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ABC MADRID 02-07-2015 página 15
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ABC MADRID 02-07-2015 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 2 DE JULIO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 HORIZONTE UNA RAYA EN EL AGUA RAMÓN PÉREZ- MAURA EL NUEVO SANTO DEL PERIODISMO PATRIO Iglesias tiene el problema añadido de explicar a los españoles lo que ha ocurrido en Grecia en cuatro meses T IENE gracia ver la argumentación de Pedro Sánchez, Jordi Sevilla et alli sobre Tsipras, el del referendo. Ahora resulta que el que el Gobierno español advierta de los riesgos que corre Grecia por los disparates cometidos por el Gobierno de izquierda radical heleno en los cuatro meses que lleva disfrutando de las canongías del poder es un uso partidista y perverso que hace Rajoy de lo que allí ocurre. Hombre, no. A mí me parece recordar que fue Tsipras el que invitó a Pablo Iglesias al mitin de cierre de campaña de las elecciones legislativas griegas. Y creo recordar con bastante nitidez que fue Iglesias el que dijo que Syriza y Podemos son la misma cosa. Pero ya se sabe que para estos de Podemos la verdad es como las imputaciones judiciales. Las hay de diferentes grados. Y cuando imputan a un cargo público del PP, este tiene que dimitir de inmediato. Pero cuando imputan a un cargo electo de Podemos por crímenes como asaltar capillas, que en otras democracias de la Unión Europea conllevan penas de hasta tres años de cárcel, eso no tiene ninguna relevancia. Yo comprendo que Iglesias, mientras demuestra que la democracia no es de aplicación interna en Podemos, tiene el problema añadido de explicar a los españoles lo que ha ocurrido en Grecia en cuatro meses. Cuando Samaras dejó el Gobierno la economía griega crecía. Hoy está en retroceso. Sólo en retroceso porque la estadística requiere de un mínimo de datos para demostrar que se ha despeñado, que es lo que en realidad ha ocurrido. Es evidente que esos problemas de Podemos no deberían preocupar en términos partidistas al PSOE. Antes al contrario, deberían ser causa de satisfacción. Pero sucede que todos conocemos el reparto de poder que han hecho PSOE y Podemos por toda España. No se podrá hablar de una coalición de derecho entre ambas formaciones, pero no hay quien pueda negar con medio argumento válido que existe una coalición de hecho. Y a ver cómo justifican Sánchez, Sevilla y el resto de ese gobierno en la sombra llegado de la estratosfera socialista que es bueno para la democracia dar poder a los hermanos en la fe de esa patulea griega que ha llevado a su país a una situación equiparable con la de Sudán o Zimbabue. En medio de esta situación desquiciada hay algo que me llama la atención: las fotos de Pablo Iglesias en todos los periódicos. No me refiero tanto a la cuantía, que también, como a la escenografía. Un diario de Madrid ofrecía ayer una foto de Iglesias con dos docenas de focos sobre su cabeza que, cual halo de santidad, iluminaban su cabello, terso de resultas de su equina coleta. En la página de enfrente iba un Rajoy saliendo del Congreso con un gesto que parecía un vendedor de enciclopedias (en tiempos de la wikipedia) Otro diario ofrecía una foto de Iglesias de más de media página con aspecto de escrutar la realidad con la seguridad de quien sabe mucho más que tú, mientras en retaguardia el profesor Errejón contempla al fotógrafo con cara de decir ¡a ver qué haces! Empezamos a tener un problema que lo es para España como país. El PSOE es rehén de sus errores y no se atreve a reconocer la responsabilidad que se deriva de sus pactos tras el 24 de mayo. Y en los medios de comunicación hay demasiados colegas que parecen subyugados por unos políticos que están deseando llegar al poder para tomar un control de los medios de comunicación como el que han enseñado a ejecutar a sus hermanos bolivarianos. Y así, hasta el despeñadero. IGNACIO CAMACHO ARMARIOS La perspectiva del tiempo sitúa aquella tormentosa polvareda civil en las coordenadas de un desperdicio de energía L matrimonio homosexual fue uno de esos proyectos de ingeniería social utilizados por Zapatero para arrinconar a una derecha que le entraba a todos los trapos. A éste en concreto el PP, en vez de limitarse a rechazarlo con su voto, respondió con una embestida desenfocada en la que no supo discernir la razón moral de la estrategia política. El aún débil liderazgo de Rajoy se dejó arrastrar a una oposición callejera cuyas manifestaciones encabezaban los obispos. La imagen exacta que el zapaterismo buscaba para actualizar el imaginario de la vieja España machadiana de cerrado y sacristía, la de los conservadores marchando detrás de las sotanas contra los derechos de las minorías. Experto en fracturas ideológicas, el presidente iluminado diseñó una jugada envolvente que le investía de adalid progresista. En tiempos de prosperidad, acomodado en una pujante herencia económica, se sentía a sus anchas en esta clase de ardides donde brillaba su habilidad de saltimbanqui político. Quienes entonces entendimos que el ruidoso debate abría una innecesaria herida civil nos equivocamos. De todos los artefactos zapateristas resultó de largo el más inocuo. La sociedad absorbió pronto el impacto de aquella ley divisionista. Como sucedió con la despenalización del aborto a principios de los ochenta, la inicial confrontación dio paso a un pragmático consenso de hechos consumados que terminó avalando el Tribunal Constitucional. Los españoles se encogieron de hombros tras el alboroto, convencidos de que ni ser homosexual ni mucho menos casarse eran expedientes obligatorios. Los propios alcaldes del PP empezaron a celebrar bodas entre parejas del mismo sexo, tarea en la que destacó un Gallardón capaz de abanderar las celebraciones del Orgullo Gay hasta convertirlas en una fiesta de éxito turístico. Esa normalidad sobrevenida fue la que acaso faltó en la crispada polémica anterior, que empujó a la derecha al rincón de los estereotipos clericales, tan fáciles de estigmatizar desde la autoproclamada superioridad moral del progresismo laico. La izquierda abrió el armario de la igualdad sexual y el Partido Popular se metió con torpeza en el de los prejuicios homófobos. Por perder acabó perdiendo hasta la batalla filológica en el Diccionario de la Lengua Española. La perspectiva del tiempo sitúa con claridad aquella tormentosa polvareda de opinión pública en los términos de un desperdicio de energía. Una década después, menos de un dos por ciento de las bodas celebradas en España son de homosexuales y el país, que tiende a considerar las cuestiones de conciencia en el ámbito privado, vive el fenómeno con rutinaria naturalidad. La normalización es tan evidente que tras la simbólica mitología emancipadora se registra ya una significativa cifra de separaciones. Pura igualdad: el matrimonio, decía Groucho Marx, es siempre la primera causa de divorcios. E JM NIETO Fe de ratas

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