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ABC MADRID 28-11-2014 página 15
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ABC MADRID 28-11-2014 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL BURLADERO CARLOS HERRERA BRINDO CON FREIXENET Este año, la bodega catalana ha reivindicado los cien años de unidad y los deseables cien más que jalonan la trayectoria de todos sus clientes L hipotético boicot al cava catalán que se popularizó después de que Carod- Rovira se desentendiera del apoyo a la candidatura de Madrid como sede de los Juegos Olímpicos, no supuso para la contabilidad general del sector un drama especialmente agudo. Cierto es que la contabilidad es uno de los altares sobre los que se edifica la eficacia catalana desde los tiempos de Wifredo y que un duro pródigo es una pequeña lágrima derramada en el inmenso lago de las oportunidades perdidas, pero el supuesto boicot al espumoso por excelencia no derramó tanta sangre como sus impulsores suponen. Para empresas como Freixenet, las ventas en el resto de España, o en lo que ya se considera simplemente España en el relato diario de las cosas, supone un no despreciable 20 del total, lo cual no es una cantidad en absoluto prescindible pero tampoco significa el gran soporte de la empresa. Si una quinta parte de esa proporción deja de adquirir sus productos por una pendencia concreta, la herida definitiva no es mortal, como algunos creen. Pero es, eso sí, molesta. Otros espumosos acogidos legítimamente a la denominación de Cava han despertado atracción popular por diferentes motivos: unos aprecian sus virtudes organolépticas, otros la procedencia territorial y otros no nos engañemos el hecho concreto de su no catala- E nidad. Es decir, para una proporción no exigua pero tampoco oceánica, el hecho de manifestar su renuncia a consumir un producto catalán es un argumento suficientemente placentero para adquirir cava extremeño, valenciano o aragonés, los cuales, por cierto, merecen el respeto a su confección por otras razones que no sean su ausencia de contaminación catalana. El cava, en una palabra, es una máxima expresión de la Cataluña de hogaño: algo habrán hecho bien para merecer tamaña distinción. Como saben, Freixenet, empresa legendaria experta en destilar espumosos desde la noche de los tiempos, dirigida por enólogos solventes atentos a los gustos populares y gestionada por individuos nada sospechosos de ser partidarios de dispararse en los pies, ha recreado un año más su tradicional apuesta por la ilusión en forma de spot televisivo. Es un spot que, como algún otro, resulta casi una tradición estacional en esos tiempos en los que los ciudadanos celebramos la llegada del Hijo de Dios. Al llegar la Navidad uno espera la ornamentación de las principales calles de su pueblo, los polvorones de La Estepeña el décimo de Lotería con su anuncio sobrecogedor... y las burbujitas de Freixenet, las chiquillas vestidas de dorado y la figura nacional o internacional que nos desea Felices Fiestas. El anuncio se ha instalado en la vida cotidiana y es casi tan consustancial como las palabras del Jefe del Estado hablando de las cosas que le llenan de orgullo y satisfacción. Este año, la bodega catalana, ignoro si inocentemente o a cosa hecha, ha reivindicado los cien años de unidad y los deseables cien años más que jalonan, supongo, la trayectoria de todos sus clientes. Ello ha sido considerado causa de guerra por el tradicional sector de gilipollas que florece a ambos lados de las carreteras del Principado. Unos llaman a la guerra santa de la misma manera que otros llamaron en su día, desde el otro lado de la demarcación, al rechazo al consumo. Entre todos, a buen seguro, no pasarán del 5 pero molestarán indudablemente al buen nombre de un catalán que no tiene ninguna necesidad de dejar de ser español. Ese 5 se verá compensado por el resto de españoles que le apoyará sin duda. Pero qué ganas de complicarse cuando se trata sólo de un vino. Con el que brindo ahora mismo por unas Felices Navidades. Y por España, ya puestos. IGNACIO CAMACHO LA RESERVA El populismo y la wikipolítica han aislado el Congreso como si fuese una especie de reserva de arqueología democrática L Parlamento, inventado para controlar al Gobierno y hacerlo sufrir, resulta ser el sitio donde Rajoy da la sensación de sentirse más cómodo. Tan hierático ante la prensa, tan enrocado en La Moncloa, tan parco en manifestaciones emocionales y tan esquivo con la opinión pública, el presidente sube al ambón y se transforma en lo más parecido a un político de rango. El gran parlamentario que es, contundente y rocoso, luce en la tribuna con la soltura que le falta para el liderazgo social. Rodeado de adversarios más bien pigmeos y poco maduros, en general incapaces de ponerle en aprietos, encaja sin inmutarse y golpea como si llevase una herradura en cada guante. Ayer se presentó en el Congreso con el cadáver de Ana Mato al hombro, lo depositó todavía caliente ante los bancos de la oposición y se puso a hablar de corrupción y regeneracionismo con audacia y desparpajo tales que se diría que Bárcenas era el contable socialista. Pedro Sánchez, aún en titubeante fase de adaptación, tuvo que debatir con él mientras sujetaba la puerta de un armario invisible del que amagaban con escaparse los espectros procesales de Griñán y Chaves. El problema de Rajoy y de Sánchez consiste en que su verdadero enemigo no está sentado en ningún escaño. El hemiciclo, con sus rituales protocolos de esgrima dialéctica, es a fin de cuentas para ambos el escenario familiar de una función confortable. Pero la amenaza está fuera, en la calle, en la wikipolítica, en las redes sociales, en el clima civil de desafecto silencioso donde se está incubando el virus de la ruptura que los populistas pretenden utilizar como un arma química contra el sistema. Los agitadores del descontento que meses atrás trataban de sitiar el Congreso han acampado simbólicamente a sus puertas y esperan el momento de ocuparlo con sus actas de diputados. Lo tienen aislado como si en vez de la sede de la única democracia posible fuese una suerte de reserva antropológica, de burbuja insonorizada, el último biotopo de la vieja política que han dado por extinguida. Y los de dentro continúan ensimismados en su ceremonial de siempre, reprochándose imputados, sin entender que su única posibilidad de supervivencia pasa por salir de la clausura a dar la batalla a cielo abierto, y que hasta para eso puede ser ya demasiado tarde. El éxito de Podemos ha sido el de crear un marco mental colectivo en el que debates como el de ayer suenan a arqueología política, a liturgia apolillada. Han traslado con eficacia a mucha gente el ficticio mensaje de que la auténtica soberanía popular se ha evadido de la Cámara y no regresará hasta que sean ellos quienes la devuelvan de la mano. El presidente los metió ayer de soslayo en la sesión al hablar de los salvapatrias de las escobas pero sólo le queda un año, a él y a los demás, para demostrar a base de política limpia que la patria se puede salvar sin espontáneos. E JM NIETO Fe de ratas

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