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ABC MADRID 28-11-2014 página 54
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  • EdiciónABC, MADRID
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54 CULTURA VIERNES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2014 abc. es cultura ABC Muere P. D. James, maestra exquisita del perfecto crimen inglés La última dama de la novela de detectives británica, creadora del comandante Dalgliesh, falleció ayer a los 94 años en Oxford LUIS VENTOSO CORRESPONSAL EN LONDRES La escritora P. D. James, en una imagen de marzo de este año engo una idea en la cabeza, ya veremos. Pero hay que saber parar a tiempo Decía hace un año, con sorna zumbona, la novelista inglesa P. D. James, cuando ya contaba con 93 abriles y era una apacible abuelita british, de pelo níveo, carrillos colorados y ropa deliciosamente camp. Aquella última obra nunca llegó. Phyllips Dorothy James (Oxford, agosto de 1920) falleció ayer, en paz en su casa de su ciudad natal y tras la que ella definió como una vida plena y feliz Tenía 94 años y deja dos hijas, cinco nietos, siete bisnietos y 18 novelas de detectives (no soportaba la chabacanería de llamarle a lo suyo novela negra Catorce de ellas las protagonizó su detective de cabecera, el cultivado, elegante, inteligente y reservado Adam Dalgliesh, un policía poeta, que incluso publicaba versos. Vino al mundo en 1962, con la obra titulada Cubridle la cara De él decía lo que el viejo zorro Flaubert de Madame Bovary, que era su sosias: Dalgliesh es más inteligente que yo, pero sus emociones son las mías P. D. James, que vio su primer título en las librerías con 42 años cumplidos, trabajó como funcionaria hasta los 59. La suya fue una gloria tardía, pero absoluta. No hay aeropuerto del planeta sin una tienda de chicles, revistas y novelas de P. D. James. Críticos y lectores de todo el mundo adoran sus minuciosos relatos policíacos, donde el cerebro y el orden siempre derrotan al caos connatural a la condición humana. Mis libros relajan porque reflejan un mundo seguro, donde la tragedia es un puzle que logra resolver un ser humano a base de valentía, perseverancia e inteligencia Era la última de las tres damas de la novela de detectives británica: Dorothy L. Sayers, Agatha Christie y P. D. James. Vaya trío. Mucho my dear mucho té... y mucho arsénico y mucha puñalada. Tres educadísimas señoronas, quintaesencia de la Inglaterra más plácida, pero capaces de tramar los crímenes más espantosos; eso sí, sin perder nunca la buena educación. Aunque el público ha consagrado a Agatha T Christie, una auténtica mina de oro, P. D. James juega seguramente en otra liga, de más calidad. De hecho obsequió a la madre de Poirot con algún elogio de esos que es mejor no recibir: Es una ilusionista literaria, que coloca a sus personajes de cartón piedra boca abajo y los mueve con astucia pragmática. Sus artificios son más ingeniosos que verosímiles Verosimilitud. Realismo. Palabras importantes para P D. James, que cons. truía con atención esmerada al detalle y con una ambición tal vez no bien reconocida. Un libro de detectives puede ser excitante y entretenido y al mismo tiempo buena literatura advirtió, y de hecho ella lo conseguía. Sin empalagar, conservó siempre la ambición de una prosa de calidad, y sobre todo, hizo que las contradicciones de la sociedad que le tocó vivir fuesen la corriente subterránea que atravesaba sus novelas. La Baronesa James de Holland Park el maravilloso y prohibitivo barrio londinense donde tenía casa que fue ennoblecida por Isabel II en 1991 y tomó asiento en la Cámara de los Lores, nunca perdió conexión con el mundo real. En 2008 pasó por el hospital por un achaque y salió con una novela debajo del brazo. Con cierto humor negro, la tituló Muerte en la clínica privada Una vida dura y azarosa James, que se definía como poco sentimental hacía gala de ese pudor tan inglés que lleva a guardarse los sinsabores dentro y cubrirse con una costra de flema, que aporta civismo a la vida comunal. Pero su vida fue dura, azarosa. Hija de un inspector fiscal de Oxford que no creía en las mujeres estudiantes, a los 16 años fue apartada de la escuela y obligada a empezar a trabajar como administrativa en una oficina del fisco. Tras tres años allí, se empleó como burócrata en una compañía de teatro. En 1941 se casó con un médico militar. Tuvieron dos hijas en Londres, bajo el sonido de las bombas de Hitler. Él no superó la guerra. Regresó del frente con la pisque rota y pasó el resto de su vida en un psiquiátrico, donde murió en 1964. Phyllis Dorothy James, que desde niña había albergado ambiciones literarias, tuvo que sacar adelante a sus hijas. Primero como funcionaria en el Servicio Nacional de Salud y más tarde en el Ministerio de Interior, en el departamento que lidiaba con el crimen, un buen humus para sus novelas. Mientras sus padres ayudaban con las pequeñas, ella se matriculó en un taller literario nocturno y llegó a una conclusión: Me gustaban las novelas de detectives y pensé que si conseguía emularlas con éxito me publicarían Así fue. James era una mujer religiosa. To- EFE Buena literatura Un libro de detectives puede ser excitante y entretenido y al mismo tiempo buena literatura advirtió, y de hecho ella lo conseguía La corriente de sus novelas Conservó siempre la ambición de una prosa de calidad e hizo que las contradicciones de la sociedad fuesen la corriente subterránea que atravesaba sus novelas

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