- chos humanos y responsable de una web llamada Liberad a los Liberales Saudíes, fue detenido en 2012 y condenado a diez años de prisión y 1.000 latigazos por insultar al islam El aumento de las ejecuciones en Arabia Saudí coincide con la delicada situación económica que atraviesa el Reino por la caída de los precios del petróleo. La debilidad financiera se suma al reciente cambio de Monarca, después de que Salmán fuera entronizado hace un año, tras la muerte de su hermano Abdula. Y las tensiones internas no desaparecen. En septiembre la publicación Middle East Eye hacía pública la carta de un príncipe de la casa Saud en la que aseguraba que los problemas del país no se solucionarían a menos que hubiese un cambio aunque este implicara también un cambio de Rey DE LEJOS PEDRO RODRÍGUEZ UN CISMA MUY CARO El sectarismo nacido en el siglo VII se ha convertido en la peor amenaza interna para el mundo musulmán omo en otras muchas cuestiones religiosas, no hay cifras del todo fiables. Las mejores estimaciones calculan que 1.600 millones de creyentes profesan el islam por todo el mundo. Aunque ese número, con dinámico crecimiento, dista mucho de resultar una entidad monolítica por el cisma entre chiíes y suníes, que se remonta hasta la disputada sucesión Riad rechaza las críticas No se conocen los motivos de este ascenso de la pena capital. El Gobierno de Riad rechaza cualquier tipo de crítica y pide respeto para su sistema legal, que está basado en una interpretación radical de la ley islámica de la sharia. La visión ultraconservadora que hace el wahabismo de la religión musulmana es uno de los pilares de Arabia Saudí. Entre los condenados a morir se encuentran numerosos oponentes políticos, Nimr al Nimr, que lideró las protestas en el este país saudí el pasado 2011, es solo uno de ellos. Mohammad Faisal al- Shioukh, Ali Saeed al- Rebh, C del profeta Mahoma en siglo VII. Los chiíes serían unos 200 millones frente a la gran mayoría de musulmanes que se consideran parte de la ortodoxia suní. Con todas las permutaciones posibles y una evidente sobredosis de pulso geoestratégico entre Arabia Saudí e Irán este conflicto sectario ha logrado durante los últimos treinta años volver a convertirse en la más terrible amenaza interna a la que se enfrenta el mundo musulmán. Y en las últimas 48 horas, este cisma instrumentalizado ha tomado un nuevo impulso hasta alterar la cotización del petróleo, disminuir las perspectivas de paz para la región y ofrecer esperanzas a Daesh. La actual crisis ha empezado en Arabia Saudí el gran faro de la causa suní con la ejecución de 47 convictos por terrorismo y sedición, incluido el clérigo chií Nimr Baqr al- Nimr. La respuesta inmediata de los hardliners de Irán campeón de los chiíes ha sido quemar como una falla la embajada saudí en Teherán. A lo que ha seguido una sucesión de rupturas diplomáti- cas, más bien hipócritas entre países que desde hace tiempo están enfrentados en diversas guerras interpuestas. La reacción inicial de los mercados ha sido incrementar la cotización del petróleo al estar en juego un total de reservas estimadas en más de 400.000 millones de barriles. Sin embargo, en un mercado inundado en buena parte por los saudíes, al final la cotización del crudo ha optado por reflejar el existente colapso de precios. Con todo, las ratas más especuladoras han intentado buscar refugio en el oro y los francos suizos. Al mismo tiempo, las esperanzas de encontrar una paz negociada en guerras como las de Yemen o Siria han empezado a cotizar claramente a la baja. Al igual que la elusiva unidad en la lucha contra el autoproclamado Califato de Daesh. Sin que falten vaticinios de que el Medio Oriente se encamina a protagonizar su propia versión de la Guerra de los Treinta años, cuando católicos y protestantes lucharon en el siglo XVII a muerte por la supremacía en Europa.

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