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ABC MADRID 13-12-2014 página 15
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ABC MADRID 13-12-2014 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 13 DE DICIEMBRE DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA PECADO ORIGINAL Nadie emplea tanto furor en castigar los pecados del prójimo como el hipócrita que esconde los suyos D ONOSO Cortés nos enseñaba que no hay ningún error contemporáneo que no entrañe un error teológico. Lo comprobamos en estos días en que la lacra de la corrupción se enseñorea de nuestra vida política; y en que se arbitran leyes de transparencia, en un esfuerzo aspaventero por combatirla, o aparecen mesías populistas que se proclaman látigos de la corrupción y se pretenden incorruptibles. En todo este galleo sobre la transparencia, como en el engañabobos mesiánico, no hallamos sino puritanismo (o sea, el vicio disfrazado con las plumas de pavo real de la virtud) Y detrás de todo puritanismo no hay otra cosa sino negación del pecado original, que curiosamente es la única verdad teológica que puede ser aceptada sin necesidad de tener fe, pues salta a la vista que la naturaleza humana está manchada. Sin embargo, siendo el pecado original el único dogma teológico que admite comprobación empírica, es el que más rechazo y disgusto provoca entre la gente. Este repudio de una verdad tan palmaria sólo la explica la soberbia humana, que ha dado en creer contra toda evidencia en la memez roussoniana de que el hombre es bueno por naturaleza y puede, sin auxilio divino, alcanzar la perfección. Tan perturbadora majadería conduce, según Donoso Cortés, primeramente a la afirmación de la soberanía de la inteligencia y luego a la afirmación de la soberanía de la voluntad, para con- cluir en la afirmación de la soberanía de las pasiones, que arrastra a los hombres a la perdición. Estas tres afirmaciones desquiciadas se prueban en el asunto de la corrupción política. Al afirmar la soberanía de la inteligencia, se cree ridículamente que nuestra razón es luminosa e infalible; y la razón ensoberbecida engendra delirios de grandeza que nos hacen pensar que publicando los ingresos o los patrimonios de los políticos se acabará con la corrupción. Este primer estadio de soberbia es enseguida superado por los mesías del populismo, que a la soberanía de la inteligencia añaden la soberanía de la voluntad; y, considerando que su voluntad es recta, prometen acabar con toda forma de corrupción. Pero quien cree que su razón es luminosa y su voluntad recta termina creyendo también, más temprano que tarde, que sus pasiones son excelentísimas, y que nada puede quedar sustraído a su jurisdicción soberana (ni concesión de licencias ni recalificación de terrenos ni consejos de administración de cajas de ahorros ni patronatos de fundaciones ni siquiera los tomates del pequeño Nicolás) y entonces su ambición de poder, su misma pasión insaciable ¡culo veo, culo quiero! lo empujará, inevitablemente, a corromperse. Aunque, por supuesto, lo hará a la vez que publica sus ingresos, pues ya se sabe que quien hace la ley hace la trampa; y, por supuesto, seguirá persiguiendo a los corruptos, pues nadie emplea tanto furor en castigar los pecados del prójimo como el hipócrita que esconde los suyos. Una política que reconociese la existencia del pecado original, en lugar de adornarse con las plumas de pavo real de la virtud, empezaría por limitar su jurisdicción a las puras labores de representación política, en aceptación del mandato que recibe de sus representados. Y, una vez limitada su jurisdicción a la pura representación política, suplicaría el auxilio divino. Seguiría, desde luego, habiendo corruptos, pero serían muchos menos de los que padecemos allá donde la inteligencia que se cree luminosa arbitra aspaventeras leyes de transparencia y la voluntad que se cree recta se pretende incorruptible; pues es allí donde inteligencia y voluntad se proclaman soberanas donde una y otra acaban sucumbiendo más fácilmente al imperio de las pasiones. IGNACIO CAMACHO MARIPOSAS DE COLORES Platero es un texto deslizante y musical en cuya ética de los sentimientos debería fundarse un itinerario pedagógico OS de los cinco libros más traducidos del mundo son españoles, Don Quijote y Platero y yo y ninguno de ellos goza de especial preminencia en la enseñanza de un país que ha centrifugado sus señas de identidad culturales. Sobre la escasa presencia docente del Quijote han polemizado esta semana el ministro Wert y el escritor Pérez Reverte, debelador flamígero de la banalidad educativa; lo cierto es que sin ser una obra del todo ausente en los planes de estudio se la menciona en ellos más que se la lee. Los pedagogos a la violeta consideran hace tiempo que el alumnado de la era Twitter no debe cansarse con textos largos, complejidades semánticas ni muchas oraciones subordinadas. Platero ha tenido un poco de mejor suerte por ser más liviano y llevadero y porque al menos en Andalucía se ha dado en valorar sus rasgos autóctonos a costa de aproximarlo más al folklore que a la literatura: algo que Juan Ramón odiaba tanto que le acabó cogiendo cierto recelo a su criatura suave y peluda. Pero si uno se asoma a las actividades didácticas con que se celebra el centenario en las escuelas verá todo un esfuerzo por adaptar el libro a la pedagogía de la trivialidad. Desde versiones teatralizadas hasta juegos ¡y crucigramas! pasando por resúmenes, fichas y a lo sumo la lectura de unos cuantos capítulos; enorme derroche de creatividad formativa destinado a eludir la sencilla y directa lectura completa que debería constituir la base primordial de todo programa de aprendizaje. Leer entero el Quijote requiere cierto hábito, comprensión y paciencia, además de un diccionario. Pero Platero es un texto de digestión fácil, cuya prosa deslizante, emotiva y musical representa casi una resbaladera para lanzarse de pequeño a la piscina del lenguaje. Es un relato cargado de símbolos, sugerencias y parábolas que, lejos de la etiqueta clásica de cursi y reaccionario que le endilgó cierta modernidad desdeñosa, contiene una humanísima fábula moral y social sobre las cualidades del alma y los ciclos de la vida. Un idóneo itinerario emocional de la niñez al mundo adulto a través de una ética de los sentimientos, una filosofía del paisaje y hasta un vago ecologismo naturista. Sucede que la estructura intelectual de la enseñanza española responde a una hegemonía del facilismo. La sociedad de la pereza requiere procesos cortos y estímulos instantáneos que desprecian las disciplinas esforzadas y los recorridos mentales prolongados. La cultura del interruptor y del teclado en la que basta con pulsar un artilugio para que suceda algo. En los libros suceden muchas cosas pero hay que descubrirlas entre los recovecos del idioma, en el esfuerzo aventurero de pasar páginas. Y en la síntesis urgente y pragmática de la posmodernidad es difícil asumir la complejidad idealista de la literatura. Cómo encajar mariposas de tres colores en un tiempo refractario a las metáforas. D JM NIETO Fe de ratas

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