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ABC MADRID 28-09-2015 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN CAMBIO DE GUARDIA PUEBLA LUNES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2015 abc. es opinion ABC GABRIEL ALBIAC DOBLE PODER Antes de que la Generalidad se proclame Estado independiente Catalán, la Generalidad debe ser disuelta A distorsión fatal ha sido suponerle a unas elecciones autonómicas función constituyente. No la tienen. Son elecciones a las cuales la ley otorga muy específicas atribuciones de representación regional. No afectan al gobierno nacional. Aún menos, a la Constitución. Atribuirles potestad para disolver la nación misma, es cosa ya de manicomio. Y en ese manicomio estamos. Debemos preguntarnos ahora cómo hemos podido tolerar este delirio colectivo. Y restablecer la cordura, antes de que la tragedia estalle. Porque la tragedia está en puertas. Y no es cosa de derecho. Lo es de fuerza. Así sucede siempre en todo lo trágico. En Cataluña existen ya, de hecho, dos Estados. El que a la Constitución ajusta sus reglas y un segundo que, bajo el camuflaje léxico de la autonomía ha ido construyéndose, pieza a pieza, duplicando ilegalmente el mapa de la administración legal. La primera interrogación sobre este umbral trágico es insoslayable: ¿quién ha sido el inconsciente que, desde el vértice ejecutivo del Estado, fue tolerando una suplantación que ni siquiera se gestó en el secreto ni el silencio; que vino acompañada, en todo instante, de una retórica bravucona y estridente? A los independentistas catalanes se les podrá acusar de muchas cosas. No, de haber ocultado lo que planificaban: un Estado paralelo, construido con cargo a los contribuyentes españoles, que, llegado el día, pudiera ser desconectado sin que la máquina administrativa se colapsase. Hemos pagado, desde toda España, la reduplicación del funcionariado, de las instituciones, los pseudoministerios, los servicios de inteligencia, las embajadas... ¿Alguien pensaba que todo eso era una broma? Pues el despertar de la broma viene ahora. Y cuanto más dure la ceguera ante la seca realidad, tanto más altos serán los costes. Las coyunturas de doble poder no son nunca prolongables: un poder destruye al otro o a la inversa. En Cataluña, los dos Estados que vienen coexistiendo desde, al menos, la boba demencia de aquel Rodríguez Zapatero que promovió el estatuto catalán de 2006, han llegado a su límite de coexistencia hostil. A partir de anoche, uno de ellos debe borrar al otro. La jerga del derecho es aquí sólo una cobertura. Entre dos derechos incompatibles, no hay más que un decisor político: la fuerza. Nadie quiere decirlo, porque es desagradable. Pero todos lo saben. Cada uno buscará el momento más propicio para iniciar el asalto. Y aquel que mida mal sus tiempos quedará machacado. Así de duras son las cosas. Saldremos todos perdiendo, en todo caso. Y eso es ya inevitable. Lo que está en juego ahora es reducir los costes al menor destrozo posible. Antes de que la Generalidad se proclame Estado independiente Catalán, la Generalidad debe ser disuelta. Todo tiempo perdido se revelará suicida. Salvo que exista o llegue a existir dentro de tres meses un presidente español que acepte ser el último presidente de España. No lo creo. Pero, en este desdichado país nuestro, lo peor es siempre posible. L EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA LOS JARDINEROS DEL ODIO Este resorte del odio no ha sido disparado por casualidad, sino que ha sido una obra minuciosamente sembrada y cultivada L resultado de las elecciones autonómicas catalanas nos confirma que la siembra del nacionalismo catalán ha rendido sus frutos venenosos; y que la senda que conduce al desmembramiento de España esta cada vez más expedita. Estas elecciones han sido, sin duda alguna, esa gran sacudida provocada por el odio a la que se refería el gran poeta Joan Maragall cuando escribía: El desamor es la levadura popular del catalanismo, lo más sentido por la masa Su resorte está en el odio Este resorte, tocado hábilmente a tiempo o disparado por casualidad, producirá una gran sacudida Naturalmente, este resorte del odio no ha sido disparado por casualidad, sino que ha sido una obra minuciosamente sembrada y cultivada, tal como afirma otro catalán ilustre, Prat de la Riba, quien reconocía sin ambages que extirpar del alma catalana el amor a España es una obra nacida del odio. Pero que el nacionalismo siembra el odio en las masas es algo requetesabido. Conviene recordar en esta noche de oscuros presagios, sin embargo, que ese odio ha tenido unos jardineros que han mimado su planta venenosa, regándola amorosamente, abonándola con solicitud y mimo, para que pudiera florecer y brindar los frutos pútridos que hoy saboreamos. Y esos jardineros del odio fueron, en primer lugar, los llamados padres de la Constitución E que se sacaron de la manga aquel término ambiguo y desquiciado de nacionalidades y urdieron un régimen autonómico sin ningún anclaje en nuestra tradición política, con el único propósito de sobornar a los nacionalistas e incluirlos en el llamado consenso democrático (que, como se sabe, es el lugar de encuentro de la gente sin principios) Y, tras estos padrecitos constitucionales, hemos de citar como jardineros conspicuos del odio a los sucesivos presidentes del Gobierno español, tanto socialistas como populares, que para mantenerse en la poltrona (o por debilitar al adversario) se han conchabado con el nacionalismo, dejándole hacer lo que le saliese del mimi en Cataluña a cambio de apoyo en Madrid. Entre estos jardineros del odio hay que nombrar, por supuesto, al adán de Zapatero, que muy neciamente afirmó que apoyaría la reforma del Estatuto que aprobase el Parlamento catalán Pero también a Aznar, que mientras hablaba catalán en la intimidad y desbarataba la sección catalana de su partido, aprobaba la inmersión lingüística, permitía que se multase a quien rotulase en catalán, favorecía que la Guardia Civil y la Policía Nacional fuesen apartadas de Cataluña y terminaba de entregar las competencias educativas a los nacionalistas. Y no podemos olvidarnos, por supuesto, de Felipe González, que fue el que empezó a entregar tales competencias; y el que impidió que Jordi Pujol fuese investigado por el escándalo de Banca Catalana, para que pudiese seguir robando rubias tranquilamente y poniéndoles piso en Andorra, mientras la planta del odio crecía lozana en Cataluña. Que últimamente un articulejo mediocre del nefasto González haya servido como argumentario contra la secesión de Cataluña e inspirado las loas más grotescas da una buena idea del estado de postración en que se hallan nuestras (risum teneatis) élites intelectuales Ahora que el odio ha provocado en Cataluña aquella gran sacudida avizorada por Maragall conviene recordar a todos aquellos jardineros que, desde las poltronas de gobierno, sacrificaron el futuro de España a cambio de poder satisfacer sus ansias cortoplacistas de poder. En cualquier nación civilizada estos jardineros del odio habrían tenido que exiliarse; aquí son tratados como grandes próceres de la patria.

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