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ABC MADRID 05-10-2015 página 13
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ABC MADRID 05-10-2015 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 5 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN COMUNISMO FLOWER POWER Las ocurrencias de Carmena son la traducción inconsciente de un pensamiento profundamente totalitario L A alcaldesa de Madrid no es esa entrañable ancianita que aparenta ser con su sonrisa de cartón y sus palabras dulzonas. Bajo su discurso flower power a medio camino entre el haz el amor, no la guerra hippy y las simplezas propias de un producto Gran Hermano, se esconde un sectarismo feroz cuyos efectos ya padecen las víctimas de su inquina ideológica: Amantes de los toros, propietarios y clientes de terrazas situadas en el barrio de Salamanca, periodistas desafectos. Nadie debería sorprenderse. La señora Manuela Carmena apuntaba maneras desde antiguo, por más que resulte políticamente incorrectísimo señalar las carencias democráticas de esta antigua abogada de Atocha. Aunque ahora le falle la memoria casi tanto como la sinceridad, la que hoy se declara ajena a cualquier militancia de partido formó parte en 1977 de la candidatura comunista en la capital que hoy gobierna, ocupando el puesto 23 de la lista encabezada por el mismísimo Santiago Carrillo, a quien Ceaucescu, uno de los más sanguinarios dictadores del bloque soviético, llamaba hermano y paseaba en un Rolls Royce por las calles de Bucarest. Había otras opciones políticas, pero ésa fue la que sedujo a la futura juez, que ya no era una tierna estudiante sino una licenciada en Derecho con la ca- rrera terminada a mediados de los sesenta. En junio de 2013, poco antes de lanzarse a la conquista del consistorio madrileño del brazo de Pablo Iglesias, a quien ahora niega como negó Pedro a Jesús, nuestra ilustre regidora ponía su firma y aval a un documento del gobierno vasco que, bajo el título genérico Vulneraciones de Derechos Humanos en el caso vasco equiparaba a los asesinos con los asesinados colocando en el mismo plano el padecimiento de cada miembro de la familia de alguien que se ha visto amenazado, extorsionado o difamado por ETA y el padecimiento añadido de las familias de los presos, o el de cada una de las familias de los 40.000 personas detenidas para añadir: Pero, sobre todo, téngase en cuenta que 277 personas más han perdido la vida de muy diversas maneras en acontecimientos o circunstancias vinculadas a la violencia: suicidios, enfrentamientos, manipulando su propio armamento, por disparos fortuitos entre cuerpos policiales... Aunque todo ello no puede considerarse en sentido estricto vulneración de derechos humanos, forma parte de la memoria de lo sucedido La barbaridad es de tal calibre que no requiere comentario. ¿Cómo iba a censurar ella las bromas de ese concejal suyo referidas a Irene Villa? Guillermo Zapata y sus chistes no hacían sino sacar punta a la memoria de lo sucedido pensará su jefa. La alcaldesa Manuela Carmena ha cortado la financiación a la Escuela de Tauromaquia de Madrid porque le ha dado la gana. Ha ordenado el cierre de la terraza de Ramsés, sin previo aviso ni alternativa, apoyándose en una normativa que se cumple o incumple selectivamente dependiendo de quién la infrinja. Intentó implantar la censura informativa en el Ayuntamiento, sin lograr, hasta la fecha, doblegar a los periodistas amantes de la libertad. Y ahora propone que los estudiantes se conviertan en gestores de grandes acontecimientos lo que en Román paladino significa que dejen de estudiar y se pongan a barrer unas calles que nunca estuvieron tan sucias. La ocurrencia evoca la Revolución Cultural de Mao o las purgas de Pol Pot en la era del Jemer Rojo. No es una idea inocente sino la traducción inconsciente de un pensamiento profundamente totalitario. ¿Qué no harían sus mentores si llegaran a la Moncloa? IGNACIO CAMACHO LA DERECHA BONITA Un automatismo mental del centro- derecha tiende a considerar al PP y a C s como dos versiones de un mismo proyecto P JM NIETO Fe de ratas ARA calcular correctamente el impacto electoral de los dos nuevos partidos emergentes hay que considerar una diferencia crucial entre ellos: mientras Podemos incorpora una proporción significativa de nuevos votantes, en su mayoría procedentes de una izquierda radical de tradición abstencionista, Ciudadanos capta gran parte de sus electores entre la clientela habitual del PP y del PSOE. Hasta ahora, excepto en Cataluña donde ha superado a los socialistas en el cinturón barcelonés bastante más del primero que del segundo. En mayo, la facturación de C s en ciudades como Madrid, Sevilla, Valencia o Málaga coincidía casi milimétricamente en muchas mesas con la masa crítica perdida por los populares, lo que sugiere un trasvase casi lineal entre ambas fuerzas. Se trata de un dato importante: en primer lugar porque indica el peligro manifiesto que el marianismo corre como articulador unívoco del centro derecha, y en segundo porque resulta clave para el partido de Rivera a la hora de abordar uno de sus grandes retos a corto plazo: el de interpretar sus votos para traducirlos en la política de pactos. En una parte del electorado liberal- conservador se ha instalado un mecanismo mental que tiende a considerar al PP y a Ciudadanos como dos variantes de un mismo proyecto destinadas al entendimiento automático. De hecho muchos sufragios se desplazan de uno a otro como un correlato natural; C s vendría a ser para estos votantes la cara moderna y amable de una derecha moderada, más limpia, actual y empática que el adusto nasty party. La derecha bonita: guapa, joven y centrada, una versión posmoderna del reformismo suarista. Hasta tal punto es así que el propio PP ha promovido a dirigentes de ese perfil en un intento de renovar su imagen. Pero el riverismo no se considera vinculado por ninguna hipoteca predeterminada; más aún, intenta sacudirse esa etiqueta. Su vocación es tercerista: ocupar un espacio de centro sociológico con un discurso regeneracionista, transversal y basculante entre el liberalismo y la socialdemocracia. Objetivamente lejano de un sorpasso a escala nacional, aspira a convertirse en fuerza estabilizadora de un Parlamento sin mayorías claras. No hay, pues, automatismo previo alguno. Rivera y su entorno tendrán que decidir su política de alianzas a la vista de los resultados, con el riesgo de provocar decepciones como la que ha suscitado en Andalucía al apuntalar con más entusiasmo que cautela el régimen susanista. Hasta ahora la virtud más destacada de su líder ha sido la de mantener la calma ante el vértigo del éxito. Quiere dejar su impronta, condicionar su eventual apoyo de investidura a fuertes contrapartidas que identifiquen su influencia y su peso. Y no habrá en diciembre mayor error que el de quienes, entre la nomenclatura o el electorado, tiendan a considerarlo un simple y maquinal apéndice de sus propias tendencias.

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