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ABC MADRID 29-08-2015 página 13
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ABC MADRID 29-08-2015 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 29 DE AGOSTO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA LO QUE NO MATA, ENGORDA Ocurre esto en una época en que la literatura ha perdido su relevancia social E lanza, con mucho ringorrango y pirotecnia mediática, Lo que no te mata te hace más fuerte, una novela de encargo que pretende continuar el éxito de la trilogía de aquel Stieg Larsson que vendió decenas de millones de ejemplares en todo el mundo. Rodea el lanzamiento el inconfundible hedor del mercantilismo más rampante, con sus ribetes de plebeyismo burdo: la continuación de la trilogía se hace con el beneplácito de los familiares carroñeros de Larsson, que pillan cacho; el autor elegido para consumar el bodrio, David Lagercratz, luce como aval más rutilante una autobiografía del futbolista Ibrahimovic; y se confiesa sin rebozo que, tras entregar una primera versión del bodrio, el negro Lagercratz tuvo que remodelarla siguiendo las directrices de la editorial. Todo, en fin, de una zafiedad acongojante que provoca almorranas en el alma. Aquí alguien podría oponernos que tampoco hay que ponerse tan purista, que operaciones editoriales de este jaez siempre se urdieron. En el ámbito de la literatura española, sin ir más lejos, podrían invocarse las continuaciones de La Celestina o el enjambre de libros de caballerías que aprovechaban el éxito de cualquier personaje ya entronizado para proseguir sus hazañas; y está, por supuesto, el ejemplo señero del Quijote de Avellaneda. A simple vista, aquella literatura sucedánea que se dio en otras épo- S cas y esta continuación de la saga del sueco Larsson obedecen a un mismo impulso de sacar partido de un éxito editorial anterior; pero las circunstancias son muy diversas, y lo que hace algunos siglos eran triquiñuelas de editores pícaros y aprovechateguis que jugaban a beneficiarse del despiste de lectores cándidos cuenta ahora con la complicidad de unos medios que jalean la aparición del bodrio del negro Lagercrantz dedicándole a mansalva páginas en los diarios y minutos en los noticieros televisivos, hasta inundarnos con la cháchara grotesca del negro Lagercrantz, que parece una ametralladora de paridas, el tío: Al leer a Larsson, sentí lo mismo que había sentido en su día con Dostoievski etcétera. Y ocurre esto en una época en que la literatura ya casi ha sido expulsada de los medios, en que ha perdido su relevancia social, en que el trabajo de los escritores es cada vez más ignorado y vilipendiado, pirateado por gentuza sin escrúpulos y editado en condiciones menesterosas. Alguien podrá oponernos también que operaciones tan crudamente mercantiles como la que ahora glosamos favorecen a quienes nos dedicamos a escribir, pues gracias al éxito de bodrios como el del negro Lagercrantz pueden luego editarse los libros de los autores sin gancho comercial. Los editores esgrimen siempre esta coartada para justificar que sus catálogos estén infestados de bazofia de estrellas, estrellitas y asteroides televisivos, famosetes del corazón y de la entrepierna y demás finas hierbas; y, si el editor es desenfadado, remata su alegato aduciendo jocosamente que lo que no mata engorda Pero se equivocan crasamente; y no tardarán en pagar las consecuencias: la edición de estos bodrios, a la vez que capta a un público amorfo y gregario que se alimenta con la alfalfa de las modas, repele al lector avezado, que huye de los catálogos de las editoriales que se dedican a publicar bazofia como de la peste. Lo que no mata, engorda; pero, entretanto, obstruye de colesterol y abotarga las sensibilidades, hasta la crisis final. Resulta, en verdad, lastimoso que las editoriales, asediadas por la piratería y el descrédito de la lectura, crean que su salvación se halla en estas operaciones de mercadotecnia que no hacen sino cavar más honda su tumba, en la que todos, a la postre, moriremos sepultados. IGNACIO CAMACHO IMPLEMENTAR Por no aceptar el impacto de ataúdes de soldados, Europa se enfrenta ahora a cientos de cadáveres civiles sin féretros A Unión Europea es esa institución que nunca sabe qué hacer en una crisis. Sin cohesión política ni operatividad ejecutiva, carece de capacidad de respuesta inmediata ante una emergencia monetaria, social, bélica o migratoria. Simplemente ha crecido más de lo que podía controlar y no dispone de mecanismos de resolución útiles. Se le atraganta cualquier conflicto Kosovo, Grecia, la primavera árabe y ha dejado de ofrecer confianza. Lo único que tiene, por ahora, es dinero, y ni siquiera sabe articular criterios para usarlo con eficacia. Sus tratados están llenos de goteras porque no estaban pensados para situaciones de tensión máxima. Trescientos mil refugiados ante sus fronteras barbari ad portas han tumbado en la práctica el acuerdo de Schengen. La libre circulación de personas y capitales no preveía el tránsito multitudinario de tantos parias. Pueden ser muchos más, millones tal vez, ante el desconcierto de las autoridades comunitarias que no fueron capaces de imaginar las consecuencias de su absentismo en la geoestrategia mediterránea. Se cruzaron de brazos en Libia, en Siria, en Irak, en Egipto, sin calcular que esa deserción iba a provocar grandes movimientos de masas. Permitieron la destrucción de Estados enteros sin que creciese nada en su lugar. O sí: creció la yihad, la barbarie. Y su secuela de gente huyendo en busca de cualquier futuro desesperado. Ahí están. Su presión sobre el blindaje fronterizo occidental es el precio de la falta de compromiso para estabilizar los territorios abandonados a su suerte. Que era la nuestra. Europa no quería aceptar el impacto sobre su opinión pública de los ataúdes con soldados dentro. Ahora tiene que afrontar el de cientos de cadáveres sin féretros. En el mar, en camiones- nevera, en travesías suicidas desde el desierto. Hombres, mujeres y niños empujados por el instinto de la supervivencia. Ellos vienen aquí porque nosotros no hemos ido allí. Si se quedan en sus casas morirán de todos modos, de hambre o decapitados por los islamistas que por ende se infiltran también entre las masas de desplazados. Hay varias preguntas antipáticas que hacer al respecto: ¿duelen menos esos muertos ajenos que los propios? ¿Cuántos cuerpos de inmigrantes se necesitan para conmover a un europeo tanto como la posibilidad de un militar profesional caído en combate? El buenismo es una moral confortable que queda a prueba cuando el confort se resquebraja. La crisis migratoria interpela a las éticas indoloras: hay que actuar y todas las soluciones son incómodas. Hace meses, los conspicuos responsables de Frontex reprochaban a la Guardia Civil de Ceuta unos disparos de pelotas de goma. Ahora dicen que van a implementar compromisos militares y humanitarios a gran escala. Estamos salvados. Implementar es el abracadabra de los burócratas. Más vale que implementen, sí. Pero rápido. L JM NIETO Fe de ratas

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