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ABC MADRID 05-07-2015 página 15
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ABC MADRID 05-07-2015 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 5 DE JULIO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS OPÁ, VAN ACÉ UN CORRÁ Tsipras no hacía más que preguntar: ¿Ha llegado ya la carta de Kichi? A HORA sé por qué usaba el nombre artístico de Koala: era griego. Tú dices que Koala es uno de los ministros griegos que le están haciendo la peseta al euro de Bruselas y te lo crees. Los nombres salen como el rosario con tus dientes de marfil de mi recordado Juanito Valderrama, pero en plan Adiós, mi Grecia querida, en qué lío tan grande te andas metida Syriza, Tsipras, Varufakis, Koala... Quizá de todos el más helénico, Koala. Recordarán su programa electoral: Opá yo viacé un corral, pa echar guarrillas y pa echar guarrillos. Yo te ayúo a arrancá la guzzi, yo te ayúo a pintá el lanrove, yo te ayúo a sacá las papas, yo te ayúo a lo que haga farta, pero que sepas que opá, yo voy a hacer un corral Programa que aún, gracias a Dios, no se ha cumplido en España, pero ¿en Grecia? Ya han visto. Han echado a las guarrillas y a los guarrillos en el Gobierno, han ayudado a la Unión Europea a arrancar la Guzzi, a pintar el Land Rover, a sacar las papas e incluso las castañas del fuego, pero al final, como en el corrido de Pancho López, lo que tenía que pasar pasó, y el Koala ha hecho, a la argentina, su anunciado corral en Grecia. ¿En Grecia es donde ha hecho el corral ya el Koala, el corralito famoso, o ha sido en el miedo de los españoles? La mejor campaña contra los Podemos que, al koálico modo, no van a parar hasta que hagan en España un corralito, tras los experimentos sin gaseosa de Barcelona, Madrid y Cádiz, han sido los telediarios sacando jubilatas griegos llorando porque Opá Tsipras, siguiendo los consejos del Koala, ha hecho un corral y no se pueden sacar más de sesenta euros de la cartilla de la paguita. Y lo más triste es que ese debe de ser el modelo para muchos de los nuevos salvadores de España, porque Kichi se ha apresurado a mandar a sus coleguillas griegos una carta en forma de pancarta de un agónico partido por el ascenso del Cádiz en el Carranza: La afición gaditana está contigo, Tsipras, picha, ¡pedazo de monstruo! Creo que en Atenas están ya tranquilísimos, porque Tsipras no hacía más que preguntar: ¿Ha llegado ya la carta de Kichi? Es que sin el apoyo de Kichi veremos a ver qué es lo que pasa aquí en el referéndum del domingo... Pero tranquilos, colegas españoles de Tsipras y partidarios de la dictadura del yogur griego: ya ha aparecido en nuestra Patria, junto al fundamental apoyo de Kichi, el Tonto de la Bandera de Grecia. El Tonto de las Banderas ha estado ocupadísimo esta semana. No acababa de soltar la de la II República cuando tuvo que coger la bandera arcoíris del Día del Orgullo. Que por cierto no sé por qué los que están tan orgullosos de ser lo que son no ponen tal cualidad en el título de su gloriosa jornada festiva, y la llaman Día del Orgullo a secas. Orgullo, ¿de qué? Y como veníamos diciendo, no acababa de soltar el tonto de las manifestaciones la bandera arcoíris cuando ha cogido y ha enarbolado la bandera de Grecia. Por mí como si quieren sacar la bandera de Corea del Norte, que al paso que vamos acabarán ondeándola; pero mi pregunta va más allá: ¿de dónde moño han salido de pronto en España tantas banderas de Grecia? ¿Es que las tenían los tíos guardadas en sus casas, esperando el día de colgarlas en el balcón del ayuntamiento, como en Zaragoza? ¿O es que los chinos de los bazares, como son tan listos, habían hecho acopio? Lo de hoy en Grecia nos da pánico. Aquello es un espejo de lo que puede ser esto, al paso que vamos y diga Rajoy lo que diga. Me he dado un garbeo por las rebajas de Zara, de H M, de Mango, de los sitios que estaban así de bullas otros años a estas alturas de julio, y no había colas en las cajas. ¿Empezamos otra vez a no gastar, ahora por el pánico de los sesenta euros y de la que nos pueda caer con el corralito? Como que yo creo que Rajoy ha adelantado sus Rebajas de Julio del IRPF para quitarnos ese miedo que tenemos todos a que el Koala Iglesias, al final, opá, haga aquí un corralito. IGNACIO CAMACHO CELEBRITY Aquel joven letraherido que leía Madame Bovary en un andén era consciente de que estaba esperando el tren de la fama NAS portadas de Hola han disparado en España las búsquedas sobre Mario Vargas Llosa en Google. En este país de más compradores de libros que lectores, unos minutos de Wikipedia proporcionan suficiente know how para brillar en las conversaciones de peluquería. El más conocido escritor vivo en español se ha convertido en ese señor que sale con la Preysler y sus abundantes y envidiosos enemigos pueden hacerle vudú clavándole agujas de banalidad en sus fotos de papel couché. Ya se veía de lejos, vienen a decir, que Marito apuntaba vocación de celebrity. En realidad es cierto; en contraste con su admirado Flaubert, novelista de despacho, Vargas siempre tuvo intensa vocación de vivir. Aquel joven letraherido que leía Madame Bovary en un andén era consciente de que estaba esperando el tren de la fama. Pero no ha sido nunca un diletante ni ha jugado de boquilla. Se metió en política para ser presidente del Perú aunque, pez fuera del agua, acabase derrotado por el chino Fujimori y se hizo escritor para ganar el Nobel de Literatura. Habituado a los salones y a las tertulias sociales, cómodo en el smoking y en la guayabera, se ha subido a las tablas del teatro y ha quemado sus pestañas en archivos y bibliotecas para que en sus páginas no hubiese una línea de prestado ni de oídas. Detesta el castrismo después de haberlo mamado en las calles de La Habana y ha pisado a fondo el ardiente Irak sobre el que muchos escriben desde el confort de un estudio con aire acondicionado. Y sí, le gustan las mujeres como a cualquiera, y le gustan las guapas distinguidas más que las vulgares y feas; la diferencia sobre la mayoría consiste en que además él les suele gustar a ellas. Este amorío crepuscular con la reina del periodismo rosa lo proyecta en una esfera frívola que probablemente le divierta más que le fastidie. Vargas Llosa es un personaje mundano, hedonista, seductor, con un perfil de sociabilidad cosmopolita bien lejano del literato hosco y retraído a lo Grass o a lo Kundera; no se hace el enojado con su propia fama y cuando se alicata en un frac no parece asomado a una tapia. Pero esa familiaridad con las élites jamás le ha mermado su compromiso civil ni su independencia crítica; cuando agarra el lápiz aún escribe a mano y en cuadernos, y hasta poco se le veía trabajar en cafés de Madrid es como si sujetase un bisturí de la conciencia; no conoce a nadie o no se acuerda. Figuras como la de Preysler, esfinges de la socialité, mitos abstractos y aspiracionales de una popularidad de masas, podrían haber poblado algunas de sus novelas. Oriana Fallaci llamó a esta fauna del papel satinado los antipáticos odiosos a fuerza de omnipresencia, gente que tiene que hacerse perdonar el éxito. Después de tanta vida bien vivida, tal vez Vargas prefiera la persecución de los sudorosos papparazzi a la de los quisquillosos críticos literarios. U JM NIETO Fe de ratas

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