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ABC MADRID 21-12-2014 página 61
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 21 DE DICIEMBRE DE 2014 abc. es sociedad SOCIEDAD 61 tivo. Este mes la Universidad canadiense de McMaster mostraba el papel de la serotonina la hormona que regula el humor y el apetito en el bloqueo de la producción de grasa parda. Y antes, otros estudios se habían centrado en FGF- 21, una hormona que también activa el metabolismo de la grasa parda y reduce los niveles de glucosa. El camino se ha abierto, pero aún tardará en sustanciarse en forma de un medicamento que esté en las farmacias. Aún tenemos mucho que aprender para conseguir un compuesto que no tenga efectos secundarios señala Guadalupe Sabio, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) En su laboratorio se investigan las vías de señalización implicadas en la transformación de grasa blanca en parda, haciendo modificaciones directas sobre la blanca. Queremos ver qué es lo que cambia para transformarse para aprender a modularla explica. A quienes trabajan en esta línea les preocupan los posibles efectos secundarios de un medicamento y también el descenso de peso real. En experimentos con ratones activando la grasa parda se consigue un descenso importante del peso y de los valores de lípidos en grasa (colesterol) pero quizá en humanos no se consiga más de un 10 por ciento, apunta la investigadora del CNIC. El medicamento valdría como un estímulo para las personas que quieren adelgazar y no lo consiguen ni con dietas ni con ejercicio físico. Eso sí, cuando se obtenga esa pastilla que permita adelgazar comiendo sin miedo y sin machacarnos en el gimnasio, habrá que tener en cuenta que no se tendrán los beneficios adicionales de hacer ejercicio. Los músculos y las articulaciones habrá que ejercitarlos en cualquier caso si lo que pretendemos realmente es estar en forma. Por otro lado, en la obesidad existen muchos factores implicados, y la activación de la grasa parda no parece la única vía de tratamiento. La modificación de la flora intestinal es otro vía que cada vez atrapa más el interés de la ciencia. Todo lo que comemos y hacemos modifica esa flora interna formada por más de mil especies diferentes de bacterias. El objetivo sería encontrar el perfil de flora intestinal que más se ajusta a los problemas de cada paciente y suministrárselo. Así se podría combatir de forma personalizada el hígado graso, la diabetes tipo 2 o la obesidad. Serían tratamientos a la medida y desde el intestino cuando no basta el esfuerzo personal. No se convierte en calor o energía Evitar efectos secundarios No se trata solo de encontrar los interruptores que activen la grasa buena, sino que no se alteren otros aspectos importantes del metabolismo. Como el ritmo cardiaco o la presión arterial. El hipotálamo es la zona que regula todo, pero sabemos que no es buena idea actuar en el sistema nervioso, podría ser peligroso matiza Sabio. Lo que perdemos al adelgazar se exhala J. M. NIEVES MADRID Arriba, adipocitos blancos, abajo la grasa parda buena FIRMA FOTO A pesar de la auténtica obsesión por las dietas, los gimnasios y los múltiples métodos para adelgazar que se extienden por el mundo, la mayor parte de los médicos, entrenadores y expertos en nutrición se ven incapaces de responder a una simple pregunta: ¿adónde va la grasa cuando perdemos peso? Muchos de ellos, además, tienen la firme creencia de que la masa corporal perdida se convierte en calor o energía. Pero se equivocan, tal y como demuestra un estudio, el primero de este tipo, llevado a cabo en la Escuela de Biotecnología y Ciencias Biomoleculares de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, y recién publicado en la revista British Medical Journal En palabras de Andrew Brown, director de esa institución, existe una sorprendente ignorancia y confusión sobre los procesos metabólicos implicados en la pérdida de peso ¿Adónde va, entonces, la grasa que perdemos? La respuesta correcta explica Ruben Meerman, que ha dirigido la investigación es que la mayor parte de la masa perdida es expirada en forma de dióxido de carbono. Es decir, que se pierde en el aire En su investigación, los investigadores demuestran que perder diez kilos de grasa requiere la inhalación de 29 kilos de oxígeno, y que el proceso metabólico completo produce hasta 28 kilos de dióxido de carbono y 11 kilos de agua. Meerman, que es físico de profesión, decidió llevar a cabo esta in- vestigación inspirándose en una experiencia personal. En el año 2013 explica perdí 15 kilos y, sencillamente, quería saber adónde habían ido. Los resultados me dejaron boquiabierto Brown, que es coautor de la investigación, afirma por su parte que la novedad de este trabajo sobre la bioquímica de la pérdida de peso consiste en rastrear cada uno de los átomos de la grasa perdida y, hasta donde tengo conocimiento, estos resultados son completamente nuevos en este campo. Meerman ha dado con un agujero negro totalmente inesperado en la comprensión de la pérdida de peso, tanto por parte del público como de los profesionales de la salud ¿Adelgazo si respiro más? Pero veamos... Según los investigadores, si seguimos, átomo a átomo, el destino de 10 kilos de grasa perdida, resulta que 8,4 son exhalados en forma de dióxido de carbono a través de los pulmones. El resto, 1,6, se convierten en agua, que abandona el cuerpo a través de la orina, las heces, el sudor, las lágrimas y otros fluidos corporales. Nada de todo esto resulta obvio para la gente explica Meerman porque el dióxido de carbono que exhalamos es un gas invisible Pero ese desconocimiento se extiende también a los profesionales. De hecho, más de la mitad de los 150 médicos, dietólogos y entrenadores personales encuestados sobre el tema pensaban que las grasas perdidas se convertían en calor o energía.

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